LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


sábado, 31 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Pidamos, pues,con insistentes súplicas al divino Redentor esta paz que él mismo nos trajo. Que él borre cuanto pueda poner en peligro esta paz y convierta  a todos en testigos de la verdad,de la justicia y del amor fraterno".
                Juan XXIII

viernes, 30 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Es evidente que Jesús rechaza el mal, el pecado, no importa quien lo cometa; pero ¡cuánta comprensión muestra hacia la fragilidad humana y cuánta bondad hacia el que ya  sufre a causa de su miseria espiritual y, más o menos conscientemente, busca en él al Salvador!".
              Juan Pablo II

jueves, 29 de agosto de 2013

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO


Humildad y gratuidad en el seguimiento de Jesús
         El Evangelio recuerda que Jesús aceptó la invitación a comer que le hizo un fariseo importante del pueblo. Ha venido a buscar y salvar al hombre y por ello está abierto a todos y siempre con una actitud evangelizadora, como reflejan estas enseñanzas a propósito de lo que estaba viendo: “Notando que los invitados buscaban los primeros puestos”... En este contexto exhorta a la humildad y la gratuidad, necesarias para seguirle en el camino.
         Humildad es la verdad, es decir, reconocer nuestra realidad personal y actuar conforme a ella, ni más (orgullo, soberbia) ni menos (complejos de inferioridad). Humanamente es importante vivir en la propia verdad, de acuerdo con las cualidades y posibilidades que tenemos, para poder realizarnos plena y gozosamente; hay quien se siente fracasado y triste por situarse en la mentira, con un vestido que le viene demasiado ancho. Inseparable del reconocimiento de las propias cualidades es el reconocimiento del aprecio que se nos debe por ello. En este punto lo decisivo no es el aprecio que cada uno tenga de sí mismo sino el que tengan los demás a la luz de las cualidades que vean en nosotros y de nuestro comportamiento. En la parábola el que se sienta en los primeros puestos tiene una excesiva estima de sí mismo, pero el que decide el puesto es el que invita a la comida, que le manda retroceder. Si es importante la humildad en la convivencia humana normal, igualmente lo es  en la comunidad eclesial, cuya ley fundamental es el amor y el servicio. El papel del discípulo es el de Jesús, que en la Última Cena presidió y lavó los pies de los discípulos a la vez. Aquí cada uno debe esforzarse en vivir en la verdad, de acuerdo con los carismas que ha recibido para servir y no para presumir o recibir honores. El orgullo ha sido causa de muchas desgracias en la Iglesia desde el primer momento, como atestigua Pablo: «No seamos vanidosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros... Pues si alguien cree ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. Que cada uno examine su propio comportamiento; el motivo de satisfacción lo tendrá entonces en sí mismo y no en relación con los otros. Pues cada cual carga con su propio fardo» (Gal 5,26-6,5).
         En esta línea nos invita a la humildad  la 1ª lectura: «Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes». Jesús profundiza esta idea cuando afirma que Dios se complace en revelar sus secretos a los humildes (11,25) y, como consecuencia, invita a tener corazón de niño para entrar en el Reino (Mt 19,13-15), es decir, ser personas que reconocen sus limitaciones con naturalidad y saben depender con naturalidad: La autosuficiencia orgullosa aparta de Dios y de los hombres.
          En el tiempo de la nueva evangelización Jesús nos invita a una humildad radical y a no buscar oropeles personales. Debemos recitar con frecuencia el sal 130:Señor, mi corazón no es ambicioso ni mis ojos altaneros, no pretendo grandezas que superan mi capacidad, sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre...
         Junto a la humildad Jesús exhorta a la gratuidad, tan necesaria en la cultura utilitarista y de consumo que vivimos en que se mide a las personas por lo que tienen y pueden dar. La gratuidad es fruto inseparable del amor. El que da gratuitamente no espera recibir nada como contraprestación; da porque porque reconoce la dignidad del otro y lo estima. Dios nos ha dado a todos gratuitamente la vida, a todos nos ha hechos hijos suyos y hermanos entre nosotros. Como somos limitados, nos manda que nos ayudemos y completemos nuestras deficiencias en un contexto de amor. En este contexto es legítimo el comercio e intercambio de bienes justo, pero viendo siempre en el otro un hermano. Y como desgraciadamente hay hermanos que no tienen medios para intercambiar, se nos manda ejercer la gratuidad con ellos. En la medida de sus posibilidades, el discípulo de Jesús ha de ejercer la gratuidad en las diversas facetas de su vida. La Iglesia debe ser signo de la gratuidad de Dios.
         La 2ª lectura nos recuerda que somos miembros de una caravana cuya cabeza, Jesús, ya ha llegado a la meta y está intercediendo por nosotros. Humildad y gratuidad son necesarias para caminar hacia la meta, que vale la pena.
         En la celebración de la Eucaristía Jesús nos vuelve a recordar a los que estamos a su mesa que imitemos su humildad y gratuidad. La Eucaristía supone humildad y gratuidad y la alimenta.

Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"En el bautismo habéis muerto y habéis nacido. El agua de salvación ha sido a la vez vuestra tumba y vuestra madre. ¡Oh extraña, inconcebible verdad! Nosotros no hemos muerto ni hemos sido enterrados físicamente, ni hemos sido crucificados para resucitar de nuevo... En cambio, nuestra salvación se ha realizado de verdad".
              S. Cirilo de Jerusalén

martes, 27 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"El Señor...nos ha visitado como un médico visita a los enfermos, pues para sanar la inveterada enfermedad de nuestra soberbia, nos ha ofrecido el nuevo ejemplo de su humildad; nos ha liberado a nosotros, que éramos siervos del pecado y esclavos del antiguo enemigo".
            Beda el Venerable

domingo, 25 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"El pan que no usas es el pan del hambriento; el vestido colgado en tu armario es el vestido del que está desnudo; los zapatos que no te pones son los zapatos del que está descalzo; el dinero que tienes guardado bajo llave es el dinero de los pobres;  las obras de caridad que no haces son otras tantas injusticias que tú cometes".
                   s. Basilio el Grande

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Seguir a Cristo es tomarle como nuestro modelo, recibir alimento de su  gracia y dejar que sólo él sea la recompensa por nuestros pecados".
            s. Clemente de Alejandría

sábado, 24 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


     "El silencio interior y la paz del corazón no apagan nunca  el llamamiento a las solidaridades humanas
venidas  directamente del Evangelio".
                                                   Roger de Taizé

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"La venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador,sino que su eficacia continúa y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si ordenamos nuestra coducta conforme a sus mandamientos".
                 s. Carlos Borromeo

viernes, 23 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Sin el peso de la aflicción no se puede llegar a la cima de la gracia; que todos comprendan que la medida de los carismas aumenta en proporción con el incremento de las fatigas".
               s. Rosa de Lima

jueves, 22 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"La verdadera enseñanza que trasmitimos es lo que vivimos;y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos".
               San Francisco de Asís

miércoles, 21 de agosto de 2013

martes, 20 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


"No hay nada más bello que un rostro que se haya vuelto transparente por toda una vida de penas y alegrías, de combates y de paz interior". (Roger de Taizé)
                                                    

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO


El seguimiento de Jesús implica un firme compromiso y navegar contra corriente
         Jesús continúa caminando hacia Jerusalén por una senda estrecha que lo llevará a su glorificación e invita a sus discípulos de todos los tiempos a seguirle con seriedad para poder compartir su gloria, cuya puerta es estrecha.
         En tiempos de Jesús, lo mismo que ahora, no era infrecuente entre la gente piadosa preguntarse sobre el número de los que se salvan. La experiencia dice que son muchos los que viven ajenos a preocupaciones religiosas, que vivimos en un mundo donde reina la injusticia. Jesús no responde directamente a esta curiosidad sino que exhorta seriamente a la conversión, pues estamos en el plazo concedido gratuitamente para ello. Hay que esforzarse seriamente por entrar por la puerta que conduce a la salvación, pues es estrecha. Se habla de una sola puerta (con artículo determinado, la puerta) y ésta además es estrecha, lo que exige un esfuerzo y que se entra de uno en uno, es decir, por una decisión personal. Además el entrar no depende solo del hombre, sino también y especialmente del «amo de la casa », que, a la luz del contexto es el propio JesúsEl amo la cerrará cuando lo determine libremente y ya no será posible la entrada. Entonces, cuando ya haya terminado el plazo de conversión,  no será posible la entrada y no valdrá apelar a que fueron oyentes de Jesús y compartieron con él comida y bebida. A nivel histórico la frase se refiere a los contemporáneos de Jesús, pero Lucas piensa también en los cristianos de todos los tiempos que asisten a la Eucaristía y no se convierten. Jesús rechaza esta motivación, pues «No sé quiénes sois […] No sé de dónde sois »Saber tiene un matiz volitivo, conocer con amor. No basta haber tenido una relación material con Jesús, es necesario que esa relación sea amistosa, entre personas que se aman mutuamente, lo contrario es una profanación, que Jesús rechaza con palabras del Sal 6,9: «Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad ».  A continuación cambia la escena y se describe el banquete que tiene lugar en la sala de fiestas con Jesús y la situación dolorosa de los que quedan fuera. En la mesa del reino de Dios estarán sentados Abraham, Isaac y Jacob, los profetas y muchos gentiles de los cuatro puntos cardinales, mientras que los que no se han convertido quedarán fuera  con «llanto y el rechinar de dientes ». Como consecuencia hay últimos, gentiles y pecadores que se han convertido, que serán primeros, y primeros que serán últimos y quedarán fuera, contemporáneos de Jesús y cristianos que no se convierten y no son reconocidos como tales por Jesús. Es el cumplimiento de la promesa recordada en la 1ª lectura de gentiles que vendrán de lejos a tomar parte del pueblo de Dios.
         El seguimiento de Jesús es serio y exige navegar contra corriente contra las tendencias de la mayoría, lo que implica sufrimiento, paciencia y fortaleza. Es uno de los medios que emplea Dios, nuestro padre, para educarnos como hijos suyos (2ª lectura). Las dificultades hacen crecer la calidad de nuestra vida filial.
            Esta invitación exigente a la conversión contrasta con los textos sobre la misericordia divina. Ambas afirmaciones son verdad y hay que mantenerlas en tensión permanente, evitando tanto el «compadreo» con Dios  como el temor terrorífico. Dios padre pide un amor serio, que se traduce en convertirse y en tomar en serio las palabras de Jesús.
         En la celebración de la Eucaristía compartimos un adelanto sacramental del banquete final junto con los patriarcas y todos los elegidos. En él Jesús “predica en nuestras plazas y comemos y bebemos con él”, pero es necesario que nos unamos a su camino estrecho que lleva al Padre.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

lunes, 19 de agosto de 2013

domingo, 18 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"La caridad es sin duda mayor que cualquier regla. Por otra parte, todas las reglas deben conducir a la caridad". s. Vicente de Paul


REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"No hay pecado ni mal que le de al hombre un anticipo del infierno en esta vida como la ira y la impaciencia". 
                   s. Catalina

sábado, 17 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Aparte de la cruz, no hay otra escalera por la que podamos llegar al cielo".
                         s. Rosa de Lima

jueves, 15 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"En la medida en que se ama algo temporal, se pierde el fruto de la caridad". Santa Clara
                                     

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"La fe en la que sentimos íntimamente  que nuestra vida no está encerrada en el pasado, sino atraída hacia el futuro, hacia Dios, allí donde Cristo nos ha precedido y detrás de Él, María".
                   Benedicto XVI

martes, 13 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Siempre encontramos que los que caminaban más cerca de Cristo fueron los que tuvieron que soportar las pruebas más grandes"
                      s. Teresa de Jesús

DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO


El cristiano ha de ser constructor de la paz y esto implica luchar contra las paces injustas y el ser perseguido
Jesús ha venido a traer la verdadera paz, creando la verdadera armonía entre todas las personas. El hebreo chalom, paz, significa etimológicamente armonía, orden, salud (pues hay salud cuando cada miembro del organismo actúa armónicamente con relación con los demás). Un sentido secundario es tranquilidad, fruto de la armonía entre todos los miembros. Jesús, muriendo y resucitando, ha creado la verdadera paz, pues ha establecido la debida armonía entre el hombre y todos los seres: con Dios, pues nos ha hecho hijos; entre nosotros, pues nos ha hecho hermanos: con las cosas, pues las ha hecho medios. Por ello para el cristiano la paz no es una teoría ni un libro, sino una persona: Él es nuestra paz (Ef 2,14). Por el bautismo nos unimos a Jesús y así recibimos radicalmente el don de la paz, en él somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros, estamos radicalmente pacificados, con una vida con sentido.
Pero la paz traída por Jesús rompe la falsa paz-tranquilidad existente en el mundo, fundada en el egoísmo y poder de unos pocos y que se traduce en opresión, hambre, miseria, dolor y muertes. Este es el sentido de las palabras de Jesús: la verdadera paz que él trae rompe la falsa paz-tranquilidad existente y, como consecuencia los que crean y se benefician de este desorden se alzaron contra él y se alzarán contra sus seguidores que continúan su obra.
La paz es un don de Dios que se nos da en Cristo por medio del Espíritu, uno de cuyos frutos es la paz (Gal 5,22), pero es también una tarea que hay que realizar. Por ello en las bienaventuranzas se felicita a los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9). Hay que trabajar por la paz verdadera, luchando contra la falsa paz-tranquilidad existente en el orden-desorden mundial en el orden político y económico: hambre en el mundo, explotación laboral, muerte de inocentes… La consecuencia será la persecución, compartiendo la suerte de Jesús. La 1ª lectura recuerda la persecución del profeta Jeremías por su predicación de la verdadera paz en nombre de Dios, mensaje contrario a la política oficial. El cristiano que trabaja por la paz ha de ser consciente de su suerte y ha de estar preparado a sufrir con paciencia: corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo (2ª lectura).  
Trabajar por la paz implica tener una postura activa en política, que no consiste en pertenecer a un partido político, que también, sino en estar informado de todo lo que sucede, tomar parte activa en la denuncia de toda injusticia y colaborar en la solución de los desórdenes sociales por medios no violentos activos. Vivimos en tiempos de descrédito de la política, sin embargo la democracia es lo mejor dentro de lo peor, que sería una dictadura como alternativa. La persona que “no quiere saber nada de política” es el mejor abono para que prospere la corrupción política, pues con su pasividad está permitiendo que otros continúen con sus abusos.
En la celebración de la Eucaristía compartimos la muerte de Jesús y nos alimentamos para seguir luchando y poder compartir también su resurrección
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

SOEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN AL CIELO


María, signo de esperanza. Se puso en camino de prisa a la montaña
         La segunda lectura ofrece el marco teológico de la presente celebración. Cristo ha resucitado y nos ha capacitado para seguir su camino y resucitar con él:Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto. Y María ha ocupado un puesto especial, porque estuvo unida a Jesús y a su obra de una manera especial. Por ello hoy celebramos que ya comparte plenamente la gloria de la resurrección con su hijo, Jesús. Por ello igualmente es para nosotros un signo de esperanza de que también llegaremos a esta meta gloriosa, en que satisfaremos todos nuestros anhelos de felicidad. La primera lectura presenta una mujer glorificada, que representa el triunfo final de la Iglesia, que hace presente a Jesús en medio de persecuciones. En María, como miembro especial de la Iglesia, se hace realidad esta imagen de una manera singular.
         La asunción de María es paralela a la ascensión de Jesús. Él subió con su humanidad a la gloria por su propio poder divino como meta final de un camino salvador que comenzó en Galilea (Lc 9,51) y culminó en su exaltación, ella fue subida porque recorrió como discípula el camino salvador abierto por Jesús, cuyo final es compartir su gloria. Al igual que la meta de Jesús no fue un acto aislado, puntual, sino la culminación de toda una vida consagrada a hacer la voluntad del Padre, sirviendo a sus hermanos los hombres, así la meta de María fue la coronación de toda una vida haciendo la voluntad de Dios en el seguimiento de Jesús.
         El Evangelio de hoy ofrece un momento de esta vida, que refleja de forma ejemplar lo que fue toda su existencia: se entera de la gravidez de Isabel y se puso en camino de prisa a la montaña. Hay que recorrer el camino abierto por Jesús y que conduce a la meta y hay que hacerlo de prisa, animosos, con los cinco sentidos en la tarea. Es un camino a la montaña, al lugar de Dios, que, por una parte, es Calvario y, por otra, glorificación. Es un camino de servicio, visita a Isabel para servirla durante este tiempo hasta el nacimiento de su hijo, una tarea aparentemente “profana”, pues el servicio a Dios se realiza sirviendo a los hermanos en las tareas de este mundo. Finalmente recorre el camino con dos pies, la fe y la oración.
         María es la creyente. Acepta el anuncio del ángel: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. ¿Y qué pasó? No notó nada, pero creyó y se puso en camino. La fe es oscura, pero Dios ofrece rayos de luz y, en este caso, por medio de Isabel, que la bendice como madre de su Señor y como creyente. Así se entera que realmente ha concebido. Por otra parte, María es la orante, que responde a la bendición de Isabel, bendiciendo a Dios, causa de toda bendición. El Magnificat no es un canto a María sino un canto de María a Dios, en que nos enseña los rasgos de la oración del discípulo: ha de ser humilde, propia de la persona que se siente salvada; ha de ser  agradecida por los beneficios recibidos; ha de ser desinteresada, centrada en la alabanza de Dios fiel y misericordioso; ha de ser confiada, expresión de la fe en Dios fiel, para quien nada es imposible y que revoluciona las situaciones humanamente imposibles.
         En medio del verano María, madre y modelo, anima la esperanza de los que vamos caminando hacia la meta.
         En la Eucaristía se hace sacramentalmente presente la meta, Jesús resucitado viene a nuestro encuentro y nos alimenta para seguir caminando.  Por él damos gracias al Padre que nos eligió antes de la creación del mundo para que seamos santos e inmaculados en el amor (Ef 1,4) y nos ha dado a María como madre y modelo.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Deja la tristeza para aquellos que están en el mundo, los que trabajamos para Dios debemos estar alegres"
                            s. Leonardo

domingo, 11 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: ¡invoca a María!
                       s. Bernardo


REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Si no quieres sufrir no ames, ¿pero si no amas para que quieres vivir? 
                             S. Agustín

sábado, 10 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"No podemos hacer grandes cosas, pero si cosas pequeñas con un gran amor".
                                     Teresa de Calcuta

viernes, 9 de agosto de 2013

jueves, 8 de agosto de 2013

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO


Vigilad, sed responsables.
El Evangelio de hoy está compuesto de tres parábola sobre la vigilancia, que pronunció Jesús en diversas ocasiones y que san Lucas ha reunido aquí en este texto. Las dos primeras hablan de vigilancia de forma genérica, la tercera de forma específica, referida a la responsabilidad de las personas que nos han encomendado.
El hombre es imagen de Dios porque es inteligente y libre. Capacitado de esta forma, Dios ha puesto toda la creación en sus manos, pero no como dueño absoluto, sino como administrador que tiene que darle cuenta de su administración de todos los bienes recibidos. Al final de nuestra vida tenemos que dar cuenta de todos los dones que hemos recibido en administración, de la vida y del uso que hemos hecho de ella, de las capacidades recibidas y del uso que hemos hecho de ellas. Como no sabemos cuándo será este momento de dar cuenta, la palabra de Dios nos invita a estar siempre preparados, vigilando, pues no sabemos el día ni la hora.
Pero no se trata solo de este último examen final sino de otra serie de visitas intermedias que nos hace el Señor resucitado y para las que debemos vivir vigilantes para recibirlo adecuadamente.  En nuestras administraciones, por ejemplo, en la inspección de Hacienda, hay inspecciones fijas, que se realizan en una fecha determinada, y otras imprevistas, por lo cual hay que estar siempre preparados. Lo mismo sucede en nuestra vida cristiana, hay inspecciones fijas en que damos cuenta de nuestra administración de los bienes recibidos de Dios, como cuando nos confesamos, pero hay también inspecciones imprevistas para las que hay que estar siempre preparados para recibir adecuadamente al que viene a inspeccionar.
Vigilar es ser plenamente consciente de la situación en que me encuentro, con los cinco sentidos despiertos, de forma que pueda saber dónde estoy, a dónde me dirijo, qué hago, qué sentido tiene mi vida. Hay realidades que favorecen la vigilancia, como la oración y la palabra de Dios, y otras que la dificultan e impiden, como la inquietud por las riquezas que ciegan y ensordecen (recordar el Evangelio del domingo anterior), vivir para el placer o la propia gloria… cf. Lc 21,34-36.
La vigilancia de que hablan las parábolas es ante la espera de un señor. El cristiano tiene que estar con los cinco sentidos despiertos a la espera del Señor. En el bautismo fuimos injertados en él y nuestra tarea a partir de ese momento es crecer en él, configurarnos con él. Esto lo realizamos acogiéndolo todas las veces que viene a nuestro encuentro tanto en actos religiosos (Eucaristía, oración) como profanos, a través de personas y acontecimientos que requieren nuestro servicio gratuito y por amor. Jesús viene a nuestro encuentro por medio de personas  que requieren nuestra ayuda espiritual o material, por medio de acontecimientos y necesidades sociales que exigen nuestra colaboración, por medio de signos de los tiempos que piden que los examinemos y escuchemos lo que él nos quiere decir… Y todo esto exige vivir vigilantes, estar despiertos para recibir a Jesús y crecer en el amor. Todos ellos son como una preparación del último encuentro.
            Vigilar de forma específica es servir a los hermanos a cuyo servicio hemos sido puestos: el sacerdote sobre su comunidad, el catequista sobre su grupo, el padre y madre de familia sobre sus hijos, el patrono sobre sus obreros…  Vigilar es recordar constantemente que se ocupa un puesto de servicio, lo que implica que uno está subordinado a las necesidades de cada una de las personas encomendadas, con  ojos y oídos abiertos para conocer cuáles son sus necesidades reales y poder satisfacerlas, como Jesús que vino a servir y no a ser servido (Mc 10,45). Jesús recuerda hoy la responsabilidad que hemos contraído con los bienes recibidos y tareas encomendadas, de todos hemos de dar cuenta, pues de todos somos administradores. Al que más se le dio, más se le exigirá. Por todo ello es fundamental vivir despiertos y vigilantes.
         Celebrar la Eucaristía es unirse a Jesús, el que veló para hacer en cada momento la voluntad del Padre.

Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la dióceis de Almería

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"En una sociedad donde no hay algo por lo que valga la pena morir, tampoco hay nada por lo que valga la pena vivir".
                            Benedicto XVI

lunes, 5 de agosto de 2013

domingo, 4 de agosto de 2013

sábado, 3 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Mi alma se ha empleado,
Y todo mi caudal, en su servicio;
Ya no guardo ganado,
Ni ya tengo otro oficio,
Que ya sólo en amar es mi ejercicio".
                                                                  S.Juan de la Cruz

viernes, 2 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"¡Cristo necesita de ustedes, jóvenes! ¡Necesita de su fe llena de alegría y entusiasmo misionero!
                     El papa Francisco

jueves, 1 de agosto de 2013

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE

"Quien quiera algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere. Quien pide algo que no sea Cristo, no sabe lo que pide. Quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace".
                        S. Felipe Neri