LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


viernes, 20 de abril de 2012

DE LO AMARGO DEL PECADO Y LA DULZURA DE LA MISERICORDIA.



Dios  que se vale de caminos insospechados para que lleguemos al deseado encuentro: Dios buscaba a Francisco y Francisco se vio encontrado por Aquel que ponía en su corazón unos ardores tan santos. ¿De dónde venía esa repugnancia hacia los leprosos? El mismo Francisco lo dice: porque estaba en pecados. Es así: el pecado es como un cáncer que va creando esa tenebrosa ceguera que incapacita para ver la luz, que carcome de tal manera las entrañas que las deja atrofiadas e insensibles ante cualquier motivación para la bondad.


El Señor lo lleva hasta los leprosos y los trata con misericordia. El amor ha cambiado lo amargo en dulzura porque en la herida del hermano desvalido se ha puesto el bálsamo de la misericordia. Francisco pondrá incondicionalmente su voluntad en manos del Altísimo. La vida entera quedará empapada por el querer de Dios.


"El Señor me llevó en medio de los leprosos" dice Francisco. Así es, porque en su corazón se vivía ya el apasionamiento por Aquel que quiso hacerse leproso. Su itinerario de conversión era gracia que Dios Padre le había dado: reconocer el rostro del Hijo en la cara desfigurada del leproso.


Había pasado por la experiencia de sentir lo amargo del pecado y la dulzura de la misericordia. Vivencia tan profunda no quería guardársela para sí mismo.  Por eso, Francisco procuraba, en cuanto la ocasión se lo permitía, hablar del mal que conducía al pecado y de la satisfacción incluso corporal que había sentido en el encuentro de la misericordia. Con el pecado se ha crucificado al mismo Cristo. Nadie debe alterarse por el pecado del otro. "Nada debe disgustar al siervo de Dios fuera del pecado".


Por otra, si uno peca no debe ser ligero para  excusarse, sino humildemente soportar la vergüenza de la reprensión. El pecado es tan sutil y maligno que puede causar la ceguera y el engaño, haciendo ver al cuerpo que es algo dulce y, en cambio, considera amargo el servir a Dios. El pecado es un mal muy grande, y la misericordia, un regalo de Dios para el corazón de los hermanos.


Así como el pecado acarrea tanto mal y tanta amargura, la misericordia es bálsamo que devuelve la alegría de la salvación y mete dulzuras de paz en el alma.

15  días  con Francisco de Asís. Cad. Carlos Amigo Vallejo.
Resumen del primer día.

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