LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


sábado, 17 de diciembre de 2011

CRISTOLOGIA TERESIANA


I. TERESA BUSCA A CRISTO EN SU ORACIÓN



 1. Acercarse al Evangelio con sensibilidad de mujer



            La historia de la oración teresiana es una historia de amistad con Cristo. Empieza a desarrollarse con claridad a partir de la adolescencia, después de las primeras crisis existenciales que llevan a Teresa al monasterio de Santa María de Gracia. Estas experiencias de oración con Cristo y de lectura realista del Evangelio se afianzan durante los primeros años de su vida religiosa y dejan un sello indeleble en su sicología y en su religiosidad. Podemos afirmar que Teresa ha encontrado a Cristo cuando más viva esta en su experiencia la sensibilidad, la búsqueda del sentido de la vida y de la opción de su vocación, en un momento de búsqueda y de intensa piedad que marcan pro fundamente su sicología. Durante muchos años, los largos períodos de crisis de mediocridad vivirá de renta, del impacto de esos primeros encuentros con el Cristo del Evangelio. Y cuando después de la conversión tenga que rehacer de algún modo su experiencia de oración, según el consejo de sus confesores, volverá espontáneamente a los recuerdos de la juventud, a su método personal de oración, el del encuentro con Cristo a través de una lectura inmediata de los episodios del Evangelio que le permitían revivir en primera persona el encuentro con Cristo.
Una cosa es cierta, como tendremos ocasión de documentar, Teresa ha buscado a Cristo desde su propia experiencia y en él ha encontrado respuestas adecuadas a su búsqueda. Se ha enfrascado en la lectura del Evangelio con una sensibilidad a flor de piel; por eso ha percibido el realismo y la humanidad del encuentro con el Señor; se ha hecho contemporánea de los personajes que vivieron con el Señor. Se ha acercado al Cristo del Evangelio con vibración humana y sensibilidad de mujer. Hay una serie de hechos que lo comprueban:
            ‑ En su oración busca a Cristo como Hombre y con él dialoga, interiorizando su presencia.
            ‑ Siente una sintonía particular con los episodios evangélicos en los que Cristo se revela a las mujeres; muestra su predilección por ellas; Teresa se identifica con esos episodios y con sus personajes femeninos.
            ‑ Interpreta con originalidad y sensibilidad femenina algunos episodios del Evangelio.
            Vamos a tener enseguida ocasión de comprobar todas estas afirmaciones. Sin embargo, quisiera adelantar lo que siento que es una clave de interpretación de todo esto.
            En Cristo Teresa ha encontrado no solo un Amigo capaz de llenar su hambre de amistad y de comunicación, sino que ha hallado respuestas satisfactorias a los problemas existenciales que en el entorno de su época y en la situación espiritual de su convento no hallaba.

‑ En la búsqueda instintiva de Cristo como Hombre no sólo se revela su propia humanidad, sino el gozo liberador de haber encontrado a Cristo en su humanidad que lo acerca a Teresa en una dimensión de igualdad ‑ "como nosotros" y en una dimensión de perdón y de gracia ‑ "para nosotros" ‑ que la llena de inmensa alegría. La humanidad de Cristo rescata de recelos y temores la propia humanidad de Teresa. No tendrá que avergonzarse de sus sentimientos humanos, de su capacidad de amistad, de compartir y de sentir...porque Cristo también tenía sentimientos humanos, era amigo, se conmovía ante el dolor de los amigos, como ante la tumba de Lázaro... Cristo hombre en la plenitud de sus sentimientos libera su propia humanidad de sutiles sospechas espiritualistas que creían malo todo lo humano y lo corpóreo. Además, Cristo se revela lleno de amor y de bondad, capaz de comprender y de perdonar. Los posibles yerros de la propia humanidad pueden ser redimidos y liberados en Cristo.
Por otra parte Teresa encuentra en Cristo una respuesta clara y liberadora al problema de su realidad de mujer. Estamos en tiempos de antifeminismo social y hasta teológico, que se traduce en recelo y desprecio hacia las mujeres por parte de los teólogos e inquisidores. Teresa ha sentido y sufrido el problema femenino de su época desde su propia experiencia. Ha buscado respuestas a su condición como mujer y cristiana. En el Evangelio, en esa instintiva búsqueda de algunos personajes femeninos, ella ha encontrado una respuesta liberadora que la ha llenado de gozo para siempre, que ha hecho explotar en su corazón una secreta alegría que en el momento oportuno traducirá en convicciones y hasta en denuncias proféticas. Cristo ha liberado a Teresa de su posible complejo femenino al que estaban abocadas las mujeres de su época. Leyendo los episodios del Evangelio no ha encontrado una actitud antifeminista en el Señor, antes bien, ha podido captar en dos palabras la situación privilegiada de las mujeres en relación con el Señor: "No aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo las mujeres, antes las favorecisteis con mucha piedad y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres". Que es como decir: Cristo estuvo de parte de las mujeres no sólo evitando cualquier signo de "aborrecimiento", sino intensificado para ellas una relación de amistad y de cariño. Y las mujeres supieron pagar esta solicitud del Maestro con la fidelidad del seguimiento hasta la Cruz, con tanto amor y más fe que los hombres; estuvieron de parte de Jesús. En estas palabras de Teresa encontramos la clave de la comprensión de su amor a Cristo, amigo verdadero, salvador de la humanidad, el que le devuelve el gozo y el honor de ser mujer cristiana a su servicio y al servicio de la Iglesia.
            En el Evangelio Teresa ha encontrado respuestas auténticas, cuando ha intentado leerlo desde su realidad sin temor a desvirtuar el mensaje sobrenatural del Evangelio, encontrando en la humanidad de Cristo la carne del Evangelio, las respuestas del vivir humano desde el misterio inefable de la Encarnación que de Cristo hace el Dios como nosotros, con nosotros y para nosotros, tal como lo ha percibido con hondura de fe y realismo humano Teresa de Jesús.

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