– Evoca algún momento en el que has
sentido la presencia del Señor en la
comunidad de acción solidaria en que
participas o en la persona de alguien,
destinatario de la misión que realizas.
– Descubre en ellos alguno de los valores
que movían a Jesús: sentido de fe,
solidaridad concreta, disponibilidad total,
cercanía al necesitado, restablecer
al excluido…
– Da gracias por los hermanos y hermanas
con quienes compartes la labor, y
pide que Jesús sea el motor que siga
moviendo todo con el ardor de su presencia.
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