LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


sábado, 26 de octubre de 2013

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO


Nuestro sacrificio espiritual
         La segunda lectura recuerda el testamento de Pablo, en que afirma que su vida ha sido un sacrificio espiritual, invitándonos a todos a seguir su camino para compartir también la corona que espera. Está a punto de consumar su sacrificio existencial, que compara con un combate contra sí mismo, manteniéndose firme contra las pasividades propias de su naturaleza humana y contra los obstáculos exteriores de falsos hermanos y de no creyentes, y con una carrera que está corriendo y ya está llegando a la meta. El resultado es que al final se ha mantenido firme a las exigencias de la fe, que ha recibido como don para que la dé a conocer a los demás. Por eso al final espera sereno la corona que le dará Jesús.
         La vida cristiana es un sacrificio existencial, unido al sacrificio de Jesús. Sacrificio en nuestra cultura suena a sufrimiento, pero su sentido propio es más profundo: desde su etimología sacrificiosignifica hacer sagrado, es decir, hacer que algo llegue a Dios y le sea agradable. Esto es posible porque Jesús con su sacrificio nos lo ha hecho posible, uniendo nuestra vida a la suya. En este contexto el sufrir o no es algo secundario, lo importante es ofrecer la vida a Dios, asumiendo por amor y hasta con gozo las dificultades que lleve consigo. Como dice Pablo en otro lugar: «Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.» (Rom 12,1). Esto es lo que Dios espera de nosotros, que le ofrezcamos la vida y no tanto cosas sueltas. Y esto se traduce en vivir haciendo su voluntad por amor.
         Medios básicos para ello son la palabra de Dios y la oración humilde. Necesitamos baños constantes de palabra de Dios, contenida en las Sagradas Escrituras. La persona se rige con la luz de la cabeza y es necesario que la forma de pensar de la cabeza se transforme con la palabra de Dios. El texto antes citado continúa: «Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. » (Rom 12,2). La razón natural tiene capacidad para conocer el bien, pero, por una parte, no tiene capacidad para conocer todas las exigencias del mundo de Dios, y, por otra, nuestra forma de pensar está constantemente amenazada por un pensamiento pagano ambiental, ajeno e incluso enemigo de la razón natural. De aquí la necesidad de rectificar criterios y profundizar, iluminados con la palabra de Dios.
         El Evangelio nos habla de la importancia de la oración humilde, que reconoce la propia debilidad y pecado y pide humildemente perdón y ayuda a Dios. Lo contrario es la postura farisea, del que se cree igual a Dios, no reconoce sus debilidades y pecados y comparece ante él para presumir de lo bueno que ha hecho, olvidando que todo es un don de Dios. Espera que Dios se lo agradezca, pensando en la importancia de su trabajo, como si fuera indispensable para la obra de Dios. Esta persona está totalmente alienada y está perdiendo el tiempo. Dos enfermos van al médico, uno le cuenta sus dolencias y sale curado, otro, en lugar de contar lo que le sucede, se limita a hablar de lo bien que está, y sale sin curar. Palabra de Dios y oración humilde permiten mantener la fehasta el final, como Pablo, es decir, la entrega total y confiada al Padre por medio de Cristo.
         Cada celebración de la Eucaristía es actualización del sacrificio de Cristo. Supone que vivimos nuestro sacrificio existencial y lo potencia. No se trata de oír misa, sino de participar en el único sacrificio de Cristo, que se actualiza para que nos unamos a él y potenciemos el nuestro.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería

No hay comentarios:

Publicar un comentario