LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


jueves, 5 de diciembre de 2013

“SER CATEQUISTA ES UNA VOCACIÓN”

 

El Papa Francisco ha dicho:  que “ser catequista” es una vocación y no un trabajo.

Ayudar a los niños, a los muchachos, a los jóvenes,

a los adultos a conocer y a amar cada vez más al Señor,

es una de las aventuras educativas más bellas,

¡se construye la Iglesia! ¡“Ser” catequistas! No trabajar

como catequistas, ¡eh! ¡Eso no sirve! Yo trabajo

como catequista porque me gusta enseñar... pero tú

no eres catequista, ¡no sirve! ¡No serás fecundo! ¡No

serás fecunda!

Catequista es una vocación: “ser catequista”, esa es

la vocación; no trabajar como catequista. Entiendan

bien, no he dicho “hacer” el catequista, sino “serlo”,

porque envuelve la vida.

Se guía al encuentro con Jesús con las palabras y con

la vida, con el testimonio. Recuerden aquello que Benedicto

XVI nos ha dicho: “la Iglesia no crece por

proselitismo. Crece por atracción”. Y eso que atrae es

el testimonio. Ser catequista significa dar testimonio

de la fe; ser coherente con la propia vida. Y esto no es

fácil. ¡No es fácil! Nosotros ayudamos, nosotros guiamos

hacia el encuentro con Jesús con las palabras y

con la vida, con el testimonio.

Me gusta recordar aquello que San Francisco de Asís

decía a sus frailes: “Prediquen siempre el Evangelio y

si fuese necesario también con las palabras”.

Pero antes el testimonio: que la gente vea en sus vidas

el Evangelio, pueda leer el Evangelio. Y “ser” catequistas

requiere amor, amor a Cristo cada vez más

fuerte, amor a su pueblo santo. Y este amor no se

compra en las tiendas; no se compra ni siquiera aquí

en Roma.

¡Este amor viene de Cristo! ¡Es un regalo de Cristo!

¡Es un regalo de Cristo! Y si viene de Cristo parte de

Cristo y nosotros debemos volver a partir desde Cristo,

de este amor que nos da. Para un catequista, para

ustedes, también para mí, porque también yo soy catequista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario