En la vida de cada día tienes aquellas
personas con las que ríes, con las que
disfrutas y eres muy feliz a su lado. Y
puede existir alguna persona “ante la
que vuelves el rostro”, pues no es de tu
agrado. Al igual que a Francisco de Asís,
Dios inspira en tu interior gestos de cercanía
y caricias a los intocables. No es
fácil superar las barreras y prejuicios
personales, pero al otro lado te espera
un mundo de ternura que puede humanizar
tu vida.
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