LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


jueves, 31 de enero de 2013

UNA LECCIÓN PARA LA VIDA


EL PUNTO NEGRO
Cierto día, un profesor entró en el aula y les dijo a los alumnos que se prepararan para una prueba relámpago. Todos se ubicaron en sus asientos aguardando asustados el examen que venía
Entonces el profesor fue entregando las pruebas con el texto para abajo, como era costumbreDespués que todos recibieron la prueba pidió que voltearan la hojaPara sorpresa de todos, no había ninguna pregunta o escrito,  solo un punto negro al centro de la hoja.
El profesor, viendo la expresión de sorpresa que todos tenían, dijo lo siguiente:
-Ahora, ustedes van a escribir un comentario sobre lo que están viendo.
Todos los alumnos, confundidos, comenzaron entonces la terrible e inexplicable tareaTerminado el tiempo, el maestro recogió las hojas, se puso al frente de la clase y comenzó a leer las redacciones una a una en voz alta. Todas, sin excepción, definían el punto negro intentando dar explicaciones por su presencia al centro de la hojaTerminada la lectura, con la sala en silencio, el profesor comenzó a explicar:
-Esta prueba no será para la nota, solo sirve de lección para todos.
--Nadie en la sala habló sobre la hoja en blanco.
-Todos centraron su atención en el punto negro.
-Eso acontece en nuestras vidas. Tenemos una hoja en blanco entera para observar y aprovechar, pero siempre nos centramos en los puntos negros. La vida es un regalo que Dios nos dió a cada uno de nosotros con mucho cariño y cuidado. ¡Siempre tenemos motivos para celebrar!
La naturaleza que se renueva, los amigos que se hacen presentes, el empleo que nos dá sustento, los milagros que presenciamos cada día... 
¡Sin embargo insistimos en fijarnos solo en las manchas negras! El problema de salud que nos preocupa, la falta de dinero, la relación difícil con un familiar, la decepción con un amigo. 
Los puntos negros son mínimos en comparación con todo aquello que tenemos diariamente, mas son los puntos negros los que pueblan nuestra mente. Quita los ojos de los puntos negros de tu vida. Disfruta de cada bendición, cada momento que te da el Creador
Tranquilízate 

¡SE SIEMPRE FELIZ VIVE CON AMOR!
¡Piensa en eso

¡¡¡Jesús bendice tu vida!!!




REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


miércoles, 30 de enero de 2013

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Jesús, profeta rechazado
Extraña la reacción de rechazo a Jesús inmediatamente después de la admiración de los nazaretanos. Realmente se trata de un cuadro simbólico compuesto por Lucas, adelantando la escena del rechazo de Nazaret (en Marcos y Mateo viene mucho más tarde),  con el fin de presentar lo que será el ministerio de Jesús en Galilea, tipificada en los nazaretanos: en un primer momento admiran a Jesús y más tarde lo rechazan. De esta forma ofrece otra característica de la obra de Jesús, profeta rechazado.
La primera lectura recuerda que el rechazo es propio de la misión profética. Dios llama a Jeremías y le envía a oponerse a la política oficial de su época, en la que el rey y sus consejeros creen que la salvación del pueblo está en alianzas humanas con Egipto contra Babilonia. Pero Israel no es un pueblo más, es el pueblo de Dios y, como tal, su salvación está en la conversión y vuelta a Dios.  Fue un mensaje rechazado. Jesús explica su rechazo aludiendo al rechazo de los profetas.
Los nazaretanos rechazan a Jesús por envidia aldeana y por orgullo. En un pueblo pequeño todos se conocen, todos se ayudan, pero muchos se envidian y no toleran que uno, igual a ellos, destaque de una manera especial. Por otra parte, hay una expectación falsa que cree que si Dios les envía un mensajero, éste ha de aparecer con todo tipo de grandezas humanas. ¿Cómo es posible que sea el profeta anunciado por Isaías el hijo de José, que ha llevado una vida normal  entre nosotros durante 30 años? Olvidan que sus padres pidieron a Dios, cuando les hablaba entre truenos en el Sinaí, que les hablara por medios humanos, por Moisés. Dios aceptó y les prometió enviarles un profeta que hablara como ellos, un enviado que puedan comprender porque hablaba su mismo lenguaje. Este es Jesús. Pero lo rechazan y ante sus respuestas, se indignan e intentan despeñarlo por un precipicio. Pero él, abriéndose paso, seguía su camino. Con este dato Lucas alude al final del ministerio de Jesús, intentan acabar con él y lo crucifican, pero el Padre lo resucita y sigue su camino. Lucas escribe en los años 80, iluminando  la situación que vive la Iglesia de su tiempo. Hay oposición e intentos de acabar con el cristianismo, pero el camino sigue adelante.
Un poco más adelante Lucas dedicará una sección a reflexionar sobre la razón del rechazo entonces y ahora y presentará una serie de motivos que se resumen en orgullo. Orgullo religioso que rechaza a todo el que critique el puritanismo del que se cree sin pecado o que proponga una salvación diferente de la que él busca y predica. Orgullo que se manifiesta en el dogmatismo del que cree saberlo todo sobre Dios y rechaza a todo el que critique su imagen de Dios y de la vida religiosa. En el fondo se trata de personas que no aman vivir en la verdad de cara a Dios y prefieren vivir de cara a sus propios intereses. San Juan, en su evangelio, lo sintetiza en “el mundo”, que es imagen del ámbito del odio y la mentira, incompatible con el mundo de Jesús, que es amor y verdad.
El rechazo es normal en la vida cristiana. Hoy Jesús y con él sus discípulos siguen siendo rechazados, a veces por desconocimiento de su obra, que ha llegado a ellos de forma deformada y falsa, a veces conscientemente, como consecuencia de una ideología que profesa valores anticristianos y ve en el cristianismo un obstáculo a liquidar, como puede ser hoy la ideología de género. Por eso los cristianos no han de extrañarse y, recordando la parábola de la cizaña, han de evitar dedicarse a “arrancar cizaña” y se han de centrar en continuar dando razón de su fe con paciencia. Puede que haya situaciones difíciles, pero el triunfo final es de Jesús, que “continuará su camino”.
En la Eucaristía celebramos a la vez el rechazo y la resurrección de Jesús.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


viernes, 25 de enero de 2013

LA AMISTAD




Valoro muchísimo tu amistad.
Los amigos, a veces, no necesitan palabras.... Solo con mirarse se dicen mil cosas y comparten una manera especial de ver la vida.
Los amigos, a veces, se dicen palabras duras,
discuten,se hieren y se reconcilian con un abrazo.
Los amigos siempre dicen la verdad, con amor, aunque duela un poco, aunque no sea sencillo.
Los amigos son dos almas que aprenden juntas la sinceridad, la solidaridad, la alegría.
Tu y yo somos amigos, y quiero que esta amistad nunca termine.
Por eso, necesitamos estar de acuerdo en ser siempre sinceros el uno con el otro, en compartir nuestros buenos y malos momentos, en la necesidad de ayudarnos con nuestros errores.
Tu y yo somos amigos y esta amistad es uno de los TESOROS
más grandes de la vida.

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


miércoles, 23 de enero de 2013

ORACIÓN POR LA VIDA



Oh María,
aurora del mundo nuevo,
Madre de los vivientes,
a Ti confiamos la causa de la vida:
mira, Madre, el número inmenso
de niños a quienes se impide nacer,
de pobres a quienes se hace difícil vivir,
de hombres y mujeres víctimas
de violencia inhumana,
de ancianos y enfermos muertos
a causa de la indiferencia
o de una presunta piedad.
Haz que quienes creen en tu Hijo
sepan anunciar con firmeza y amor
a los hombres de nuestro tiempo
el Evangelio de la vida.
Alcánzales la gracia de acogerlo
como don siempre nuevo,
la alegría de celebrarlo con gratitud
durante toda su existencia
y la valentía de testimoniarlo
con solícita constancia, para construir,
junto con todos los hombres de buena voluntad,
la civilización de la verdad y del amor,
para alabanza y gloria de Dios Creador
y amante de la vida. Amén.

"Es urgente una gran oración por la vida, que abarque al mundo entero” Juan Pablo II

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Hoy sigue siendo Jesús  profeta-salvador

Jesús comienza oficialmente su ministerio en la sinagoga del pueblo donde ha residido hasta ese momento. Lo hace manifestando públicamente la experiencia espiritual que tuvo inmediatamente después de su bautismo, cuando experimentó cómo el Padre le ungía como mesías-profeta en la línea del Siervo de Yahvé. Aprovecha para ello la posibilidad que ofrecía el culto sinagogal, eminentemente laico (no es necesario ser sacerdote para intervenir). Leen y comentan la palabra de Dios los voluntarios que se sientan capacitados para ello. Aquel día se lee Is 61,1-2, texto profético que anuncia la futura venida de un ungido especial, profeta, enviado para evangelizar a los pobres, proclamar libertad a los cautivos, recuperación de la vista a los ciegos, liberación a los oprimidos, para proclamar un año de gracia del Señor. Jesús lee el texto y lo comenta ante la expectación del auditorio. Fue un comentario breve y actualizante, modelo de lo que debe ser una homilía: Hoy se ha cumplido esta palabra que acabáis de oír.
“Hoy” es el comienzo de un día que durará hasta el final de la Historia de la salvación. “Se ha cumplido”: con esta afirmación Jesús sintetiza toda su obra, que comienza entonces. Se refiere a su obra salvadora que va a llevar a cabo plenamente como profeta y salvador, profeta que da la luz de Dios e ilumina a los ciegos, y salvador que libera de todo tipo de esclavitud, comenzando por la esclavitud del pecado y de la muerte, siguiendo por toda clase de esclavitudes sociales . Así comenzó el Año Jubilar definitivo, que llega hasta nuestros días. Este mensaje en Nazaret fue el comienzo de una tarea que culminó Jesús con su muerte y resurrección.
Es importante renovar la conciencia de que Jesús, hoy, en este 3º domingo del tiempo ordinario, es el Viviente. No hablamos de un ilustre difunto del pasado, sino del  Señor resucitado, profeta y salvador, que hoy a cada uno nos habla como profeta y ofrece su salvación como salvador. Estamos en el Año Jubilar en que se nos ofrece perdón y salvación plena. Ahora por el bautismo hemos sido incorporados a Cristo resucitado, formando parte de su cuerpo (2ª lectura). Somos miembros de un Viviente y hemos de vivir de acuerdo con su vida del Viviente, en concreto de acuerdo con las exigencias de unidad y servicio que exige Cristo, cabeza del cuerpo. Como afirma Pablo, Vivo yo, no, es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).
Esto es  especialmente importante en el contexto de la Eucaristía, en que el Señor resucitado se hace sacramentalmente presente. Por ello en ella hay que renovar el esfuerzo de vivir el hoy de la obra salvadora. Ninguna homilía debe descuidar este aspecto. Como servicio al pueblo de Dios, ha de esforzarse por hacer ver que lo proclamado en la liturgia de la palabra, es ahora realidad en la liturgia sacrificial. En la liturgia de la palabra no se recuerda sin más lo que Dios por Jesús hizo en el pasado, sino que se anuncia lo que está haciendo ahorahoy, en que también se cumple. Jesús es el profeta-salvador que en cada celebración habla a su comunidad  y le ofrece la salvación en su situación concreta.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería.  

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


martes, 22 de enero de 2013


Bienaventuranzas en el Año de la Fe, por Javier Leoz


1. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, no tienes tu corazón exclusivamente centrado en la riqueza, en el afán de tener. Te darás cuenta que, en la pobreza, encontrarás tu libertad y tu razón de ser: eres persona.
2. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, eres manso. Comprenderás que, la violencia, solo engendra más violencia. Que la bondad, la paciencia o la humildad son como el imán: hace muchos amigos y verdaderos.
3. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, sabes llorar. Cuando hasta ti  lleguen las horas amargas tendrás cerca de ti alguien que te consuele y un pañuelo que enjugue tus lágrimas. Te acordarás de aquello: “amor, con amor se paga”. O, también, “manos que dais…qué esperáis?”.
4. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, sigues luchando por la justicia allá donde estás. Si, los mandamientos, son señales que iluminan tu conducta. Procura dejar los juicios para Dios y, cuando estés frente a Él, recogerás el fruto de tu complicidad o de tus silencios.
5. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, no dejas que nadie corrompa tu corazón; si, a tu corazón, le das la limpieza del amor y el brillo de la esperanza. En el Sacramento de la confesión encontrarás, además de un buen detergente, una Palabra del Señor, una palabra de sacerdote y una Bendición de Dios.
6. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, eres valiente; si no te andas por las ramas a la hora de defender tus convicciones religiosas; si, además, procuras nutrirte y formarte en la historia del cristianismo y de la misma Iglesia. Si lo haces así  un día, también Jesús, te defenderá y te reconocerá ante el Padre.
7. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, no ocultas lo que eres y lo que profesas; si, ante un mundo en el que todo se relativiza, eres capaz de ser una señal de la presencia de Dios. Tu recompensa, aunque ahora te parezca incierta, será grande y eterna en el cielo.
8. Bienaventurado si, en el Año de la Fe, eres pacífico; si te alejas de las situaciones de conflicto pero no rehuyes de aquellos momentos en los que, tu palabra, es necesaria para la paz o para el bienestar de los más necesitados. Ser pacífico no es lo mismo que vivir ajeno a todo.
 Seamos bienaventurados, en este Año de la Fe, aprendiendo, meditando y llevando a la práctica estos 8 caminos de felicidad que son las bienaventuranzas.
Seamos bienaventurados, en este Año de la Fe, poniendo en el eje de la rueda de nuestra vida a Cristo.
Seamos bienaventurados, en este Año de la Fe, disfrutando con las cosas de Dios y con todo aquello que la Iglesia nos propone como pautas para vivir como Dios manda.
Y es que, el Año de la Fe, es un recordatorio de cómo ser feliz y  de cómo alejarnos de los caminos de la desdicha que el mundo nos presenta como patrón del disfrute.

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


viernes, 18 de enero de 2013


El abecedario del Año de la fe

Adquirir exacta conciencia de la fe para reanimarla, para purificarla, para confirmarla y para proclamarla.
Beber de las fuentes de la Palabra para impulsar una auténtica evangelización, con nuevos métodos y con nuevo ardor. Sólo desde la Palabra sabremos a quién transmitir, por qué y para qué.
Confesar y trasferir sin miedo los contenidos de nuestra fe cristiana. Presentar aquello que creemos sin dulcificaciones ni temor a ser rechazados.
Dar valor y sentido divino a la caridad, de tal forma que nuestra generosidad sea fruto de la íntima relación con nuestra fe. Que nuestra caridad sea cristiana y no sólo humanitaria.
Estimular e incentivar a los diversos grupos existentes en la parroquia para que conozcan y profundicen más en las Sagradas Escrituras.
Facilitar el Sacramento de la Reconciliación como llamada a la perfección de la vida cristiana, y a saborear la misericordia de Dios a través del perdón de los pecados.
Gustar y consolidar la amistad con Jesucristo. Para ello, como recuerda el Papa Benedicto XVI, es necesario abandonar los desiertos excesivamente mundanos en los que se diluye nuestra vida cristiana.
Hacer de este Año de la fe una lectura objetiva, eclesial y renovadora del Concilio Vaticano II. Alejarnos de los radicalismos -en un sentido y otro- será una oportunidad para redescubrir aquel acontecimiento eclesial que ha marco un antes y después en la vida de la Iglesia.
Irradiar con alegría la experiencia de Jesucristo muerto y resucitado, mediante la recitación confiada y pública del Credo.
Jalonar toda la acción pastoral del presente Año de la fe visualizándola en el ámbito de la caridad. El presente año, y en la coyuntura de crisis, es una oportunidad para demostrar los quilates de nuestra identidad cristiana.
Leer con más detenimiento e interés la Palabra de Dios. Debemos descubrir la necesidad de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido a todos los que son sus discípulos.
Memorizar como oración cotidiana el Credo. Con ello retomaremos una buena costumbre presente ya desde los inicios del anuncio evangélico.
Nostalgia de Dios. Es decir; recuperar el deleite por las cosas de Dios a través de la liturgia, de la piedad popular, de la música sacra, polifónica, canto gregoriano, los sacramentos, y de la fe celebrada en comunidad.
Orar para que la Iglesia, con todos sus miembros, nos sintamos llamados a una constante conversión hacia el que es el único Salvador del mundo: Jesucristo.
Percibir los signos de los tiempos como una convocatoria a comprometernos mucho más desde nuestra condición de cristianos. No sirve ya el lamentarse o detectar el mal de nuestra sociedad. Es preciso ser sal, levadura y luz allá donde nos encontramos.
Querer y buscar espacios de reflexión, estudio y oración. Los jubileos bíblicos llevaban siempre al pueblo de Dios a la meditación sobre las acciones salvadoras de Dios y sobre el compromiso de la alianza.
Resolver y abandonar la timidez apostólica en la que, frecuentemente, caemos los católicos. ¿Por qué no se hace sentir mucho más la voz de los cristianos en los ámbitos políticos, económicos, sociales, etc.?
Sintetizar, para una mejor comprensión y conocimiento, el Catecismo de la Iglesia católica, con motivo del 20 aniversario de su publicación.
Testificar y transmitir, ante las realidades que nos rodean, el don de la fe. Sólo desde la experiencia, profunda y real, podremos dar razón de aquello que decimos sentir y creer.
Unir nuestra fe a la del Papa y a la de la misma Iglesia. Ésta no es otra que aquella que está basada en el cimiento de la roca de los apóstoles: una sola fe, un solo Dios y Padre.
Valorar la fe como un don recibido, pero también como una tarea a realizar. La Iglesia, por sí misma, es misionera. Un miembro de la Iglesia, o es misionero, o le falta algo a su fe: testimonio vivo de Jesucristo.
Web, blog y creatividad para hacer presente el mensaje de Jesús de Nazaret con las técnicas de los nuevos tiempos y con el tesoro que llevamos entre manos: la nueva evangelización.
Yuxtaponer, en todo momento, la fe a las opciones de cada día, la Palabra que ilumina, a las decisiones.
Zambullirse de lleno, como cristianos, en la vida eclesial. Colaborar con ella en aquello que podamos realizar, y, sobre todo, estar orgullosos de pertenecer a la Iglesia católica.

Javier Leoz


REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


martes, 15 de enero de 2013

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


La nueva economía de la alegría
San Juan da mucho énfasis al primer milagro que realizó Jesús, viendo en él un anuncio y síntesis de toda su obra: comienza el tiempo de las bodas de Dios con la humanidad por medio de Jesús y por intercesión de María su madre.
El matrimonio –hoy tan combatido por movimientos materialistas- es «el arquetipo por excelencia del amor humano, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente cuerpo y alma y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen a primera vista los demás tipos de amor» (Enc. Deus caritas est 2). Dios lo ha elegido como símbolo de su obra salvadora. Él es el esposo y la humanidad la esposa. Él se entrega totalmente a la esposa para que tenga plenitud de vida, de felicidad y de fecundidad. Todo el Antiguo Testamento fue un intento de realizar plenamente esta unión entre Dios y su pueblo, pero nunca se pudo realizar debido a la infidelidad de la esposa, siempre inclinada a seguir a los ídolos. Por eso Dios la castiga y anuncia a la vez un tiempo en que se realizará plenamente el matrimonio (1ª lectura). En este contexto tiene lugar el primer signo que realiza Jesús.
El relato de san Juan no es un relato-crónica psicológico, sino un relato con rasgos simbólicos de un hecho que tuvo lugar. Jesús aparece como amigo de los hombres, compartiendo sus alegrías; por eso asiste a la boda, con sus discípulos y su madre. La celebración de la boda en aquella época se prolongaba durante varios días, en que los invitados comían en la casa de los novios. Falta el vino, símbolo de alegría. La madre de Jesús se lo comunica a su Hijo, sugiriéndole que intervenga. La respuesta de Jesús hay que verla como rasgo teológico: Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora, (literalmente,mujer, qué [hay] entre tú y yo), es decir, Jesús va actuar y traer vino de forma independiente a toda influencia humana, porque la salvación es solo obra de Dios (hay quien interpreta la respuesta de Jesús a su madre de forma psicológica, encontrándola poco fina, pero este tipo de lectura está fuera de lugar). En el momento de la petición todavía no ha llegado su hora, es decir, el tiempo de su muerte y resurrección en que se hará efectivo todo lo que se va a significar aquí y en que él hará partícipe a su madre en su obra salvadora. Nos la dejará como madre (Jn 19,26-27).
María entiende la respuesta en sentido positivo y en sintonía con su Hijo manda a los sirvientes: Haced lo que él os diga. Se llenan de agua seis tinajas de piedra, destinadas a la purificación de los judíos, de  unos cien litros cada. Y el agua se convierte en un vino especial, como constata el mayordomo. El agua significa todo el Antiguo Testamento, tiempo de purificaciones con agua, el vino, en cambio, el Nuevo Testamento, tiempo de alegría por las bodas definitivas de Dios con la humanidad. San Juan subraya que este fue el primer signo realizado por Jesús, que manifestó su gloria y que creció la fe de sus discípulos. Signo es una realidad que lleva a otra. Aquí lleva a la realidad de las bodas de Dios con la humanidad, tiempo de alegría, todo ello fruto de la gloria de Jesús, es decir, de que comparte el poder salvador de Dios.
Este signo ofrece una síntesis de la obra salvadora de Jesús, que es íntima unión amorosa,  gozosa y fecunda entre Dios y los hombres, entre Dios y su Iglesia. Esto implica que cada cristiano ha de vivir su pertenencia a la Iglesia en una relación fiel y gozosa con el Padre por medio de Jesucristo, una unión que debe ser fecunda, engendrando nuevos hermanos. Como recuerda Pablo (2ª lectura), cada cristiano es un miembro de Cristo-Esposo y, como tal, ha recibido una tarea concreta, dada libremente por el Espíritu Santo al servicio de los demás.
Cada celebración de la Eucaristía debe ser renovación gozosa de las bodas de Cristo con su Iglesia. En ella debe ir creciendo la fe de los discípulos y perfeccionando su unión amorosa y fecunda con el Padre por medio de Jesucristo.

Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería