LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


martes, 30 de abril de 2013

VI DOMINGO DE PASCUA


El Espíritu nos acompaña y enseña
El domingo pasado Jesús resucitado nos dijo que no nos ha abandonado, sino que está en medio de nosotros por medio del amor. Hoy nos lo vuelve a decir  y añade que esta presencia implica también la presencia dinámica del Padre y del Espíritu.
Una de las facetas de la acción del Espíritu en nosotros es que nos ayuda a comprender y actualizar la palabra de Dios en las circunstancias concretas. Jesús habló anunciando la salvación en un contexto cultural concreto y con problemas concretos. Cuando cambian la cultura y los problemas,  ¿hay que repetir siempre literalmente sus enseñanzas y el resto de la palabra de Dios? ¿Es legítimo profundizar en ellas para poder iluminar los nuevos problemas  y la nueva situación cultural? ¿Es legítima la evolución doctrinal y organizativa en la Iglesia? No todos lo aceptan, como se ve después de los concilios, especialmente después del Vaticano II, en que han surgido grupos disidentes. Por otra parte surgen herejías, ¿cómo discernir la evolución correcta de la incorrecta?  Jesús anunció que es correcta y necesaria la evolución y que el Espíritu Santo ayudará a su Iglesia, especialmente a los apóstoles, sus testigos cualificados, a realizar esta profundización correctamente. El Espíritu Santo y la tradición apostólica es la respuesta correcta.
La primera lectura ofrece un ejemplo de esta acción. Recuerda el conflicto que se dio en la Iglesia primitiva a propósito de la aceptación de los no judíos en la comunidad cristiana. Todos estaban de acuerdo en que la obra salvífica de Jesús estaba destinada al pueblo judío y a toda la humanidad, pero disentían en el modo. La razón era que en los oráculos de los profetas se anuncia la venida de los gentiles a Jerusalén para participar de la salvación mesiánica, por ejemplo Is 60. Unos interpretaban estas palabras en el sentido de que los gentiles tenían que hacerse previamente judíos circuncidándose y, como tales, recibir el bautismo, pero otros, con más razón, decían que los oráculos solo anunciaban el hecho de la llegada del Mesías salvador al pueblo judío y que esta salvación también se ofrecía a los no judíos, sin necesidad de que se circuncidaran. Se reúnen delegados de las comunidades con los apóstoles y dialogan sobre el problema, incluso discuten fuertemente. Y llegan a una conclusión: no se tienen que circuncidar los gentiles, pero en las comunidades en que haya judío y gentiles, éstos deben evitar acciones repugnantes para los judíos. Para esta conclusión se fundan en el hecho de que todas las verdades deben ser coherentes entre sí y que atribuir a la circuncisión un valor salvador implicaba deformar la fe, pues solo salva la muerte y resurrección de Jesús.
Y lo interesante: se presenta la conclusión como obra del Espíritu Santo, con lo que enseñan que el Espíritu interviene por medio de estos diálogos e incluso fuertes discusiones, que son necesarias para llegar a la verdad. Lo importante es hacerlo con recta intención.
La palabra de Dios tiene que iluminar la vida de la Iglesia y de sus fieles y en aplicación concreta hay que contar con la ayuda del Espíritu Santo en los diversos niveles (toda la Iglesia, diócesis, parroquia, grupo eclesial), que actuará en la medida en que se proceda con recta intención, con la debida preparación (el Espíritu no suple el esfuerzo humano) y a la luz de toda la palabra de Dios, pues el Espíritu no se puede contradecir.
En la celebración de la Eucaristía el Espíritu nos ayuda a comprender la palabra de Jesús y llevarla a la vida.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

sábado, 27 de abril de 2013

V DOMINGO DE PASCUA


Jesús resucitado está en medio de su comunidad por el amor
 En el discurso de despedida (Jn 13-16), Jesús anuncia a sus discípulos su ida al Padre y los consuela sobre las ventajas de esta separación, va a prepararles un lugar junto al Padre y después volverá y estará a su  lado dinámicamente presente por medio de su Espíritu y el amor.
En una ciudad debidamente electrificada, el fluido eléctrico está presente en todos los edificios, pero no es efectivo en una habitación si no se pulsa el correspondiente interruptor. Igual sucede con Jesús resucitado que está presente en el corazón de todas las personas por medio de su Espíritu, suscitando buenos deseos y dando fuerzas para realizarlos. Y esto explica que la fuerza salvadora de Jesús esté presente en toda la humanidad. Pero para que todo sea efectivo, siempre es necesaria la libre colaboración de la persona, aceptando su presencia con una vida consagrada al amor,  porque Jesús no nos trata como máquinas sino como personas libres. Está dentro de nuestro corazón invitándonos a establecer una relación de amistad con él y el amor exige libertad. Y como Jesús es inseparable del Padre y del Espíritu Santo, tener relación con Jesús es tenerla con la Santísima Trinidad y convertirse en templos trinitarios. Puesto que Dios es amor, vivir inmersos en Dios es vivir inmersos en el amor. 
Este tipo de amor es un don de Jesús, que nos ha amado y capacitado para amar y con ello nos da la máxima felicidadComo el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado (Jn 15,9-11).
Este amor no es un sentimentalismoEste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.  Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.  Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando (Jn 15,12-14).         
Esto explica las palabras de Jesús: conocerán que somos sus discípulos por el amor. Lógicamente una vida consagrada al amor en la vida diaria implica la cruz, como lo implicó para Jesús. Es lo que recuerda la 1ª lectura, que hay que pasar mucho para entrar en el Reino de Dios, pero la meta, que recuerda la 2ª lectura, lo merece:  « Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él Dios - con - ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el  mundo viejo ha pasado. » (Ap 21,4-5).
La celebración de la Eucaristía es celebración del amor del Padre, que nos entrega su Hijo, y del amor del Hijo que se entrega a sí mismo como alimento de nuestro amor: si podemos amar es porque él nos ama y alimenta nuestro amor en la Eucaristía.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


martes, 23 de abril de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


EL PAPA FRANCISCO


En la homilía que el Papa Francisco predicó durante la Misa Crismal el pasado Jueves Santo en Roma, dijo dirigiéndose a los sacerdotes: esto os pido: sed pastores con «olor a oveja», que eso se note. Y esta petición puede ampliarse a todos los que somos y formamos la Iglesia, porque por el Bautismo todos participamos del sacerdocio común, y todos estamos llamados a anunciar a Cristo Resucitado, como recuerda el Proyecto de Acción Católica General “A vino nuevo, odres nuevos”El Concilio ha dado una respuesta clara… la obra de la evangelización es un deber fundamental del pueblo de Dios (AG 35).Nuestros obispos, por su parte, han dicho que la participación de todos los laicos en la misión evangelizadora de la Iglesia es hoy especialmente urgente y necesaria (CLIM 10).Todos, de algún modo, debemos ser “pastores”, y por tanto todos deberíamos “oler a oveja”.
Esto de “oler a oveja” de entrada nos puede parecer extraño, incluso podemos rechazar la idea… hasta que, teniendo presente la Palabra de Dios que hemos escuchado en este IV Domingo de Pascua (conocido como Domingo del Buen Pastor), nos damos cuenta de que nosotros ante todo “ovejas”, así lo hemos repetido en el Salmo: Somos su pueblo y ovejas de su rebaño, así que, si somos fieles a nuestro ser “su pueblo”… ¿a qué vamos a oler, sino a oveja?
El mismo Jesús nos lo ha dicho en el Evangelio: Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna. Debemos ser ovejas, aprender a escuchar la voz de nuestro Buen Pastor… y seguirle transmitiendo a otros esta experiencia, para que también puedan ser ovejas y entren a formar parte del rebaño de Cristo, como Él dijo: Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor (Jn 10, 16). Y el Señor, para traer a esas otras ovejas, cuenta con nosotros en la misión evangelizadora y formar así su rebaño, como refería la 2ª lectura: una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas.
Y en esa misión evangelizadora nos encontraremos con la situación que describía la 1ª lectura: quizá los que nosotros pensamos que están más dispuestos a escucharnos reaccionen como los judíos, que respondían con insultos a las palabras de Pablo, o como las señoras distinguidas y devotas y los principales de la ciudad, que provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron del territorio; y quizá los que nosotros pensamos que están menos dispuestos a escucharnos reaccionen como los gentiles, que se alegraron mucho y alababan la Palabra del Señor. A la hora de ser testigos del Resucitado, no tengamos ideas preconcebidas; como nos recordó el Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana (25): Los hombres tienen necesidad de esperanza para poder vivir el propio presente. El contenido de esta esperanza es «el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo». Por esto la Iglesia es misionera en su íntima esencia. No podemos tener solo  para  nosotros  las palabras de vida eterna, que se nos dan en el encuentro con Jesucristo. Esas palabras son para todos, para cada hombre. Cada persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, tiene necesidad de este anuncio. 
¿Tengo asumido que “soy oveja” de Cristo, el Buen Pastor? ¿Escucho su voz? ¿Cómo es mi seguimiento del Buen Pastor? En resumen: ¿“Huelo a oveja”? Y aun sabiéndome oveja, ¿hago de “pastor” para que otros también puedan ser ovejas de Cristo?
Tras el paso de Pablo y Bernabé por Antioquía de Pisidia, los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo. Que nosotros, sabiéndonos ovejas de Cristo y “oliendo a oveja” como nos pide el Papa, llevemos a cabo lo que el Sínodo de los Obispos indicó: afrontemos la nueva evangelización con entusiasmo. Aprendamos la dulce y reconfortante alegría de evangelizar, aunque parezca que el anuncio sea una siembra entre lágrimas (…) Sea ésta la mayor alegría de nuestras vidas entregadas. Y ojalá que el mundo actual -que busca a veces con angustia, a veces con esperanza- pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo».

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


viernes, 19 de abril de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DEL A FE


IV DOMINGO DE PASCUA



Jesús, Buen Pastor, que “huele a oveja”
En la homilía de la misa crismal del último Jueves Santo el papa Francisco invitó a todos los sacerdotes presentes a ser pastores que “huelen a oveja”, es decir, que viven entre sus ovejas, conocen sus problemas y necesidades y comparten sus alegrías y sufrimientos, saben tratarlas adecuadamente. Esta característica hay que aplicarla de manera especial  a Jesús resucitado, buen pastor, característica que subraya de una manera especial la liturgia de este domingo.
Jesús resucitado “huele a oveja” porque vivió una existencia como la nuestra menos en el pecado. Vino a nuestro “establo” encarnándose  y viviendo como uno de nosotros, mostrándonos con palabras y obras el camino que nos lleva al Padre. Por nosotros murió y resucitó, y ahora, resucitado, continúa su labor. Él nos conoce a cada uno de nosotros, nuestros problemas, dificultades, deseos y alegrías. Está en el corazón de cada hombre ofreciendo su salvación. Él comparte  su gloria con todos los testigos que han dado su vida por el testimonio (2ª lectura).
Ahora, Él nos guía y alimenta primero por medio de su Espíritu, que ha enviado a nuestros corazones, recordándonos sus palabras  y dándonos fuerzas para realizarlas.
Después por medio de su Iglesia. Todos los miembros del pueblo cristiano tenemos que ser conscientes de esta tarea, honor y responsabilidad. En la familia los cónyuges entre sí y con los hijos y con sus círculos de amistades;  en la sociedad “oliendo” a los problemas de los conciudadanos y comprometiéndonos lealmente como cristianos por el bien común; igualmente, dentro de la comunidad eclesial, como miembros del Cuerpo de Cristo, hemos de caminar juntos, preocupados mutuamente unos por otros, conociendo nuestros problemas y deseos, ayudándonos con el mutuo ejemplo, la amistad y el consejo, teniendo una preocupación especial por los miembros débiles y por los diversos tipos de ovejas que andan perdidas.
Finalmente por medio de nosotros sacerdotes, que por el sacramento del orden participamos de manera especial la tarea de Cristo buen pastor, a quienes ha encomendado la misión de hacer visible su amor y cuidado y en cuyas manos ha puesto los sacramentos que alimentan a su pueblo. Necesitamos comprometernos seriamente en oler a Cristo y oler a oveja. Jesús, antes de encomendar sus ovejas a Pedro por tres veces le pidió amor, igualmente nos pide esta amor a cada uno de nosotros, pues este amor será garantía del cuidado desinteresado de las ovejas:  « Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio hijo» (Hch 20,28). “Oler a oveja” como expresión de conocer y compartir la preocupaciones reales de los hombres de hoy y ayudarles a afrontarlas y superarlas como cristianos. El papa Francisco pide constantemente oraciones por su ministerio, igualmente los sacerdotes debemos pedir ser fieles pastores en nuestro ministerio.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


miércoles, 10 de abril de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


TERCER DOMINGO DE PASCUA


Jesús resucitado, Señor de la historia
La segunda lectura presenta un himno a Jesús resucitado porque ha recibido de Dios Padre el libro de la historia. El libro del Apocalipsis ofrece una panorámica de la Historia de la salvación, en la que habrá dificultades, persecuciones, muertes e incluso derrotas parciales,  pero al final tiene lugar la victoria de Dios por medio de Jesucristo. Al comienzo de sus visiones, el libro narra la escena dramática de la humanidad dolorida porque parece que el libro de la historia no tiene dueño y no hay quien lo abra, pero Dios Padre lo entrega a Cristo resucitado, el Cordero degollado, a quien constituye jefe y salvador. Con ello se nos enseña simbólicamente la riqueza que tiene la resurrección de Jesús: con ella se ha realizado el plan de Dios en la historia y ya se ha conseguido la cosecha del Reino de Dios. Ya es realidad la nueva humanidad, el cielo nuevo y la tierra nueva. Ahora es el tiempo de distribuir la cosecha, porque Dios quiere que la conozcan todos los hombres y todos se aprovechen libremente de ella.
Los cristianos, que ya compartimos la gracia de la nueva humanidad, tenemos la tarea de darla a conocer y de trabajar para que la historia que se construye cada día, esté orientada a esta nueva humanidad, en que reine la justicia, la fraternidad y el amor. Para ello contamos con la ayuda del Espíritu Santo. Pero en esta tarea nos encontramos también con la fuerzas que luchan por todo lo contrario, por el mundo del egoísmo, la injusticia y la insolidaridad. Actúan desde  el poder político, económico y cultural   con unas fuerzas aparentemente superiores a las nuestras. E inevitablemente habrá lucha. La certeza de que la victoria es nuestra es un acicate para luchar, conscientes de que estamos en el justo camino y que la victoria final ya ha tenido lugar.
La primera lectura habla de cristianos perseguidos por las autoridades que prohíben dar testimonio y “contentos de haber merecido aquel ultraje”, porque estaban ciertos de la resurrección de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo daban testimonio. El Evangelio, por su parte, habla de solidaridad y amor. Jesús se aparece y comparte con  un grupo de discípulos que actúan solidariamente; en la segunda parte del relato Jesús confía sus ovejas de una manera especial al que ama también de una manera especial. Solidaridad y amor dentro de la comunidad son también necesarios para llevar adelante la tarea de construir la nueva humanidad, junto con Jesús. Nuestra forma de vida es la primera manera de hacer historia, pues debe ser testimonio elocuente de la nueva humanidad que anunciamos. Por eso la división de los cristianos es un antitestimonio.
En la celebración de la Eucaristía actualizamos la escena del Evangelio. En ella, unidos solidariamente, celebramos la presencia de Jesús en la oscuridad de la fe. Ninguno pregunta quién es porque todos sabemos que es el Señor el que está en medio de nosotros. Él prepara la comida, pero nos pide que cada uno pongamos un trozo, que sea fruto de nuestro trabajo por un mundo mejor. Y así fortalece nuestra condición de testigos de la resurrección.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


domingo, 7 de abril de 2013

PALABRA DE VIDA. MES DE ABRIL 2013


«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros» (St 5, 9).
Para entender mejor la Palabra de vida que se nos propone este mes, hay que tener en cuenta las circunstancias que dieron lugar a ella: los inconvenientes que se daban en las comunidades cristianas a las que iba dirigida la carta del apóstol Santiago. Se trataba de escándalos, discriminaciones sociales, un uso egoísta de la riqueza, explotación de los obreros, una fe a base de palabras más que de obras, etc. Todo ello originaba resentimiento y malhumor de unos con otros y creaba un estado de malestar en toda la comunidad.

«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros».

Por lo que se ve, ya en la época apostólica se podía observar lo que también hoy vemos en nuestras
comunidades: las mayores dificultades para vivir nuestra fe no suelen ser las que proceden de fuera, es decir, del mundo, sino las que provienen de dentro, de ciertas situaciones que allí se producen y
de comportamientos de nuestros hermanos que no se ajustan al ideal cristiano. Y esto provoca una sensación de malestar, desconfianza y desánimo.

«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros».
Pero si todas estas contradicciones e incoherencias más o menos graves tienen su raíz en una fe no siempre iluminada y en un amor aún muy imperfecto a Dios y al prójimo, la primera reacción del cristiano no tendrá
que ser la impaciencia ni la intransigencia, sino la que Jesús enseña. El reclama una paciente espera, comprensión y misericordia, que contribuye al desarrollo de esa semilla del bien que ha sido sembrada en
nosotros, como explica la parábola de la cizaña (cf. Mt 13, 24-30.36-43).


«Hermanos, no os quejéis los unos de los otros».
Entonces, ¿cómo vivir la Palabra de vida de este mes? Ésta nos plantea un aspecto difícil de la vida cristiana. También nosotros formamos parte de distintas comunidades (la familia, la parroquia, la asociación, el lugar de trabajo, la comunidad civil), donde lamentablemente puede haber muchas cosas que a nuestro juicio no están bien: temperamento, punto de vista, modo de hacer de alguna persona, incoherencias que nos hacen sufrir y nos provocan reacciones de rechazo.
Pues ahí tenemos otras tantas ocasiones de vivir la Palabra de vida de este mes. Pongamos la tolerancia y la comprensión en el lugar de la murmuración o la condena, como sería nuestra reacción; luego, dentro
de nuestras posibilidades, practiquemos también la corrección fraterna: y demos sobre todo un testimonio cristiano respondiendo a las eventuales faltas de amor o de compromiso con un mayor amor y compromiso por nuestra parte.
Chiara Lubich


REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


viernes, 5 de abril de 2013

ENTRA EN TU INTERIOR


– ¿Realmente nuestra fe nos motiva a
construir una comunidad alternativa,
alejada del egoísmo y de la muerte?
¿En qué se puede percibir esto hoy entre
nosotros? ¿Qué aporto yo para que
sea posible?
– Reconoce la “dureza de corazón” en
tus cansancios, falta de fe, activismo
vacío, frustración, incoherencia personal
o comunitaria… al querer vivir
la solidaridad concreta. Con todo ello,
preséntate a Jesús que sigue contando
contigo y que te sigue enviando.

ORAR EN PASCUA

Nos pides ir a los otros,
salir de nuestras comodidades,
afrontar los riesgos de la intemperie,
para vivir en estado de misión.
«Id», es tu mandato,
para anunciar el Reino y su presencia.
Para ser signos de Evangelio
y hermanos de todos.
«Id», es tu enseñanza,
abriendo camino para el paso
del sembrador,
delante de ti, eco y mensaje
del que va a venir
porque ya está-con-nosotros.
«Id», es tu ejemplo, de dos en dos,
caminada compartida,
vivencia comunitaria,
testimonio fraterno, aprendiendo juntos.
«Id», aunque seáis pocos,
porque el Reino es levadura,
y somos llamados a ser
fermento en la masa...
aporte sencillo y humilde,
«Id», atentos y preparados,
habrá conflicto y dificultad,
presencia de la cruz,
que es garantía de seguimiento fiel.
«Si quieres seguirme...»
«Id», en sencillez real,
empobrecidos por el Reino
para vivir sin aferrarse y aprender a confiar.
Dios está, provee, cuida y protege
sólo Dios basta.
«Id», nos invitas mirando al corazón
y descubriéndonos que podemos,
si nos animamos… si nos unimos…
si nos des-instalamos
de nuestras seguridades
para vivir, como Tú.

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


ENTRA EN TU INTERIOR


– Evoca algún momento en el que has
sentido la presencia del Señor en la
comunidad de acción solidaria en que
participas o en la persona de alguien,
destinatario de la misión que realizas.
– Descubre en ellos alguno de los valores
que movían a Jesús: sentido de fe,
solidaridad concreta, disponibilidad total,
cercanía al necesitado, restablecer
al excluido…
– Da gracias por los hermanos y hermanas
con quienes compartes la labor, y
pide que Jesús sea el motor que siga
moviendo todo con el ardor de su presencia.

ORAR EN PASCUA

Queremos ser mensajeros de tu Palabra;
danos valentía para llevarla
por todos los rincones
de nuestra sociedad, Señor.
Queremos ser sembradores
de tu Esperanza;
danos perseverancia
para no bajar los brazos
y empezar cada día como si fuera
el primer día de labranza.
Queremos ser anunciadores
de Buenas Nuevas;
danos alegría para contagiar a otros
la gratuidad de tu amor.
Queremos ser una mano tendida al otro;
danos compasión para sentir
con tu espíritu
y actuar con tu compromiso.
Queremos ser peregrinos
de tus caminos;
estar siempre en movimiento,
sin instalarnos, sedientos
siempre de búsqueda
y de encuentro.
Muéstranos el horizonte,
mantén vivas las utopías,
ayúdanos a seguir adelante.
Queremos ser tus testigos,
Señor de la Historia;
queremos mostrar con nuestra vida
que Tú estás en medio de nosotros.
Danos la fe a toda prueba de tantos
que, a diario y sin primeras planas,
hacen santo tu nombre
porque hacen presente en este mundo
al Dios-con-nosotros,
con vida, testimonio y ejemplo
de hermanos-de-todos.

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miércoles, 3 de abril de 2013

ENTRA EN TU INTERIOR

– Retoma de nuevo las expresiones
sobre la Eucaristía en clave solidaria,
que aparecen en la reflexión del
evangelio. Puedes leerlas despacio y
quedarte repitiendo aquella que cobre
un sentido especial, por algún motivo,
para ti.
– Crea tu misma expresión, “Eucaristía
es…”, a partir de tus experiencias de
compartir o de recibir el don solidario
de otro. Da gracias por la íntima comunión
que crece en nosotros “al partir el
pan”.

ORAR EN PASCUA

Andando por el camino,
te tropezamos, Señor,
te hiciste el encontradizo,
nos diste conversación.
Tenían tus palabras
fuerza de vida y amor,
ponían esperanza
y fuego en el corazón.
Te conocimos, Señor,
al partir el pan,
Tú nos conoces, Señor,
al partir el pan.
Llegando a la encrucijada,
tú proseguías, Señor;
te dimos nuestra posada,
techo comida y calor;
sentados como amigos
a compartir el cenar,
allí te conocimos,
al repartirnos el pan.
Andando por los caminos
te tropezamos, Señor,
en todos los peregrinos
que necesitan amor;
esclavos y oprimidos
que buscan la libertad,
hambrientos, desvalidos,
a quienes damos el pan.

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


martes, 2 de abril de 2013

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA




Testigos de la resurrección.
El Evangelio nos presenta hoy en un apretado abanico los dones pascuales que nos ha conseguido Jesús resucitado: el Espíritu Santo, el perdón de los pecados, la paz, la alegría.
Nos ha traído el Espíritu Santo, que nos ha incorporado a Jesús resucitado, nos ha dado vida nueva, nos ha dado ojos y corazón nuevos, nos fortalece en la fe y en amor y nos acompañará hasta la meta final.
Con el Espíritu nos ha traído el perdón de los pecados, con el que recibimos amnistía de todas nuestras faltas y podemos estrenar corazón de carne, nuevo, capaz de amar y actuar como hijos de Dios.
Con ello nos ha traído la paz, chalom, armonía¸ la verdadera armonía con todo lo existente: hijos de Dios y hermanos entre nosotros
Con ello también  nos  ha traído la verdadera alegría, participación de su alegría, cuyo fundamento es la certeza de que él y el Padre nos aman, nos ofrecen un futuro, nos acompañan, y nos harán compartir su gloria. Es la alegría de tener una vida con sentido, incluso en las dificultades y el dolor.
Nos ha encomendado la misión de anunciar como testigos estos dones a todos los hombres.
Somos enviados en calidad de testigos de la resurrección. Testigo es el que ha visto y experimentado y lo dice. Por ello nuestro testimonio tiene que primariamente eminentemente vital: se nos tiene que notar en nuestra vida que somos  gente alegre, y pacificada, personadas que han recibido el Espíritu  y el perdón. Y además debemos darlo a conocer.
La alegría cristiana es participación de la alegría de Jesús, a su vez participación de la alegría del Padre, el Dios de mi alegría. Jesús quiere que la compartamos plenamente;  por ello la pide al Padre: Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos plenamente mi alegría (Jn 17,13), y no indica el camino, el mandamiento nuevo:  “ Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn 15,9.11). Un cristiano triste es un antitestimonio.
Otro signo testimonial importante es la paz, don de Dios, que ha creado en nosotros la verdadera armonía se der y sentirnos hijos y hermanos. Y con la fuerza del Espíritu la capacidad de vivirlo con alegría, aceptándonos y aceptando a los demás. El cristiano es una persona interiormente pacificada y creadora de paz. La persona incordiante es un antitestimonio. Como creadora de paz el cristiano con la ayuda del Espíritu ha de dar testimonio denunciando con audacia todas las situaciones injustas contrarias al plan de Dios sobre los hombres.
La celebración de la Eucaristía es el momento fuerte de la experiencia del resucitado, que fortalecerá nuestra alegría y nuestra paz.
Antonio Rodriguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

ENTRA EN TU INTERIOR


– ¿Cuáles son las cosas que preocupan,
interesan o movilizan la vida de las personas
que conozco en mi ambiente?
Trato de ver en ellas la presencia o ausencia
de lo que le interesaba a Jesús.
– ¿De qué manera miraría Jesús tales
situaciones y personas?
Dejo que de mi corazón brote una oración
en la que yo no sea el centro de la
súplica o la acción de gracias.

ORAR EN PASCUA

Dame, Señor, tu mirada
y pueda yo ver desde ahí
el día que empieza, el sol que calienta
y que cubre los montes de luz.
Dame, Señor, tu mirada
y que pueda gozar desde ahí
que el día declina
y anuncia las noches de luna
cuando viene abril.
Dame, Señor, tu mirada.
Grábala en el corazón
donde tu amor es amante,
tu paso constante, tu gesto creador.
Dame, Señor, tu mirada
y entrañas de compasión.
Dale firmeza a mis pasos,
habita mi espacio
y sé mi canción.
Dame, Señor, tu mirada
y entrañas de compasión.
Haz de mis manos ternura.
Aquí estoy, Señor.
Ponme, Señor,
la mirada junto al otro corazón
de manos atadas, de oculta mirada,
que guarda y calla el dolor.
Siembra, Señor, tu mirada
y brote una nueva canción
de manos abiertas, de voz descubierta
sin límite en nuestro interior.

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


lunes, 1 de abril de 2013

ENTRA EN TU INTERIOR

– ¿Cuándo fue la última vez que experimenté
el gozo interior de dar o de recibir
de una persona en situación de
necesidad? Recuerdo este momento y
revivo lo que viví.

– Doy gracias por los encuentros inesperados en los que Dios me sale al
paso invitándome a la alegría.

– Traigo a mi oración a las personas con
las que vivo, oro por sus situaciones
concretas y veo cómo puedo hacerme
más “próximo” a ellas.
 

ORAR EN PASCUA

Danos tu Espíritu, Jesús,
para descubrir la presencia
de Dios en cada instante
y vivir en la alegría
del encuentro y la alabanza.


Enséñanos a vivir con alegría
los hechos cotidianos de nuestra vida.
Que no nos invada
el desaliento de estos tiempos.

Que no perdamos la esperanza,
la sorpresa, la capacidad de asombro,
la gratitud de encontrarte,
caminando a nuestro lado,
mientras construimos
nuestro proyecto de vida.

Que nuestro anuncio
y nuestro testimonio
sepan transmitir los valores
por los cuales viviste,
moriste y resucitaste.

Que nos animemos
a dar la vida por los otros.
Que nos atrevamos a cambiar
la lógica del tener y del consumo,
por la alegría del dar y de la entrega.

Danos tu Espíritu, Jesús,
para aprender a vivir con alegría
y transmitiendo alegría,
en nuestro diario testimonio
de discípulos seguidores tuyos
que, lleno del Espíritu,
pasaste haciendo el bien, dando la vida.

Escucha nuestra oración.
Ven a nuestro encuentro,
cambia nuestros corazones
y llénalos de la alegría del Evangelio.