Pablo es un muchacho toxicómano en
la cárcel y siempre pide por todos en
la eucaristía, pero hoy ha sido especial.
Ha dicho algo así como: “Yo quiero pedir
hoy por todas las madres y por todas las
familias; pero quiero también agradecer
lo que hemos vivido aquí, porque Dios nos
ha hablado a todos a través de lo que hemos
comentado y reflexionado, y quiero
pedir para que todos podamos vivir lo que
hemos rezado aquí. Porque cuando haces
una cosa por los demás eso se te vuelve
a ti; cuando eres capaz de amar a alguien
ese amor se te devuelve a ti. Quiero agradecer
a Dios que nos haya permitido tener
esta experiencia esta mañana. Gracias por
todas las personas que nos enseñan que
esto es así, que merece la pena amar a los
demás y eso además nos hace ser felices,
y ojalá que muchos también puedan tener
esta experiencia…”
Pablo, aquel muchacho vapuleado por
la vida, estaba hablando de Dios, estaba
dándonos a respirar profundamente
a Dios. Estaba dando muestras de sentirse
perdonado, aceptado y querido por
Dios, y nos invitaba a todos a sentirnos
también perdonados y a participar de
esa misma fiesta.
Creo que ha sido en el fondo una confesión
concreta, un quedarse desnudo delante
de Dios y un reconocimiento especial
de lo que Dios también va haciendo
en su vida.
la cárcel y siempre pide por todos en
la eucaristía, pero hoy ha sido especial.
Ha dicho algo así como: “Yo quiero pedir
hoy por todas las madres y por todas las
familias; pero quiero también agradecer
lo que hemos vivido aquí, porque Dios nos
ha hablado a todos a través de lo que hemos
comentado y reflexionado, y quiero
pedir para que todos podamos vivir lo que
hemos rezado aquí. Porque cuando haces
una cosa por los demás eso se te vuelve
a ti; cuando eres capaz de amar a alguien
ese amor se te devuelve a ti. Quiero agradecer
a Dios que nos haya permitido tener
esta experiencia esta mañana. Gracias por
todas las personas que nos enseñan que
esto es así, que merece la pena amar a los
demás y eso además nos hace ser felices,
y ojalá que muchos también puedan tener
esta experiencia…”
Pablo, aquel muchacho vapuleado por
la vida, estaba hablando de Dios, estaba
dándonos a respirar profundamente
a Dios. Estaba dando muestras de sentirse
perdonado, aceptado y querido por
Dios, y nos invitaba a todos a sentirnos
también perdonados y a participar de
esa misma fiesta.
Creo que ha sido en el fondo una confesión
concreta, un quedarse desnudo delante
de Dios y un reconocimiento especial
de lo que Dios también va haciendo
en su vida.
Javier Sánchez, sacerdote
No hay comentarios:
Publicar un comentario