LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


domingo, 18 de marzo de 2012

LA CUARESMA: DIALOGAMOS CON CONFIANZA CON DIOS


3. La oración de S. Teresa es también transformante y dinámica, que nos lleva al servicio del hermano.

Siempre se ha dicho que las compañías –los amigos- tienen una influencia en las personas; unas veces son compañías que te incitan al mal y otras por el contrario al bien. De ahí el refrán: “Dime con quien andas y te diré quien eres”. La Madre Teresa de Jesús, amiga de Jesús, sabe que todos los amigos de Él quedan transformados; la presencia de Jesús en una personas no queda nunca desapercibida. El que es el Amor, infunde amor y gracia; El que es la Verdad, llena el corazón del amigo de verdad y autenticidad; El que es la Libertad nos hace libres y nos libera de nuestras esclavitudes. El orante en la relación con Dios a través de la oración, queda inundado de la vida del Amigo y Esposo –gracia y amor-, renueva y transforma la interioridad del orante, su palabra, su amor, su psiquismo entero, para que de “veras” alabe y glorifique; y en la vida común y corriente del orante es como una onda expansiva que alcanza la acción, traspasa toda tarea e impregna lo cotidiano.

Sabemos que el agua en la vida normal es símbolo de vida, donde hay agua hay vida y donde no llega el agua no hay vida. El agua puede transformar un desierto en un oasis. Pues en la vida espiritual, el agua que es la gracia y el amor -que el Amigo y el Esposo- nos da, puede ir haciendo que en el campo de nuestra propia vida florezcan las flores y los frutos –las acciones buenas, las actitudes piadosas, las virtudes- y a través de nosotros poder llevarlas a los demás y transformar el ambiente y las situaciones negativas de las relaciones en realidades positivas. El padre Jesús Castellano nos dice: “No hay verdadera oración sin ejercicio de virtud; no hay verdaderas virtudes sin un ejercicio constante de la oración; las virtudes son la base y el fruto de oración”.
Es dinámica, porque no deja al hombre parar ante las injusticias y ante los problemas de los hombres. No se reciben las virtudes para un disfrute personal, sino para que se trabaje por un mundo más humano y mejor. Y en este itinerario o camino debemos estar siempre en movimiento, porque nunca acabamos de llegar al fin, por lo tanto estamos en continua corriente y abiertos siempre a la iniciativa de un Dios Amor que nos pone a todos en camino.
 
Y ese camino nos lleva a la total donación de amor por los hermanos. Este proceso de transformación en Dios –Amor, Amigo, Padre, Hermano y Esposo- nos hace ver la coherencia en la vida, entre oración y acción. No se puede ser un auténtico orador y después pasar desapercibido ante la realidad cruda y pobre del hermano. No se puede quedar un amigo de Jesús con los brazos cruzados cuando alguien pasa a tu lado y está necesitado. La oración no es estática y nos deja indiferentes, sino al contrario, es dinámica y nos abre el corazón y la inteligencia, todo nuestro ser para conocer los problemas y las situaciones de conflicto y de dolor y trabajar por solucionar en la medida de nuestras posibilidades dichos ambientes.

Desde la oración, el corazón del creyente se hace más universal, no solamente tiene un compromiso personal de dejar que el Dios-Amigo transforme su vida personal; sino que lo abre a la dimensión social y cósmica, una misión de transformar el mundo en el que vive. Todo amor maduro es siempre abierto, transformador, dinámico y este amor lo recibimos de Dios para que sea, la fuerza y el motor de nuestra entrega desinteresada y oblativa por los demás. El padre Jesús Castellano quiere poner de relieve que la oración de S. Teresa no tiene solamente repercusiones a nivel eclesial, sino también a nivel social, dice: “La vivencia espiritual de S. Teresa no sólo tiene una vertiente eclesial; su horizonte se alarga para ofrecernos una experiencia con precisas resonancias sociales”.
 

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