LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


jueves, 23 de febrero de 2012

DOMINGO 1º DE CUARESMA: JESÚS EN EL DESIERTO. ENTRE EL ESPÍRITU Y SATANÁS


El primer domingo de Cuaresma nos sorprende como una gran llamada a la lucha y a la conversión, un decidido camino hacia la Pascua. Tiempo para escuchar la palabra, para orar, para retornar al  corazón, para volver a la caridad fraterna. Tiempo para luchar y vencer, que sin lucha no hay renovación interior, asediados y acechados como estamos por la tentación y por el tentador.

En este primer domingo las dos primeras lecturas nos hablan del "diluvio". Un acontecimiento que es tipología de los cuarenta días que dan sentido símbólico al tiempo de Cuaresma. En el "diluvio" tenemos una primera alianza; primera después de la creación, que es una alianza más universal con el hombre, promesa y garantía del cuidado de Dios por cada una de sus criaturas y en especial para aquel que lleva en su misma frente la alianza de Dios, pues es su imagen y semejanza. Una promesa para los hombres y para toda la creación.

Esta alianza se recuerda en la segunda lectura, que relee las aguas de muerte del diluvio en clave de historia de salvación y las interpreta como prefiguración del bautismo.

Pero hablemos también de Jesús. Marcos es más parco que Mateo y Lucas al presentarlo en el desierto. Y así el Espíritu empieza a ser el protagonista de la misión de Jesús en el desierto, que es lugar de la prueba, de la lucha, de la tentación, de la intimidad con Dios. Ese Jesús que elige el éxodo del desierto, la vida austera y la soledad, nos anima a emprender, cada uno desde sus propias necesidades y generosidades, el propio éxodo de todo aquello que impide una entrega total al Reino de Dios.

Cuando Marcos dice que Jesús fue tentado allí durante cuarenta días está pensando en los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto, y en las tentaciones que los israelitas no fueron capaces de superar.

Y no renacemos a la novedad del Reino sin conversión. Y la conversión es un camino pascual, un éxodo hacia la vida nueva. Jesús, que es tentado y vence, nos anima en nuestra lucha. Jesús Crucificado, que contemplamos ya desde lejos en este domingo, acosado por Satanás, es garantía de la victoria final. Jesús Resucitado es verdaderamente nuestro arco iris de salvación tendido entre el cielo y la tierra como alianza eterna y definitiva.

Reavivemos en nosotros, en este tiempo de Cuaresma, como un momento privilegiado de conversión y de encuentro con Dios. Y poder recrearnos en la imagen de Jesús, el Hijo de Dios que salió victorioso de todas las tentaciones, llevó a cabo el proyecto del Padre, del Reino. También a nosotros se nos pide valor en la lucha, para ser con Jesús vencedores, si nos dejamos guiar por el Espíritu.

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