Sentido de la Cuaresma: Conocer
el don de Dios, conocernos a nosotros
Las
lecturas del primer domingo de Cuaresma ofrecen las ideas básicas para
introducir la Cuaresma, pues invitan a conocer y agradecer el don de Dios (1ª y
2ª lectura) y a conocernos a nosotros mediante un serio discernimiento
(Evangelio). La Cuaresma no tiene razón de ser en sí misma, sino en función de
la fiesta de Pascua, a la que prepara y por ello invita a esta doble tarea:
conocer el don de la fe que profesamos y nuestra vivencia de la misma, que
vamos a renovar en Pascua.
Se
trata de un conocer vital y sapiencial, un conocer mejor para mejor vivirlo con
gozo. En el Año de la Fe es otra llamada a conocer los contenidos de nuestra
fe, centrados en la muerte y resurrección de Jesús (2ª lectura).
Desgraciadamente son muchos los cristianos que solo tienen una vaga idea de la
misma y, como consecuencia, tienen una fe débil, que flaquea ante las
dificultades internas, como las dudas y crisis de fe, y ante las dificultades
externas, cuando la fe es atacada y burlada y no se sabe dar razón de la misma
ni defenderla. Por otra parte, se trata de una exigencia de agradecimiento a
Dios, que ha querido darnos a conocer su plan salvador, y de una exigencia
humana, pues si Dios nos ha dado inteligencia es para que sepamos lo que
hacemos. Finalmente es un conocimiento que justifica la moral cristiana, que no
es otra cosa que la vivencia práctica de los dones recibidos. Los preceptos
divinos no son caprichos de Dios sino exigencias internas de sus dones. Si
hemos recibido el don de ser hijos de Dios, tenemos que vivir como tales y la
moral cristiana especifica cuáles son sus exigencias. En la primera lectura un
israelita recita una profesión de fe histórica para explicar y justificar el
don de las primicias que realiza en el templo de Jerusalén.
Un
compromiso práctico de esta Cuaresma puede ser la decisión de leer
sistemáticamente el Catecismo de la Iglesia Católica o algunos de sus resúmenes
(la Síntesis o el Yucat) o asistir a los diversos tipos de actos que se
organizarán de cara a la formación.
Por
otro lado está el conocernos. El Evangelio recuerda que Jesús comenzó su
ministerio, yendo al desierto para ser tentado, y lo presenta como algo
importante, impulsado por el Espíritu Santo. La Cuaresma invita a cada
cristianos a retirarse al desierto, buscando espacios de silencio para
dedicarse a la oración, contemplando los dones recibidos y analizando las
respuestas que estamos dando, mediante un examen de general de conciencia para
ver si andamos por el camino que corresponde al don recibido o estamos
perdiendo el tiempo. Es un momento privilegiado para plantearse la pregunta
fundamental: ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué busco? ¿A dónde voy? Esto exige
oración humilde para que Dios nos ayude a conocernos y la lectura de la palabra
de Dios para que ilumine nuestra conciencia. No basta una moral natural, hemos
de andar de acuerdo con los ojos de Dios, que quiere nuestra vida. Es una tarea
que debe culminar primero en el sacramento de la penitencia y después en la
celebración gozosa y consciente de la Pascua del Señor.
La
celebración de la Eucaristía es una ocasión privilegiada para dar gracias al
Padre por todo lo recibido: por el bautismo, por toda la vida como hijos de
Dios, y, por otra parte, para petición de perdón por los pecados
cometidos y para pedir ayuda para superarlos. En ella nos unimos a Cristo, el
que supo discernir en cada momento cuál era la voluntad del Padre sobre él.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería
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