LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


viernes, 30 de mayo de 2014

REFLEXIONA EN PASCUA

Las diez frases más importantes del Papa Francisco en Tierra Santa

La peregrinación del Papa a Tierra Santa dejó muchas imágenes pero también grandes palabras, como la invitación a los presidentes de Israel y Palestina a rezar juntos en el Vaticano.

1. "En este lugar, donde ha nacido el Príncipe de la Paz, deseo dirigir una invitación a usted, Señor Presidente Mahmoud Abbas, y al Señor Presidente Shimon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco mi casa en el Vaticano para acoger este encuentro de oración”.

2. "¡Nunca más, Señor, nunca más! 'Adán, ¿dónde estás?' Aquí estoy, Señor, con la vergüenza de lo que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, ha sido capaz de hacer. Acuérdate de nosotros en tu misericordia”.

3. "Esas son las raíces del mal: el odio y la codicia por el dinero y la fabricación y la venta de armas. Esto nos debe hacer pensar. ¿Quién está detrás?, ¿quién da a todos los que están en guerra las armas para continuar el conflicto? También en nuestros corazones dediquemos una palabra para que esta pobre gente, criminales, se convierta”.

Francisco se reunió en varias ocasiones con los niños, que construirán el futuro de Oriente Medio. Les recordó que tienen que mirar siempre hacia adelante y denunció la situación de los niños esclavos.

4. "No dejen nunca que el pasado les determine la vida. Miren siempre adelante. Trabajen y luchen por lograr las cosas que ustedes quieren. Sepan una cosa: que la violencia no se vence con la violencia. La violencia se vence con la paz. Y la paz se alcanza con el trabajo, con la dignidad, con llevar la patria adelante”.

5. "Todavía hoy muchos niños son explotados, maltratados, esclavizados, objeto de violencia y de tráfico ilícito.

¿Somos tal vez retóricos y pietistas, personas que se aprovechan de las imágenes de los niños pobres con fines lucrativos? ¿Somos capaces de estar a su lado, de "perder tiempo” con ellos? ¿Sabemos escucharlos, custodiarlos, rezar por ellos y con ellos? ¿O los descuidamos, para ocuparnos de nuestras cosas?”

El motivo de este viaje fue conmemorar el 50 aniversario del abrazo entre un Papa y el principal líder ortodoxo tras mil años de silencio. Francisco y Bartolomé I repitieron el mismo gesto.

6. "Debemos pensar que, igual que fue movida la piedra del sepulcro, así pueden ser removidos todos los obstáculos que impiden aún la plena comunión entre nosotros”.

Por primera vez, también rezaron juntos el Padrenuestro.

En Tierra Santa están presentes las tres grandes religiones monoteístas. Francisco también contribuyó a mejorar las relaciones entre musulmanes, judíos y cristianos.

8. "Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz. ¡Salam!”

9. "Se trata de un vínculo que viene de lo alto, que sobrepasa nuestra voluntad y que mantiene su integridad, a pesar de las dificultades en las relaciones experimentadas en la historia”.

10.Este vínculo lo escenificaron el Papa y dos amigos suyos, un musulmán y un judío. Se abrazaron junto al Muro de las Lamentaciones al tiempo que decían: "Lo hemos conseguido”.

lunes, 26 de mayo de 2014

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN

 

La Iglesia, pueblo de testigos

         La glorificación de Jesús es un aspecto inseparable de su resurrección. La fiesta de hoy no significa que Jesús solo fue glorificado a partir de este momento, lo fue desde el primer momento de su resurrección. Resurrección y glorificación son dos palabras que se refieren al mismo misterio, aunque desde diversos puntos de vista. Cuando decimos resucitar queremos decir que el que había muerto, ha vuelto a la vida; cuando decimos glorificar, decimos que ha vuelto a una vida divina, una vida infinita, inmortal, compartiendo la gloria de Dios padre, no a la misma, limitada y mortal que tenía antes. Lo recuerda la 2ª lectura cuando afirma que Dios «según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo,resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro». Durante estos domingos hemos celebrado que Jesús resucitó y se apareció en diversas ocasiones a sus discípulos. Hoy celebramos la última aparición oficial y el mandato que nos dejó de ser sus testigos hasta que venga de nuevo como juez universal.

         San Lucas, en su obra Los Hechos de los Apóstoles, es el único autor que nos habla de la ascensión del Señor resucitado y de su sentido. Nos lo recuerda la 1ª lectura. En ella se nos narra cómo Jesús durante cuarenta días se apareció a los apóstoles convenciéndolos de que con su resurrección comenzaba el reinado de Dios sobre el mundo. Los apóstoles que lo escuchaban no tenían todavía ideas claras y le preguntan si ya va a tener lugar el final de la historia con el reinado definitivo de Dios, que impone su salvación a toda la humanidad. Jesús les aclara que no, que eso tendrá lugar en un momento del futuro que no nos importa conocer. Lo importante ahora es que sepamos que El había conseguido una gran cosecha salvadora con su muerte y resurrección para toda la humanidad (la 2ª lectura habla de ella) y que ahora era necesario que se invitara a toda la humanidad a aceptar voluntariamente esta salvación. Esta era la tarea de ellos. Él ya no aparecerá más visiblemente, pero esto no quiere decir que nos abandona, pues seguirá de forma invisible acompañándonos hasta el final. Y cuando Jesús subió, un ángel explica que vendrá de nuevo a juzgar vivos y muertos y pedirnos cuenta de nuestra tarea. De esta forma se nos recuerda que la Iglesia tiene un tiempo propio, entre la Ascensión y la segunda venida gloriosa de Jesús, su parusía, y que su tarea es la de ser un pueblo de testigos que invitan a toda la humanidad a aceptar a Jesús y su obra. Al final de la historia, Jesús nos pedirá cuenta a todos de esta tarea. La Iglesia aparece así como un pueblo misionero, pueblo de testigos. El libro de Los Hechos de los Apóstoles nos cuenta cómo la primera generación cristiana cumplió esta encargo. Ahora nos toca a nosotros.

         En el Evangelio san Mateo nos da a conocer otras cosas que dijo Jesús en esta aparición final y que san Lucas no cuenta. Declara que con su muerte y resurrección ya ha conseguida la plenitud del poder salvador y que ahora hay que aplicarlo a toda la humanidad. Para eso envía a los apóstoles y a toda su Iglesia a crear un discipulado especial. Si discípulo es aprender y asumir el tipo de vida de un maestro, aquí se trata de compartir la vida trinitaria y vivir de acuerdo con ella para lo que cuentan con las enseñanzas de Jesús (bautizar es sumergir; en este caso sumergiéndose en la vida trinitaria: el Espíritu une a Jesús y Jesús lleva al Padre). Para esta tarea el Glorificado estará dinámicamente presente en su Iglesia. Se va visiblemente, pero continúa activamente por medio del Espíritu Santo, capacitándonos para ser sus testigos.

         Si testigo es el que ha visto algo y lo dice, la tarea del cristiano es experimentar personalmente la salvación de Jesús y darla a conocer con la vida y las palabras. La 2ª lectura invita a pedir la gracia de conocer en profundidad la obra de Jesús para entusiasmarse con ella: que ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros.

         La Eucaristía se celebra en el tiempo del testimonio,recordando la muerte, resurrección y ascensión de Jesús, mientras esperamos su venida gloriosa. En ella el Glorificado nos invita a verle y oírle para ser sus testigos veraces.

Antonio Rodríguez Carmona

Sacerdote de la diócesis de Almería

miércoles, 21 de mayo de 2014

VI DOMINGO DE PASCUA

Prontos para dar razón de vuestra esperanza

         San Pedro, en la 2ª lectura, exhorta a todos los bautizados a estar preparados para dar razón de su esperanza. Para ello cuentan con una ayuda especial, el Espíritu Santo. En el Evangelio Jesús nos enseña que lo poseemos y nos diviniza y en la 1ª lectura se nos recuerda que nos capacita especialmente para ser testigos gozosos con nuestra vida y palabras.

         Lo normal de la vida cristiana es la alegría y la dificultad. El relato de Hechos recuerda cómo Felipe evangelizó, es decir, anunció la alegre noticia a una ciudad. Y como signo de que la recibió afirma que la ciudad se llenó de alegría. La alegría es fundamental en la vida cristiana y signo de haber sido evangelizado. Y junto a ella la persecución, totalmente compatible con ella. Si Jesús fue discutido, rechazado y llevado a la cruz, lo normal es que sus discípulos sigan el mismo camino. El rechazo revestirá diversas formas, a veces será violento y se traducirá en prisiones y muertes, a veces será ambiental y se manifestará en antipatía, marginación, silenciar, ridiculizar, poner dificultades... En esta situación existe la tentación de vivir en el gueto, huyendo de la sociedad hostil y creando un grupito aislado de la sociedad y sin influencia en ella. Pero esto es contrario al mandato de Jesús que quiere que seamos levadura en medio de la masa. Por eso contra esto nos habla san Pedro en su primera carta: no hay que huir sino vivir críticamente en medio de la sociedad como testigos, dando testimonio de nuestra fe.

Para todo ello nos capacita el Espíritu Santo. En el Evangelio Jesús nos recuerda que un fruto importantísimo de su muerte y resurrección es el don del Espíritu Santo, que habita en nosotros como defensor y espíritu de la verdad, es decir, para acompañarnos, fortalecernos y ayudarnos a conocer la verdad, vivir en ella y dar testimonio de ella. La 1ª lectura, por otra parte, recordando la actividad de los apóstoles Pedro y Juan, nos dice que capacita especialmente para ser testigos. Los cristianos hemos recibido esta ayuda en los sacramentos del bautismo y confirmación. Pero no basta haber recibido el don, hay que cultivarlo para recibir sus frutos y Jesús nos dice que este cultivo se realiza en el amor: si me amáis guardaréis mis mandamientos... y sus mandamientos se resumen en el amor. Y es lógico porque el Espíritu Santo es amor y su caldo de cultivo es el amor.

Con la ayuda del Espíritu hoy día es importante saber dar razón de nuestra fe, lo que implica esforzarnos por conocerla mejor y vivirla con alegría.

         La celebración de la Eucaristía es central en la vida del testigo. Ella es un momento fuerte de experiencia del Señor resucitado que fortalece para ser sus testigos gozosos.

Antonio Rodríguez Carmona

Sacerdote de la diócesis de Almería

martes, 13 de mayo de 2014

REFLEXIONA EN PASCUA

V DOMINGO DE PASCUA

 

Somos un sacerdocio sagrado

La liturgia de Pascua continúa ofreciendo diversas facetas de lo que significa la resurrección de Jesús. Hoy san Pedro en la 2ª lectura nos dice que Cristo, muriendo y resucitando nos ha convertido en pueblo sacerdotal: Vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.

El anhelo de todas las religiones y la finalidad de todos los sacrificios es llegar a Dios para compartir su amor, perfección y alegría. La etimología de sacrificium es lo que hace sagrado, es decir, lo que acerca a Dios. Pero ¿cómo el ser humano, finito y limitado, puede llegar a Dios, infinito, totalmente distante? Hoy día la humanidad construye medios rapidísimos para unir grandes distancias, aviones, trenes Ave... ¿Con qué medio llegar a Dios? De mil maneras lo ha intentado inútilmente la humanidad en las diversas religiones: ofreciendo alimentos, ofreciendo animales, ofreciendo velas... Pero eran caminos inválidos e inútiles, porque Dios no necesita alimentos ni animales ni velas... El único camino para llegar a Dios tiene que estar de acuerdo con su naturaleza divina. Y como Dios es amor puro, el único camino que realmente acerca a él es el amor puro. )Y quién es capaz de amar así, después del pecado original?

Dios padre, porque es amor puro, ofreció la solución: envió a su Hijo, por el que había creado todas las cosas, para que se hiciera hombre, y a sus ojos un hombre especial, pues representaba a toda la humanidad. Su tarea era recorrer el camino del amor puro en nombre propio y de toda la humanidad. Esto fue todo el ministerio público de Jesús, que vivió entre los hombres enseñando los caminos del amor y criticando las formas falsas de religiosidad. Por eso lo mataron. No murió por criminal ni con odio, sino porque hizo la voluntad del Padre por amor. Y una vida consagrada al amor, llega a Dios. Y el Padre lo resucitó porque recorrió el camino del amor. Y no solo a él sino a todos los que llevaba en su corazón, a la humanidad con la que se había solidarizado y a la que representaba. Por eso Jesús es el Camino que conduce al Padre.

Así lo explica Jesús a sus discípulos en la última cena, según el Evangelio de hoy: En la casa de mi Padre hay muchas moradas... voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros...Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Jesús resucitado ya ha vuelto y ahora nos invita a unirnos a él y él nos lleva al Padre. Por eso toda persona que lo acepta por la fe y el bautismo es sacerdote que, unido a Jesús, tiene acceso al Padre, la fuente de la felicidad. Somos un pueblo sacerdotal y nuestra ofrenda fundamental es nuestro amor que se traduce en una vida consagrada a buscar el bien de los demás. Jesús es el camino, pues se trata de que cada uno recorra personalmente el camino de amor que él recorrió, que es el único que conduce al Padre. Y además: la verdad y la vida. El sentido del conjunto es: Yo soy el camino (porque yo soy) la verdad (o revelación auténtica de Dios) y la vida (puesto que vive en el Padre y el Padre en él). Por ello Jesús no es un simple maestro de sabiduría y moral, es la presencia humanizada del Dios de la vida y el amor que sale a nuestro encuentro y nos lleva de la mano a Dios padre. Para los cristianos la única imagen válida de Dios es la revelada por Jesús: Dios es el padre de nuestro señor Jesucristo. Igualmente la moral cristiana no es un capricho impuesto por Dios sino el camino real que nos lleva a él, y como este camino es el del amor y éste se realiza en la vida secular de cada persona en su familia, trabajo y compromisos sociales, el camino que nos lleva a Dios no nos aliena de este mundo sino que nos compromete seriamente con él.      

Al servicio del sacerdocio del pueblo de Dios está el sacerdocio ministerial de los presbíteros, que tienen la tarea de hacer sacramentalmente presente el sacrificio existencial de Jesús en la Eucaristía, para hacer realidad nuestro sacrificio existencial, unido al de Cristo.

Antonio Rodríguez Carmona

Sacerdote de la diócesis de Almería

martes, 6 de mayo de 2014

REFLEXIONA EN PASCUA

IV DOMINGO DE PASCUA

 

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El Buen Pastor

El tiempo de Pascua invita a profundizar en lo que significa la muerte y resurrección y hoy lo hace con la comparación del Buen Pastor.Jesús en el Evangelio se presenta a sí mismo como pastor bueno, en la 2ª lectura nos lo recuerda san Pedro y en la primera el mismo san Pedro nos explica cómo es pastor bueno, muriendo y resucitando, por lo que Dios Padre lo ha constituido Mesías y Señor.

El símil procede de un mundo cultural rural, agrícola y ganadero, que para muchos de los actuales oyentes, inmersos en una cultura urbana, ha perdido su viveza natural y se ha convertido en un concepto vago. Pertenece a un mundo en que cada familia solía tener un poco de ganado, pero no el suficiente como para tener un pastor propio que los sacara cada día a pastar. Por eso se solía encomendar a pastores profesionales que se dedicaban a ello y, naturalmente, se procuraba buscar uno bueno, digno de confianza, en quien se podía confiar que trataría el ganado de la mejor manera posible. En la alegoría Jesús explica su obra apoyándose en cada una de las facetas de un pastor bueno: sabe que las ovejas tienen dueño y quiere corresponder a la confianza que ha puesto en él el dueño, siguiendo sus instrucciones. Por ello entra en el redil por la puerta. Conoce las ovejas por su nombre. Cuando las saca al campo, va delante de ellas abriendo camino. Busca en todo su bien. Las ovejas instintivamente lo siguen.

1. Jesús entra legítimamente en el redil porque es el enviado del Padre y sólo actúa de acuerdo con su voluntad, que consiste en que dé vida abundante. Para eso murió y resucitó. Sólo el que busca el bien de la persona está legitimado ante Dios para ponerse al frente de un grupo humano.

2. Es más. Por eso Jesús es la puerta que permite entrar y formar parte del pueblo de Dios. No hay salvación fuera de él. Cuando la humanidad perdió la posibilidad de acercarse a Dios por medio del único camino posible, que es el del amor puro, el Hijo de Dios se hizo hombre, solidario y representante de todos, y en nombre de todos recorrió el camino del amor que acerca a Dios, tarea que culminó en su muerte y resurrección. En Cristo resucitado todos tenemos acceso al Padre. Él es el camino, la verdad y la vida. Nadie puede ir al Padre sin él (Jn 14,6). Por eso Jesús no es mero maestro de moral. Es necesario unirse a él para poder entrar, porque él es la puerta.

3. Como pastor verdaderamente interesado por las personas las conoce por su nombre, es decir, con un conocimiento íntimo y real, sintonizando con su situación y necesidades reales; el suyo no un conocimiento frío o indiferente sino con un conocer que es amar. Como el Padre lo conoce a él y él al Padre, así nos conoce y quiere que le correspondamos conociéndolo de igual manera. Conocer a Jesús implica amarlo y seguirlo.

4. Va delante de ellas, pues ya ha recorrido el camino que ahora debemos recorrer, actualizando en nuestra vida la suya, actuando como buenos pastores en cada faceta de nuestra vida familiar y profesional. El seguimiento e imitación de Cristo es básico en la vida cristiana. Es necesario descubrir la alegría de seguir a Cristo.

5. Yo he venido para que tengan vida y vida abundante, hasta el punto de que dio su vida por nosotros, en contraposición a tantos que solo buscan aprovecharse del hombre, robando, matando, destruyendo, porque no les interesa el bien de las personas.

6. La persona tiene un olfato instintivo que le permite discernir quién busca realmente su bien auténtico. Pero es necesario no obstruir este olfato con intereses bastardos.

En su contexto histórico esta alegoría tiene carácter polémico, pues la expuso Jesús criticando la forma de actuar de los fariseos, que con pretextos religiosos no servían al hombre sino que se servían de él. Por eso es una llamada para revisar nuestro pastoreo en las diversas facetas de nuestra vida, familiar, social, eclesial. Nuestra forma concreta de ejercer nuestro pastoreo manifiesta nuestra fe en la resurrección.

En cada celebración eucarística Jesús actúa como Buen Pastor, que actualiza su tarea de ser puerta que nos lleva al Padre, caminando delante de nosotros y alimentándonos para realizar nuestra propia tarea de pastores en nuestro ambiente. Ahora se realiza de una forma especial lo que hemos recitado en el salmo responsorial: El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo con su palabra,... Preparas una mesa ante mi con su cuerpo y con su sangre.

Antonio Rodríguez Carmona

Sacerdote de la diócesis de Almería