LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


sábado, 26 de abril de 2014

II DOMINGO DE PASCUA

 

Guercino il (Giovanni Francesco Barbieri) - La incredulidad de Santo Tomás

VIDA NUEVA, NUEVO FRUTO DE LA DIVINA MISERICORDIA

La cincuentena pascual invita a tomar conciencia y celebrar las muchas riquezas de la resurrección de Jesús. Hoy en concreto nos presenta nuestra vida filial como fruto de la resurrección.

En la 2ª lectura san Pedro nos invita a bendecir a Dios nuestro padre, agradeciéndole que nos haya hechos hijos suyos por la resurrección de Jesús: Bendito sea Dios que nos ha hecho renacer por la resurrección de Jesucristo. Es una vida nueva que participa la vida del Padre. Cristo resucitado nos ha transmitido el mismo ADN divino. Hay que tomar conciencia de que se trata de una filiación especial. Dios como creador ama y cuida de todas sus criaturas.

Todos nosotros, desde nuestro nacimiento natural, ya participábamos esta filiación. Ahora se trata de algo especial. Participar la filiación de Jesús, el Hijo único resucitado, una vida divina y eterna, que nunca acabará, nos hace familiares de Dios y nos llevará a la resurrección y a una plenitud gozosa. Tenemos un futuro extraordinario y una vida con sentido. Todo ha sido posible por la muerte y resurrección de Jesús, que se solidarizó con nosotros y murió y resucitó en nombre de todos nosotros.

Cuando el Padre aceptó la muerte de Jesús y lo resucitó, lo hizo con todo lo que él quería y representaba, con toda la humanidad, que ya tenía derecho a ello, siempre que cada uno acepte libremente el ser hijos de Dios y se comprometa a vivir como Jesús. La 1 Pedro se dirige a cristianos perseguidos por un ambiente anticristiano y les dice que no se maravillen, que es normal, pues ahora nos toca compartir la muerte de Jesús con garbo y alegría para después compartir su gloria. Somos hijos de Dios por pura gracia de Dios, por pura misericordia, como hoy nos recuerda la Iglesia al celebrar en este domingo la fiesta de la divina misericordia.

         El Evangelio recuerda la aparición de Jesús a los apóstoles y los dones que trae consigo su presencia, dones que ahora ya gozamos los hijos de Dios: alegría de saber que Jesús es el viviente y siempre está con nosotros, paz íntima, fruto de ser hijos que nos capacita para vivir en armonía con Dios padre y con los hermanos, el don del Espíritu Santo, que nos ha perdonado los pecados, nos hace hijo de Dios y capacita para vivir como tales, y finalmente la tarea misionera de compartir estos dones con los demás.

La 1ª lectura nos recuerda cómo vivían los primeros cristianos y con ello cómo tienen que obrar los que tienen el ADN divino, que es amor: perseverando fielmente en la doctrina apostólica, en la oración, en la comunión entre los hermanos, comunión de corazón y de bienes, en contexto de alegría.

En este domingo la Iglesia canoniza y nos propone como ejemplo dos grandes papas, los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, dos diferentes y complementarias maneras de vivir como hijos de Dios, que compartieron la cruz de Jesús y ahora comparten su gloria.

En cada Eucaristía Jesús actúa como pontífice misericordioso, que nos comprende y ayuda, ofreciéndonos sus dones para fortalecer nuestra vida filial.

Antonio Rodríguez Carmona

sacerdote de la diócesis de Almería

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