La oración no es el efecto de una actitud exterior, sino que procede del corazón. No se reduce a unas horas o momentos determinados, sino que está en contínua actividad, lo mismo de día como de noche.
No hay que contentarse con orientar a Dios el pensamiento cuando se dedica exclusivamente a la oración; sino que, aun cuando se encuentre absorvida por otras preocupaciones (...) hay que sembrarlas del deseo y el recuerdo de Dios.
No hay que contentarse con orientar a Dios el pensamiento cuando se dedica exclusivamente a la oración; sino que, aun cuando se encuentre absorvida por otras preocupaciones (...) hay que sembrarlas del deseo y el recuerdo de Dios.
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