LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


miércoles, 31 de julio de 2013

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO


Necesidad de la austeridad
         San Lucas subraya la originalidad de la salvación cristiana frente a un ambiente de salvación pagana que pone su esperanza en el dinero, el poder, el placer, la fama. El dinero no salva. El Evangelio de hoy forma parte de sus enseñanzas sobre el uso cristiano de los bienes.
         Ya en el AT el libro del Eclesiastés (1ª lectura) pone en guardia ante el engaño de absolutizar los bienes de todo tipo. Ninguno da la salvación, y expone un caso con cierto paralelismo al de la parábola del Evangelio, uno que trabaja muy bien y lo deja a un hijo que lo destroza. La segunda lectura afirma cuál es nuestra verdadera riqueza y ofrece la clave que debe iluminar nuestra postura ante los bienes: somos hijos de Dios, ciudadanos del cielo y tenemos que usar de todas las cosas como ciudadanos del cielo. Pero, ¿no es esto una alienación, invitándonos a mirar al cielo y cerrarlos ante las realidades de este mundo? De ninguna manera, sino que es una invitación a atesorar en el cielo por medio de las realidades de este mundo, usándolas según el plan de Dios.
         Los bienes de todo tipo entran en el plan de Dios, que los ha creado comomedios y  para todos. Por una parte, necesitamos comer, vestir, bienes de diverso tipo para poder realizarnos como personas en nuestra sociedad concreta y para esto necesitamos dinero, pero tanto cuanto realmente es necesario en nuestra situación particular, sin caer en la tentación de absolutizarlos, creyendo que nos dan la salvación. Ciertamente resuelven muchas necesidades de la persona, pero ni todas ni las más importantes, pues no libran de la muerte. Vivir para tener, poniendo nuestro corazón en los bienes es una necedad, afirma el Evangelio de hoy. Por otra, los bienes son para todos, tienen una finalidad social y no es justo acumular en perjuicio de los demás, esto es avaricia que es una idolatría, como dice san Pablo en la 2ª lectura, que se traduce en necesidad de muchas personas, un gran pecado social. El avaro se incapacita para oír la palabra de Dios y se cierra a la salvación.
En la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro, el rico, cuando está en el infierno, pide a Abraham que envíe a un muerto a sus hermanos para evitar esa condenación que les espera y Abraham le responde que basta la palabra de Dios, pues si no hacen caso a esta palabra, que es eficaz, tampoco lo harán a un muerto que vuelva a la vida (Lc 16,19-31). Por eso la palabra de Dios invita a los que poseen muchos bienes a que vean la situación peligrosa en que se encuentran. No es malo tener bienes, lo malo es absolutizarlos y no usarlos socialmente. Esto es muy importante en nuestro contexto social en que se generaliza la idea de la corrupción en el uso de los bienes en los niveles políticos y privados.
         El Evangelio invita a los cristianos a vivir austeramente y a compartir, teniendo así un tesoro en el cielo. Austeridad es vivir con todo aquello que es necesario para realizarme como persona en mi contexto social. Esto es un concepto relativo y por eso la austeridad de cada persona será diferente, pero lo importante es que nos planteemos  seriamente ante Dios y por amor cuál debe ser mi austeridad, pues al final tenemos que dar cuenta a él y no a los demás, ya que al final seremos examinados de amor. Vivimos en una cultura que invita a tener cada vez más cosas, a veces necesarias y que facilitan la vida y el trabajo, a veces perfectamente inútiles.
         Participar la Eucaristía es entrar en la dinámica de Jesús, que vive solo para hacer la voluntad del Padre y servir a los hombres por amor. Con esta dinámica tenemos que usar nuestros bienes.   

                                                                                                                                          Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"En la Eucaristía el cielo viene a la tierra, el mañana de Dios desciende al presente, y en cierto modo el tiempo es abrazado por la eternidad divina".
              Benedicto XVI

martes, 30 de julio de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"María es la educadora del amor.Es fuente de amor y nos acercamos a ella para dejarnos guiar hacia la única fuente de la salvación, su Hijo, Jesús, el Salvador".
             Benedicto XVI

sábado, 27 de julio de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"La mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios es ver si amamos a nuestro prójimo"
               s.Teresa de Jesús

viernes, 26 de julio de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Todo el daño nos viene de no tener la vista puesta en ti; si no miráramos otra cosa que tu camino, pronto llegaríamos a nuestro destino"
              s. Teresa de Jesús

jueves, 25 de julio de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

   "El amor de Dios no debe ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado en nuestras obras"
                        s. Teresa de Jesús

miércoles, 24 de julio de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"No necesitamos alas para ir a buscar a Dios, sino ponernos en soledad y mirarlo dentro de nosotros mismos".
                     s. Teresa de Jesús

martes, 23 de julio de 2013

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO


Contenido de la oración cristiana
         El texto del evangelio de hoy contiene la oración breve del Padrenuestro, seguida de una exhortación a la perseverancia en la oración, confirmada con algunos ejemplos. Como la exhortación a la perseverancia reaparecerá el domingo 29º de este tiempo ordinario, este comentario se centra en el contenido de la oración.
         Es interesante conocer el momento en que Jesús enseñó esta fórmula para conocer su finalidad. Estuvo orando durante la noche y, por la mañana, los discípulos le piden que les enseñe a orar como Juan Bautista enseñó a sus discípulos, es decir, no piden aprender a orar sin más, porque ya lo sabían, ya que todo judío aprende a orar en su familia y en la sinagoga. Lo que piden es un modo de orar acorde con el mensaje que está proclamando, lo mismo que hizo Juan Bautista con sus discípulos.  Seguramente Juan enseñó a sus discípulos una forma de orar acorde con su predicación de conversión. En el Padrenuestro Jesús enseña a sus discípulos a orar de acuerdo con su mensaje, que se centra en que Dios es Padre y que va a reinar. Esto explica perfectamente el contenido de la oración. Por ello la finalidad de esta oración no es que se repita la fórmula sin más como si fuera una oración mágica (se puede hacer, despacio, siempre que sea expresión de los sentimientos del corazón) sino decir los elementos que tiene que tener la oración del discípulo de Jesús. La oración de Jesús nos ha llegado en dos formulaciones, la de san Lucas y la de san Mateo. Aquella es más breve y los especialistas la consideran más cercana a la que enseñó Jesús, pues san Mateo explicitó algunos elementos para que quedara más claro su contenido.
         Lo primero que ha de hacer el discípulo es invocar a Dios como Padre, es decir, ponerse en la presencia de Dios como Padre y sintonizar con él, sintiéndose confiadamente unido a él como hijo (san Mateo explicita que es Padre nuestro, lo que implica que hay que sintonizar también con todos los hermanos; y además que es el que está en el cielo, el Dios transcendente). A continuación lo primero que tiene que hacer el discípulo es alabar al Padre, pues la relación con el Padre debe desarrollarse en contexto de gratuidad y alabanza. La fórmula usada expresa un deseo de que todos los hombres lo alaben y reconozcan su bondad. A continuación el discípulo desea que se realice plenamente el plan del Reino de Dios. Hasta aquí todo es teocéntrico. El discípulo se siente hijo, alaba al Padre y se identifica totalmente con su plan salvador y sus implicaciones. La segunda parte es antropocéntrica. Jesús nos enseña que, en este contexto del primado de la voluntad de Dios, expongamos nuestras necesidades existenciales, la primera es el pan necesario de cada día, es decir, nuestras necesidades materiales (el pan, el vestido, la vivienda, el trabajo, la salud...), la segunda es la virtud de la penitencia, es decir, vivir constantemente en el perdón de Dios y perdonando mutuamente a los que nos ofenden, la tercera y última es la perseverancia en la fe, que es la gran tentación que acecha al discípulo.
         Toda oración del cristiano debe contener explícita o implícitamente estos elementos para que sea cristiana.
         Todo ello está contenido en la celebración de la Eucaristía. En ella todas las oraciones van dirigidas al Padre por medio de Jesús y además están dirigidas en primera persona del plural, es decir, oramos como Iglesia, unidos a los hermanos. En ella domina el tema de la alabanza, que culmina en un crescendo continuo en la doxología final. Hay quien dice que la misa “no le dice nada”; realmente “no tiene nada que decir”, puesto que no es ni un concierto ni una conferencia sino celebración comunitaria de nuestro agradecimiento al Padre en que le ofrecemos nuestra existencia y le pedimos su ayuda. En ella nos habla el Padre por Jesús en orden a su reino, sugiriéndonos motivos de conversión y colaboración en la obra del reino. En ella presentamos nuestras necesidades existenciales, materiales y espirituales. En ella el Padre nos renueva su amor entregándonos a su Hijo en la comunión. Todo ello implica una preparación remota e inmediata, pues es sacramento de la fe, y esta es oscura.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


"El hombre es fiel creyendo a Dios, que promete; Dios es fiel dando lo que promete al hombre"
              s. Agustín

lunes, 22 de julio de 2013