LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


miércoles, 5 de septiembre de 2012

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO: CRISTO NOS ABRE A LA COMUNICACIÓN


En consonancia con las lecturas del domingo pasado la palabra del profeta Isaías y la de Jesús convergen en anunciar la liberación frente a todas las servidumbres, en ser Buena Noticia para todos que elimina las trabas y los miedos. También hoy el Señor nos habla a cada uno de nosotros y viene a ofrecernos una palabra gozosa, liberadora y llena de esperanza.

La relación con Dios no se basa ya en ritos de pureza externos, sino en un corazón bueno y esta novedad genera también un modo original de relacionarse con las personas. Se superan las fronteras del pueblo de Israel y esto da lugar a una comunidad de creyentes abierta y universal. 

El Señor realiza un gesto complejo y lleno de sentido. Jesús se aparta de la gente y lleva consigo al sordomudo. Le mete los dedos en los oídos; le toca la lengua con su saliva. Mira al cielo y suspira. Dice la palabra "Effetá", ábrete. Y el milagro se realiza. Los gestos son expresivos, la mirada hacia el cielo revela la oración al Padre y el suspiro su compasión por la humanidad. Todo cuanto él hace es signo de la presencia salvífica de Dios que con su poder abre los oídos para que oigan y entiendan verdaderamente lo que Jesús es y hace, y suelta las lenguas para que lo proclamen a todos.

Jesús aparece no sólo como el gran comunicador sino como el que abre los hombres a la plena comunión y comunicación. Ese gesto de abrir los oídos y soltar la traba de la lengua, es el don del Espíritu que libera en nosotros la capacidad de escuchar la palabra de Dios, de responder con la oración, de proclamar el mensaje. Nuestra comunicación con Dios en Cristo y en el Espíritu puede y debe ser plena, filial y confiada. Estos gestos de Jesús pasaron a formar parte de los ritos bautismales de las primeras comunidades cristianas. En ellos se repetía la palabra aramea de Jesús: "Effetá", ábrete, para que el bautizado escuchara la Palabra de Dios.

A veces, lo primero que debemos liberar para comunicar mejor es la capacidad de escuchar, que es muy fácil hacernos sordos al clamor de los hermanos. Hay un silencio orante para escuchar a Dios y hay un silencio de disponibilidad para escuchar al hermano. Del silencio y de la escucha surgen las palabras verdaderas, los diálogos profundos, la comunicación intensa que rehuye la superficialidad. Nuestro siglo es el de las comunicaciones y el de la incomunicabilidad. Muchas palabras y poca comunión.

La Iglesia y los cristianos tenemos en este mundo una misión extraordinaria. Renovar el milagro que nos recuerda Isaías: liberar con el amor las vías de la comunicación entre los hombres para entrar juntos en el diálogo de salvación, desbloqueando todo lo que impide una cordial comunicación entre hermanos e hijos de Dios.

El sordomudo también nos representa a nosotros, que queremos entender y crecer en nuestra fe. Como él, cerramos muchas veces los oídos a la Palabra de Dios que viene a iluminarnos y pegamos la lengua al paladar, incapaces de comunicar a otros la Buena Noticia. Nosotros sólo podremos ser signos vivos de la salvación divina si cultivamos esa relación amorosa con el Padre mediante la oración y si miramos con compasión a nuestros  hermanos.

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