"Yo soy todo de Vos, y todo cuanto tengo os pertenece, ¡oh amable Jesús mío!, por medio de María, vuestra santísima Madre" (Dominum et vivificantem, 233).
El lema del Papa, Totus Tuus, resume de maravilla todo lo que vivió y expresa su pertenencia total a Cristo a través de la Virgen. "Conocemos" al Señor viviendo como Él quiere; pues el lugar del conocimiento es la vida en Él y con Él. El conocimiento al Señor no puede ni debe ser puramente intelectual: no "sabemos" al Señor únicamente por las ideas que tenemos de Él, sino por el encuentro siempre renovado con Él, por nuestra vida de acuerdo con la suya. Las ideas traducen algo más profundo, que es la vida de comunión con Dios.
Sólo así podemos comprender la respuesta de María, y siglos más tarde, la de Juan Pablo II. La respuesta de ambos es la de personas que que han sabido aceptar la imprevisible propuesta de Dios porque estaban abiertas a acoger la Alianza, a las exigencias de la comunión con el Dios eterno, que nos ama desde siempre.
Cuando un hombre ha puesto de verdad al Dios de la Alianza en el centro de su vida, como criterio último de la vida y de la muerte, del dolor y de la alegría, entonces "conoce" a Dios. El hombre que no reivindicó sus derechos absolutos, sino el "servicio" absoluto.
Expresa una fe que se hace preguntas: las que todo creyente experimenta cuando afronta los problemas, preocupaciones y cuestiones que le afectan en cuanto hombre y a los cuales debe dar respuesta. Pero esa respuesta nace en la fe, dejando que Cristo sea el intérprete último y definitivo del hombre y de la historia.
El lema del Papa, Totus Tuus, resume de maravilla todo lo que vivió y expresa su pertenencia total a Cristo a través de la Virgen. "Conocemos" al Señor viviendo como Él quiere; pues el lugar del conocimiento es la vida en Él y con Él. El conocimiento al Señor no puede ni debe ser puramente intelectual: no "sabemos" al Señor únicamente por las ideas que tenemos de Él, sino por el encuentro siempre renovado con Él, por nuestra vida de acuerdo con la suya. Las ideas traducen algo más profundo, que es la vida de comunión con Dios.
Sólo así podemos comprender la respuesta de María, y siglos más tarde, la de Juan Pablo II. La respuesta de ambos es la de personas que que han sabido aceptar la imprevisible propuesta de Dios porque estaban abiertas a acoger la Alianza, a las exigencias de la comunión con el Dios eterno, que nos ama desde siempre.
Cuando un hombre ha puesto de verdad al Dios de la Alianza en el centro de su vida, como criterio último de la vida y de la muerte, del dolor y de la alegría, entonces "conoce" a Dios. El hombre que no reivindicó sus derechos absolutos, sino el "servicio" absoluto.
Expresa una fe que se hace preguntas: las que todo creyente experimenta cuando afronta los problemas, preocupaciones y cuestiones que le afectan en cuanto hombre y a los cuales debe dar respuesta. Pero esa respuesta nace en la fe, dejando que Cristo sea el intérprete último y definitivo del hombre y de la historia.
15 días con Juan Pablo II. Francesco Follo.
Resumen del segundo día.
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