"Y la voluntad del Padre fue que su Hijo bendito y glorioso, que él nos dio y que nació por nosotros, se ofreciera a sí mismo por su propia sangre como sacrificio y hostia en el ara de la cruz; no por sí mismo, por quien fueron hechas todas las cosas, sino por nuestros pecados, dejándonos ejemplo, para que sigamos sus huellas. Y quiere que todos nos salvemos por él y que lo recibamos con nuestro corazón puro y con nuestro cuerpo casto" (2 Carta a todos los Fieles, 11-14).
No quiere tener otro deseo sino el de identificarse lo más posible a Jesucristo. Vivir en este mundo como pobre y seguir las huellas de aquel que, siendo tan rico, eligió el camino de la humildad y de la pobreza. Solamente siguiendo las huellas del Señor Jesucristo se podría encontrar la auténtica felicidad.
La vida del hermano menor no será otra que la del mismo Jesucristo, la que nos dejó bien escrita en el Evangelio. Con Jesucristo todo se comprende; sin Jesucristo no hay explicación convincente posible. Jesucristo es el gran regalo del Padre a la humanidad.
El que siendo rico se hizo pobre, el que acompaña siempre en la debilidad, el que se revistió de la enfermedad y de la pobreza. Si todo lo han puesto en manos de Dios, seguirán el ejemplo de Jesucristo.
Cristo es el Señor crucificado. Pobre y desnudo en la cruz, padeció y murió por nosotros, crucificado por exceso de amor, visto como hombre de dolores que se ofreció por sus hijos. Era el Hijo del Dios vivo que se puso en nuestro camino y eligió una forma pobre de vida. Solamente por el camino de la pobreza el hermano menor se puede identificar con Cristo pobre.
15 días con Francisco de Asís. Card. Carlos Amigo Vallejo.
Resumen del tercer día.
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