Diez protagonistas de diferentes campos explican, cada cual desde su perspectiva, qué significa para ellos la Navidad, particularmente en estos momentos en los que el laicismo ha hecho mella en una fiesta cristiana
Tiempo de esperanza
Creo que, como para cada cristiano y para cada persona de buena voluntad, la Navidad nos introduce en un tiempo de extraordinaria esperanza, la esperanza que suscita el nacimiento de un niño que es mensajero de paz, de amor y de justicia.
Es necesario insistir en este hecho para poder limpiar la celebración de la Navidad de todo el oropel con que la sociedad de consumo intenta disfrazar este acontecimiento extraordinario en la historia de la Humanidad: la Buena Noticia de la llegada de un Salvador, que no viene a condenar, sino a liberar; y que, al elegir nacer entre los pobres, manifiesta su opción preferencial por los últimos y excluidos.
Por eso, creo que vivir en cristiano la Navidad hoy, nos exige liberarnos del embotamiento al que nos somete nuestro entorno de bienestar para poder compartir la ternura del Niño, desprendernos de nuestros egoísmos y prejuicios, y comenzar un nuevo estilo de vida basado en la acogida a todos los nuevos Jesús que hoy nacen a la intemperie –sin casa, sin cuna, sin sitio en la posada–, en un campo de refugiados en África, en la zozobra de una patera o entre el sordo fragor de las armas.
Es necesario insistir en este hecho para poder limpiar la celebración de la Navidad de todo el oropel con que la sociedad de consumo intenta disfrazar este acontecimiento extraordinario en la historia de la Humanidad: la Buena Noticia de la llegada de un Salvador, que no viene a condenar, sino a liberar; y que, al elegir nacer entre los pobres, manifiesta su opción preferencial por los últimos y excluidos.
Por eso, creo que vivir en cristiano la Navidad hoy, nos exige liberarnos del embotamiento al que nos somete nuestro entorno de bienestar para poder compartir la ternura del Niño, desprendernos de nuestros egoísmos y prejuicios, y comenzar un nuevo estilo de vida basado en la acogida a todos los nuevos Jesús que hoy nacen a la intemperie –sin casa, sin cuna, sin sitio en la posada–, en un campo de refugiados en África, en la zozobra de una patera o entre el sordo fragor de las armas.
Silverio Agea
Secretario General de Caritas
No estamos solos
Siempre que medito tan sublime e histórico acontecimiento (que en una persona real, Jesús de Nazaret, se encarnó el Dios creador del universo y origen de la vida), experimento una indescriptible alegría. Yo, mi familia, la Humanidad entera, no estamos solos en un rincón del universo, dando vueltas absurdamente durante milenios alrededor de un sol impasible, hasta que la muerte nos devore a cada uno para siempre. No es verdad. La Navidad cristiana transmite, desde hace unos 2.000 años, algo impresionante que afecta a toda biografía: cada persona que habita en este mundo desarrolla su libertad, sea consciente o no, ante Alguien que se ha revelado en la Historia, a través de la debilidad de un niño, como el Amor más fuerte que la muerte. Vivir la Navidad significa para mí saborear íntimamente el sentido genuino de la existencia: mi destino –el de todos– no será la nada, sino la plenitud con el Inmortal Dios-con-nosotros.
Enrique Bonete Perales
Profesor de Filosofía de la Universidad de Salamanca
Fuerza invencible
Navidad es entusiasmado comprometerse en la transmutación –¡ésta sí que sí!– de todos los valores: Riqueza plena en la Pobreza, Fuerza invencible, eternamente vivificadora, en la Debilidad hasta la muerte, Libertad absoluta en la Obediencia, victorioso Amor desarmado ante toda violencia. ¿No es ésa acaso la respuesta específicamente cristiana a cualquier ataque? Lo es: tan desconcertante e infaliblemente eficaz como esa del inerme Dios-Encarnado-Recién-Nacido. ¡Si lo creyéramos-viviéramos así!
Teófilo González Vila - Catedrático de Filosofía de Instituto
Esplendor en tiempos de penumbra
La Navidad es hoy un esplendor en tiempos de penumbra: el brillo de la pobreza que destaca sobre el confuso fondo de la prepotencia de ricos y poderosos. También ahora, viene al mundo el Omnipotente hecho debilidad, y la arrogancia es incapaz de recibirle. Pero ese Niño sigue siendo el Señor de la Historia y nuestra segura esperanza.
Alejandro Llano
Catedrático de Filosofía . de la Universidad de Navarra
Todo tiene su origen cristiano
En la Navidad hay, indudablemente, una parte de rito. La Navidad es un rito anual que seguimos porque lo seguían nuestros antepasados, que es lo típico de los ritos. Como lo hacían, lo hacemos. Lo que ocurre es que ahora tiene más elementos mundanos, ahora parece más de consumo. Sin embargo, ésta es una idea vulgar que no responde a la realidad. He leído muchas descripciones de cómo se celebraba la Nochebuena hace un siglo, y era una verdadera fiesta, a veces excesiva. Eso demuestra que los elementos paganizantes se han dado siempre. Hoy consumimos más, en parte, porque tenemos más dinero, y si hay más dinero, hay más regalos.
Pero merece la pena pararse a pensar para descubrir que, muchas veces, las cosas que parecen más paganas tienen un origen religioso. Por ejemplo, Santa Klaus no es tan pagano como parece. Su origen se encuentra en san Nicolás, un obispo del Mediterráneo que llevaba naranjas a los niños del norte de Europa. Hoy, en vez de naranjas, trae ordenadores.
Hay una bonita tradición de origen religioso que en España se ha perdido, y que, sin embargo, se conserva en México. Se trata de la tradición de las posadas. Días antes de la Navidad, las puertas de las casas permanecen abiertas para que cualquiera pueda entrar y disfrutar de buena compañía y buena bebida. Esa tradición, de origen muy español, es un símbolo en el que cada persona abre su casa a la Virgen y a san José, que no consiguieron encontrar.
Otro aspecto que se considera pagano, y que no lo es, es el celebrar la Navidad con grandes comidas y con abundante bebida. Esa tradición es judía. Las celebraciones no sólo eran en las sinagogas, sino, sobre todo, en las familias. A los cristianos nos quedan muchos restos de esa tradición. Por eso la Navidad no es sólo la misa del Gallo, sino también la cena celebrada en familia y con ciertos alimentos, aunque esos alimentos, por culpa de la tradición, suban terriblemente de precio…
Pero merece la pena pararse a pensar para descubrir que, muchas veces, las cosas que parecen más paganas tienen un origen religioso. Por ejemplo, Santa Klaus no es tan pagano como parece. Su origen se encuentra en san Nicolás, un obispo del Mediterráneo que llevaba naranjas a los niños del norte de Europa. Hoy, en vez de naranjas, trae ordenadores.
Hay una bonita tradición de origen religioso que en España se ha perdido, y que, sin embargo, se conserva en México. Se trata de la tradición de las posadas. Días antes de la Navidad, las puertas de las casas permanecen abiertas para que cualquiera pueda entrar y disfrutar de buena compañía y buena bebida. Esa tradición, de origen muy español, es un símbolo en el que cada persona abre su casa a la Virgen y a san José, que no consiguieron encontrar.
Otro aspecto que se considera pagano, y que no lo es, es el celebrar la Navidad con grandes comidas y con abundante bebida. Esa tradición es judía. Las celebraciones no sólo eran en las sinagogas, sino, sobre todo, en las familias. A los cristianos nos quedan muchos restos de esa tradición. Por eso la Navidad no es sólo la misa del Gallo, sino también la cena celebrada en familia y con ciertos alimentos, aunque esos alimentos, por culpa de la tradición, suban terriblemente de precio…
Amando de Miguel – Sociólogo
La mayor revolución
La Navidad es el acontecimiento más importante de la Historia universal: Dios se hace hombre. Y propone a Jesús como modelo a imitar por cada persona: es una revolución permanente. La mayor de las revoluciones.
Dalmacio Negro - Catedrático de Ciencia Política
de la Universidad San Pablo-CEU
El mensaje de aquel Niño
Para mí, la Navidad es el tiempo de conmemoración del nacimiento de un niño judío, Jesús de Nazaret. Un hombre que repitió a lo largo de su breve pero intensa vida un mensaje espiritual centrado en la idea de que somos el resultado de un plan divino, por lo tanto somos unos seres trascendentes, dotados de la capacidad de amar, un amor que lo es tanto hacia el Creador como hacia los demás. En su visión nuestra vida cobra sentido, podemos ser felices, en la medida que asumimos nuestra relación con Dios y nuestra entrega a los demás.
Podemos creer o no en el mensaje de aquel judío de Nazaret, pero no podemos olvidar que somos el resultado de la revolución que sus palabras produjeron. Sin el legado judeo-cristiano, sin aquellos principios y valores, Europa no sería lo que es. En estas fechas no está de más recordar a aquel Niño y su mensaje de amor y trascendencia.
Podemos creer o no en el mensaje de aquel judío de Nazaret, pero no podemos olvidar que somos el resultado de la revolución que sus palabras produjeron. Sin el legado judeo-cristiano, sin aquellos principios y valores, Europa no sería lo que es. En estas fechas no está de más recordar a aquel Niño y su mensaje de amor y trascendencia.
Florentino Portero
Profesor de Historia de la UNED y Secretario del Grupo de Estudios Estratégicos
El rumbo de la Historia
La Navidad es para mí el acontecimiento que cambia el rumbo de la Historia, porque Dios se hace presente en el mundo para que el hombre recupere su dignidad plena de manera definitiva. Es más, con la encarnación de Jesucristo en el mundo, todas las cosas adquieren una cualidad nueva, que engrandece y trasciende toda la realidad, llenándola de esperanza.
Rafael Serrano
Vicepresidente de Manos Unidas
¿De qué nos alegramos?
Una Navidad sin Dios, laicista, progresista y, en el mejor de los casos, solidaria, no es la Navidad. Tampoco lo es la fiesta de la familia, de la amistad, del descanso, y, menos aún, de la apoteosis del consumo. Sí es la fiesta de la alegría. Pero, ¿de qué nos alegramos? Del nacimiento de Jesús de Nazaret, un Dios que se hace hombre para salvarnos y garantizarnos una vida perdurable. Cristo no nos enseña la verdad; es la Verdad. Por eso, la Navidad carece de sentido si no esperamos la gran fiesta cristiana: la resurrección de Cristo.
Ignacio Sánchez Cámara
Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de La Coruña
Existe el milagro
Para mí la Navidad es la comprobación de que existe el milagro. Chesterton señalaba que eso se probaba con facilidad: porque había nacido un Niño en una familia, hoy diríamos que de clase media baja, en un lugar judío hace veinte siglos, hoy todos los niños reciben regalos y toman turrón. Como economista, creo que el milagro es más palpable aún. El día de Navidad, es muy difícil encontrar a alguien –¿el viejo Scrooge quizá?– que no abandone el egoísmo. Pero Adam Smith enseñó a los economistas, con el teorema de la mano invisible, que es precisamente al actuar de modo egoísta como se hace funcionar más adecuadamente a la economía. Jovellanos comparó esto en la Economía con la ley de la gravitación universal de Newton en la Física. Pues bien; el día de Navidad, porque nació ese Niño hace veinte siglos, todo funciona mejor sin cumplirse el teorema de la mano invisible. Es un fenómeno paralelo a la no existencia de la ley de la gravedad. ¿No sería otro milagro que durante un día, cada año, nada tuviese peso y, sin embargo, el universo siguiese sin descomponerse? Pues eso es para mí ese día entre los días.
Juan Velarde Fuertes
Catedrático de Economía de la Universidad San Pablo-CEU
‘Alfa y omega’ Nº 478 - MMV.XII.XXV.
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