LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


lunes, 31 de diciembre de 2012

PALABRA DE VIDA DE ENERO 2013


«Andad, aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios"» (Mt 9,13). Del 18 al 25 de enero se celebra en muchas partes del mundo la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que en otros lugares se celebra en Pentecostés. Este año, la frase elegida para la Semana de oración es: «Lo que quiere de ti el Señor» (Mi 6, 6-8).Ya que Chiara Lubich solía comentar el versículo bíblico, proponemos un texto suyo que comenta el pasaje de Mt 9,13 (cf. Os 6,6), escrito en junio de 1996 y que podría ser una aportación para profundizar en la Palabra que se nos propone.

«Andad, aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios"» (Mt 9,13). «Misericordia quiero y no sacrificios».
¿Recuerdas cuándo dijo Jesús estas palabras? Mientras estaba sentado a la mesa, varios publicanos y pecadores se sentaron con Él. Al darse cuenta de esto, los fariseos presentes les dijeron a sus
discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Y Jesús, al oír estas palabras, respondió:

 «Andad, aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios"». Jesús cita aquí una frase del profeta Oseas, lo cual demuestra que le gusta el concepto allí contenido: en efecto, es la norma según la cual Él mismo se comporta, y que expresa la primacía del amor sobre cualquier otro mandamiento, sobre cualquier otra regla o precepto. Esto es el cristianismo: Jesús vino a decir que lo que Dios quiere de ti con respecto a los demás -hombres y mujeres- es ante todo el amor, y que esta voluntad de Dios ya había sido anunciada en las Escrituras, como demuestran las palabras del profeta.

Para todo cristiano, el amor es el programa de su vida, la ley fundamental de sus acciones, el criterio para saber cómo moverse.
El amor siempre debe prevalecer sobre las demás leyes. Más aún: el amor a los demás debe ser para el cristiano la sólida base sobre la cual apoyarse para poner legítimamente en práctica cualquier otra norma. «Misericordia quiero y no sacrificios».

Jesús quiere amor, y la misericordia es una de sus expresiones. Y quiere que el cristiano viva así, ante todo porque Dios es así.
Para Jesús, Dios es ante todo el Misericordioso, el Padre que ama a todos, «que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos» (Mt 5, 45). Jesús, porque ama a todos, no teme estar con los pecadores, y de este modo nos revela quién es Dios. Por tanto, si Dios es así, si Jesús es así, también tú debes albergar idénticos sentimientos. 

«Misericordia quiero y no sacrificios». Si no amas a tu hermano, a Jesús no le agrada tu culto. No acoge tu oración, ni tu asistencia a la Eucaristía, ni las ofrendas que puedas hacer... si todo ello no brota de un corazón en paz con todos, rico de amor por todos. ¿Recuerdas aquellas palabras suyas tan incisivas del sermón del monte? «Por tanto, si cuando vayas a presentar tu ofrenda ante el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda» (Mt 5, 23-24).

Estas palabras te indican que el culto que más agrada a Dios es el amor al prójimo, que ha de ser la base también de tu culto a Dios.
Si quisieras hacerle un regalo a tu padre mientras estás enemistado con tu hermano (o tu hermano contigo), ¿qué te diría tu padre? «Reconcíliate antes y luego ven a ofrecerme lo que desees».

Pero hay más. El amor no es sólo la base del vivir cristiano, sino también el camino más directo para estar en comunión con Dios. Lo dicen los santos, testigos del Evangelio que nos han precedido; lo experimentan los cristianos que viven su fe, pues si ayudan a sus hermanos, sobre todo a los necesitados, crece en ellos la devoción, la unión con Dios se hace más fuerte, perciben que existe un vínculo entre ellos y el Señor; y esto es lo que más alegra sus vidas.

«Misericordia quiero y no sacrificios». ¿Cómo vivirás entonces esta nueva Palabra de vida? No hagas discriminación alguna entre las personas que tengan contacto contigo, no margines a nadie; más bien ofrece a todos lo más que puedas darles, imitando a Dios Padre. Repara esas pequeñas o grandes desavenencias que disgustan al Cielo y te amargan la vida; como dice la Escritura (cf. Ef 4,26), no dejes que se ponga el sol sobre tu ira hacia nadie.
Si te comportas así, todo lo que hagas agradará a Dios y quedará para la eternidad.

Cuando estés trabajando o descansando, jugando o estudiando, con tus hijos o acompañando a tu mujer o a tu marido de paseo, cuando reces o cuando te sacrifiques, o mientras realizas las prácticas religiosas acordes a tu vocación cristiana...: todo, todo,
todo será materia prima para el Reino de los Cielos. El Paraíso es una casa que construimos aquí y habitamos allá. Y la construimos con el amor.

Chiara Lubich 

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LAFE


domingo, 30 de diciembre de 2012

MI FELICITACIÓN PERSONAL PARA ESTE NUEVO AÑO 2013


DOCE CAMPANADAS PARA EL AÑO DE LA FE



DOCE CAMPANADAS   ( Doce frases, como doce campanadas)

1    Agradece el pasado como don de Dios.
2    Vive el presente con esperanza y creatividad.
3    Di "sí" al paso de Dios por tu vida.
4    Confía, Dios te encomienda cosas grandes.
5    Valora lo pequeño, llegarás a lo grande.
6    Mira a la vida con sencillez y amor.
7    Ten buen humor, pase lo que pase.
8    Perdona y pide perdón.
9    Haz algo por el otro y serás feliz.
10  Atento, Dios te habla cada día.
11  Dios cuenta contigo.
12  Ama la vida, ama al mundo, ama a Dios.




REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


miércoles, 26 de diciembre de 2012

NAVIDAD: LA PROMESA SE HA HECHO REALIDAD




Todas las promesas de Dios

encuentran su “Sí” en Jesús

2 Cor.1,20.


Jesús, el Emmanuel, el anunciado por los profetas y esperado por todos los pueblos, ha venido hacia nosotros…
Preparémosle una morada en nuestro corazón, dejemos que su “Sí”, sea también el nuestro, que su amor invada nuestras vidas.


DIEZ IMPRESIONES SOBRE LA NAVIDAD




Diez protagonistas de diferentes campos explican, cada cual desde su perspectiva, qué significa para ellos la Navidad, particularmente en estos momentos en los que el laicismo ha hecho mella en una fiesta cristiana


Tiempo de esperanza

Creo que, como para cada cristiano y para cada persona de buena voluntad, la Navidad nos introduce en un tiempo de extraordinaria esperanza, la esperanza que suscita el nacimiento de un niño que es mensajero de paz, de amor y de justicia. 
Es necesario insistir en este hecho para poder limpiar la celebración de la Navidad de todo el oropel con que la sociedad de consumo intenta disfrazar este acontecimiento extraordinario en la historia de la Humanidad: la Buena Noticia de la llegada de un Salvador, que no viene a condenar, sino a liberar; y que, al elegir nacer entre los pobres, manifiesta su opción preferencial por los últimos y excluidos. 
Por eso, creo que vivir en cristiano la Navidad hoy, nos exige liberarnos del embotamiento al que nos somete nuestro entorno de bienestar para poder compartir la ternura del Niño, desprendernos de nuestros egoísmos y prejuicios, y comenzar un nuevo estilo de vida basado en la acogida a todos los nuevos Jesús que hoy nacen a la intemperie –sin casa, sin cuna, sin sitio en la posada–, en un campo de refugiados en África, en la zozobra de una patera o entre el sordo fragor de las armas.
Silverio Agea

Secretario General de Caritas



No estamos solos

Siempre que medito tan sublime e histórico acontecimiento (que en una persona real, Jesús de Nazaret, se encarnó el Dios creador del universo y origen de la vida), experimento una indescriptible alegría. Yo, mi familia, la Humanidad entera, no estamos solos en un rincón del universo, dando vueltas absurdamente durante milenios alrededor de un sol impasible, hasta que la muerte nos devore a cada uno para siempre. No es verdad. La Navidad cristiana transmite, desde hace unos 2.000 años, algo impresionante que afecta a toda biografía: cada persona que habita en este mundo desarrolla su libertad, sea consciente o no, ante Alguien que se ha revelado en la Historia, a través de la debilidad de un niño, como el Amor más fuerte que la muerte. Vivir la Navidad significa para mí saborear íntimamente el sentido genuino de la existencia: mi destino –el de todos– no será la nada, sino la plenitud con el Inmortal Dios-con-nosotros.

Enrique Bonete Perales

Profesor de Filosofía de la Universidad de Salamanca



Fuerza invencible

Navidad es entusiasmado comprometerse en la transmutación –¡ésta sí que sí!– de todos los valores: Riqueza plena en la Pobreza, Fuerza invencible, eternamente vivificadora, en la Debilidad hasta la muerte, Libertad absoluta en la Obediencia, victorioso Amor desarmado ante toda violencia. ¿No es ésa acaso la respuesta específicamente cristiana a cualquier ataque? Lo es: tan desconcertante e infaliblemente eficaz como esa del inerme Dios-Encarnado-Recién-Nacido. ¡Si lo creyéramos-viviéramos así!

Teófilo González Vila - Catedrático de Filosofía de Instituto


Esplendor en tiempos de penumbra

La Navidad es hoy un esplendor en tiempos de penumbra: el brillo de la pobreza que destaca sobre el confuso fondo de la prepotencia de ricos y poderosos. También ahora, viene al mundo el Omnipotente hecho debilidad, y la arrogancia es incapaz de recibirle. Pero ese Niño sigue siendo el Señor de la Historia y nuestra segura esperanza.
Alejandro Llano

Catedrático de Filosofía . de la Universidad de Navarra



Todo tiene su origen cristiano

En la Navidad hay, indudablemente, una parte de rito. La Navidad es un rito anual que seguimos porque lo seguían nuestros antepasados, que es lo típico de los ritos. Como lo hacían, lo hacemos. Lo que ocurre es que ahora tiene más elementos mundanos, ahora parece más de consumo. Sin embargo, ésta es una idea vulgar que no responde a la realidad. He leído muchas descripciones de cómo se celebraba la Nochebuena hace un siglo, y era una verdadera fiesta, a veces excesiva. Eso demuestra que los elementos paganizantes se han dado siempre. Hoy consumimos más, en parte, porque tenemos más dinero, y si hay más dinero, hay más regalos. 
Pero merece la pena pararse a pensar para descubrir que, muchas veces, las cosas que parecen más paganas tienen un origen religioso. Por ejemplo, Santa Klaus no es tan pagano como parece. Su origen se encuentra en san Nicolás, un obispo del Mediterráneo que llevaba naranjas a los niños del norte de Europa. Hoy, en vez de naranjas, trae ordenadores.
Hay una bonita tradición de origen religioso que en España se ha perdido, y que, sin embargo, se conserva en México. Se trata de la tradición de las posadas. Días antes de la Navidad, las puertas de las casas permanecen abiertas para que cualquiera pueda entrar y disfrutar de buena compañía y buena bebida. Esa tradición, de origen muy español, es un símbolo en el que cada persona abre su casa a la Virgen y a san José, que no consiguieron encontrar.
Otro aspecto que se considera pagano, y que no lo es, es el celebrar la Navidad con grandes comidas y con abundante bebida. Esa tradición es judía. Las celebraciones no sólo eran en las sinagogas, sino, sobre todo, en las familias. A los cristianos nos quedan muchos restos de esa tradición. Por eso la Navidad no es sólo la misa del Gallo, sino también la cena celebrada en familia y con ciertos alimentos, aunque esos alimentos, por culpa de la tradición, suban terriblemente de precio…

Amando de Miguel – Sociólogo


La mayor revolución

La Navidad es el acontecimiento más importante de la Historia universal: Dios se hace hombre. Y propone a Jesús como modelo a imitar por cada persona: es una revolución permanente. La mayor de las revoluciones.

Dalmacio Negro - Catedrático de Ciencia Política 

de la Universidad San Pablo-CEU



El mensaje de aquel Niño

Para mí, la Navidad es el tiempo de conmemoración del nacimiento de un niño judío, Jesús de Nazaret. Un hombre que repitió a lo largo de su breve pero intensa vida un mensaje espiritual centrado en la idea de que somos el resultado de un plan divino, por lo tanto somos unos seres trascendentes, dotados de la capacidad de amar, un amor que lo es tanto hacia el Creador como hacia los demás. En su visión nuestra vida cobra sentido, podemos ser felices, en la medida que asumimos nuestra relación con Dios y nuestra entrega a los demás.
Podemos creer o no en el mensaje de aquel judío de Nazaret, pero no podemos olvidar que somos el resultado de la revolución que sus palabras produjeron. Sin el legado judeo-cristiano, sin aquellos principios y valores, Europa no sería lo que es. En estas fechas no está de más recordar a aquel Niño y su mensaje de amor y trascendencia.

Florentino Portero

Profesor de Historia de la UNED y Secretario del Grupo de Estudios Estratégicos



El rumbo de la Historia

La Navidad es para mí el acontecimiento que cambia el rumbo de la Historia, porque Dios se hace presente en el mundo para que el hombre recupere su dignidad plena de manera definitiva. Es más, con la encarnación de Jesucristo en el mundo, todas las cosas adquieren una cualidad nueva, que engrandece y trasciende toda la realidad, llenándola de esperanza.

Rafael Serrano

Vicepresidente de Manos Unidas


¿De qué nos alegramos?

Una Navidad sin Dios, laicista, progresista y, en el mejor de los casos, solidaria, no es la Navidad. Tampoco lo es la fiesta de la familia, de la amistad, del descanso, y, menos aún, de la apoteosis del consumo. Sí es la fiesta de la alegría. Pero, ¿de qué nos alegramos? Del nacimiento de Jesús de Nazaret, un Dios que se hace hombre para salvarnos y garantizarnos una vida perdurable. Cristo no nos enseña la verdad; es la Verdad. Por eso, la Navidad carece de sentido si no esperamos la gran fiesta cristiana: la resurrección de Cristo.

Ignacio Sánchez Cámara

Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de La Coruña



Existe el milagro

Para mí la Navidad es la comprobación de que existe el milagro. Chesterton señalaba que eso se probaba con facilidad: porque había nacido un Niño en una familia, hoy diríamos que de clase media baja, en un lugar judío hace veinte siglos, hoy todos los niños reciben regalos y toman turrón. Como economista, creo que el milagro es más palpable aún. El día de Navidad, es muy difícil encontrar a alguien –¿el viejo Scrooge quizá?– que no abandone el egoísmo. Pero Adam Smith enseñó a los economistas, con el teorema de la mano invisible, que es precisamente al actuar de modo egoísta como se hace funcionar más adecuadamente a la economía. Jovellanos comparó esto en la Economía con la ley de la gravitación universal de Newton en la Física. Pues bien; el día de Navidad, porque nació ese Niño hace veinte siglos, todo funciona mejor sin cumplirse el teorema de la mano invisible. Es un fenómeno paralelo a la no existencia de la ley de la gravedad. ¿No sería otro milagro que durante un día, cada año, nada tuviese peso y, sin embargo, el universo siguiese sin descomponerse? Pues eso es para mí ese día entre los días.

Juan Velarde Fuertes

Catedrático de Economía de la Universidad San Pablo-CEU

‘Alfa y omega’ Nº 478 - MMV.XII.XXV.


OTRO POEMA DE NAVIDAD


Pastores de Belén
No lloréis, mis ojos; 
Niño Dios, callad; 
que si llora el Cielo, 
¿quién podrá cantar? 
Si de yelo frío, 
Niño Dios, lloráis 
turbaráse el Cielo 
con tal tempestad. 
Serenad los soles, 
y el suyo podrá 
deshacer los yelos 
que os hacen llorar. 

Cantarán los hombres 
en la tierra paz, 
que, si llora el Cielo, 
¿quién podrá cantar?

Vuestra Madre hermosa, 
que cantando está, 
llorará también 
si ve que lloráis. 
O es fuego, o es frío 
la causa que os dan; 
si es amor, mis ojos, 
muy pequeño amáis. 
Enjugad las perlas, 
nácar celestial, 
que si llora el Cielo, 

¿quién podrá cantar?
Los ángeles bellos 
cantan que les dais 
a los Cielos gloria 
y a la tierra paz. 
De aquestas montañas 
decendiendo van 
pastores cantando 
por daros solaz. 
Niño de mis ojos, 
ea, no haya más, 
que si llora el Cielo, 
¿quién podrá cantar?

Lope de Vega



UN POEMA PARA NAVIDAD



Anda acá, pastor 
a ver al Redentor.

– Anda acá, Minguillo, 

dexa tu ganado, 

toma el caramillo, 
çurrón y cayado, 
vamos sin temor 
a ver al Redentor.

–No nos aballemos 

sin llevar presente; 

mas, ¿qué llevaremos? 
Dilo tú, Lloriente, 
¿qué será mejor 
para el Redentor?

–Yo quiero llevarle 

leche y mantequillas 

y, para empañarle, 
algunas mantillas, 
por ir con amor 
a ver al Redentor.

–Con aquel cabrito 

de la cabra mocha, 

darl’é algún quesito 
y una miga cocha, 
que terná sabor, 
sabor al Redentor.

–No piense que vamos 

su Madre graciosa 

sin que le ofreçamos 
más alguna cosa, 
qu’es de gran valor, 
madre del Redentor.

–En cantares nuevos 

gozen sus orejas, 

miel y muchos huevos 
para hazer torrejas, 
aunque sin dolor 
parió al Redentor.


Juan del Enzina

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ


La familia cristiana
Hoy la liturgia invita a contemplar una faceta complementaria y necesaria de la encarnación del Hijo de Dios, que no termina con el parto y llegada de un nuevo ser al mundo. Todo recién nacido es un ser débil e indefenso que necesita de una familia que lo acoja y le ayude a crecer y desarrollarse. Por ello Jesús también necesitó de una familia que le ayudara a crecer y desarrollarse. María y José realizaron esta tarea en el seno de una vida familiar que se prolongó bastantes años. La Iglesia invita hoy a contemplar esta faceta de la encarnación del Hijo de Dios, que por amor al hombre se solidarizó con él y pasó por todas las etapas de una existencia humana normal. Como se lee en la carta a los Filipenses 2,6-7, Jesucristo, “a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo (o criatura débil), pasando por uno de tantos...”   Pudo haber realizado la redención actuando como Hijo de Dios, pero prefirió hacerlo como un humano, igual a los demás, menos el pecado. Esto significa que se hizo bebé necesitado de todo, pasó por la situación infantil, adolescente, juventud... y en esta situación los cuidados de José y María fueron necesarios. De ellos aprendió a andar, a hablar, a comportarse en público, de ellos recibió la cultura judía. Por ello sus padres han contribuido de forma importante en su encarnación.

Con este motivo la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la familia en general  y la familia cristiana en particular. La familia es una institución natural que aparece en todas las culturas, independientemente de razas y religiones. La unión amorosa y fecunda de un hombre y una mujer, cuyo fruto natural son los hijos, se encuentra por todas partes, no depende de leyes de gobiernos. Es una realidad necesaria para la realización de la persona y por ello debe ser objeto de cuidado y apoyo por parte de la sociedad y sus gobiernos.

Por su lado, la familia cristiana, a la que pertenecemos los cristianos que estamos celebrando esta fiesta, es el lugar que ha acogido nuestra vida, la ha ayudado a crecer humana y cristianamente, pues en ella hemos recibido la semilla de la fe cristiana que nos ha hecho hijos de Dios.  Para Jesús su familia fue el lugar en que “crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Evangelio) y esta debe ser la tarea de toda familia cristiana, ayudar al crecimiento humano y cristiano ante Dios y los hombres, pues el cristiano pertenece a la vez a la familia humana y a la familia de los hijos de Dios (2ª lectura). De esta forma la vida familiar debe ser lugar de santificación, pues debe ser hogar en que arde constantemente el fuego del amor y se va creciendo en el amor servicial de unos y otros, ayudándose mutuamente en las necesidades materiales y espirituales y respetando la conciencia y libertad de conciencia de cada uno. Jesús se quedó en el templo, los padres no lo comprendieron, pero lo respetaron, conscientes de que sobre ellos estaba el Padre que está en el cielo. En esta época de nueva evangelización, la familia debe potenciar su papel de Iglesia doméstica donde se recibe la fe de forma vital con el ejemplo y las palabras de sus miembros.

Hoy día se combate desde varios frentes la familia como tal y la familia cristiana. La mejor forma de defenderla es el ejemplo de familias unidas y felices que hacen agradable la vida.

La Eucaristía es la reunión de la familia de los hijos de Dios. En ella damos gracias por la familia humana y pedimos la gracia de vivir como miembros que cooperan en la realización de su tarea.

Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesisde Almería

EL DESTINO


                 "El destino une y separa a las personas,   
                pero no existe ninguna fuerza que sea tan grande  
                que haga olvidar a las personas  
                que,  por algún motivo, 
                algún día nos hicieron felices"...  
   

                 Hay un momento en la vida que tú sabes  
                 quien es importante para tí,  
                 quien nunca lo fue,  
                 quien ya no lo es  
                 y quien lo será siempre.  

REFLEXIONA EN EL AÑO DE LA FE


lunes, 24 de diciembre de 2012

UNA NOCHE DIFERENTE



La Navidad encierra un secreto que, desgraciadamente, escapa a muchos de los que en esas fechas celebran «algo» sin saber exactamente qué. No pueden sospechar que la Navidad ofrece la clave para descifrar el misterio último de nuestra existencia.

Generación tras generación, los seres humanos han gritado angustiados sus preguntas más hondas.

¿Por qué tenemos que sufrir, si desde lo más íntimo de nuestro ser todo nos llama a la felicidad?

¿Por qué tanta frustración? ¿Por qué la muerte, si hemos nacido para la vida?

Las gentes preguntaban. Y preguntaban a Dios, pues, de alguna manera, cuando buscamos el sentido último de nuestro ser estamos apuntando hacia él. Pero Dios guardaba un silencio impenetrable.

En la Navidad, Dios ha hablado. Tenemos ya su respuesta. No nos ha hablado para decirnos palabras hermosas sobre el sufrimiento. Dios no ofrece palabras. «La Palabra de Dios se ha hecho carne». Es decir, más que darnos explicaciones, Dios ha querido sufrir en nuestra propia carne nuestros interrogantes, sufrimientos e impotencia.

Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra aventura humana.

Ya no estamos perdidos en nuestra inmensa soledad. No estamos sumergidos en pura tiniebla. Él está con nosotros. Hay una luz. «Ya no somos solitarios, sino solidarios» (Leonardo Boff). Dios comparte nuestra existencia.

Esto lo cambia todo. Dios mismo ha entrado en nuestra vida. Es posible vivir con esperanza. Dios comparte nuestra vida, y con él podemos caminar hacia la salvación. Por eso la Navidad es siempre para los creyentes una llamada a renacer. Una invitación a reavivar la alegría, la esperanza, la solidaridad, la fraternidad y la confianza total en el Padre.

Recordemos las palabras del poeta Angelus Silesius: «Aunque Cristo nazca mil veces en Belén, mientras no nazca en tu corazón estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano».


J.A. Pagola

UNA BUENA Y SANTA NAVIDAD 2012



Por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo

Dios baja desde los cielos (…), y no porque la grandeza humana apunta hacia el cielo con violencia, sino porque ésta flaquea en la tierra.

Dios le pregunta al hombre; ¿cómo va? Y para constatarlo concretamente baja personalmente del cielo allí donde el hombre está.

La historia de la Navidad es la historia del Dios que baja, es la historia del Dios que se hace compañero de camino.

Sin embargo, el compartir nuestro camino que Dios realiza en Jesús, puede darse, seguir, alcanzarnos a todos si nosotros compartimos su camino y el de nuestros hermanos. También nosotros hemos de bajar de nuestra altanería, cada uno y cada una individualmente, para caminar juntos. Y podemos caminar juntos sólo si nos interesa cómo el otro vive, cómo el otro se siente.

Deseo a todos vosotros  que el Señor nos dé por Navidad el don de los hermanos y hermanas que se interesen recíprocamente de cómo viven y de cómo se sienten. 

 (K. Hemmerle)

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