LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


viernes, 23 de diciembre de 2011

CRISTOLOGIA TERESIANA

3. Penetrar en el Evangelio desde la oración y la vida

            En el acercamiento contemplativo a Jesucristo, Teresa ha penetrado en el pleno sentido del Evangelio y ha aprendido las verdades a los pies del Maestro Divino. Ella podrá decir con verdad que fue el Señor su Maestro.

            Está todavía por escribir "El Evangelio según Santa Teresa", es decir, una interpretación global y particular del Evangelio a partir de las citas, las observaciones y la penetración psicológica con que la Santa ha penetrado en el Evangelio de Jesús, releyéndolo con su propia sensibilidad, desde la vida, a partir de su experiencia de oración. Será una agradable sorpresa observar los episodios que cita, la exégesis personal que hace, las frases que más le han llamado la atención, el realismo con que se ha acercado al Señor, especialmente en su misterio pascual de pasión, muerte y resurrección. En este Evangelio según Santa Teresa confluyen sus meditaciones, sus intuiciones, sus experiencias místicas, porque Teresa, hay que decirlo, del Evangelio, de sus episodios y de sus palabras ha tenido experiencia directa sobrenatural. Ha tenido experiencia mística del Evange­lio, sin exageraciones apócrifas, con perfecto sentido del misterio  con un idéntico realismo en la participación en los misterios del Señor.

            Vamos a intentar, al menos, recoger algunos rasgos de su evangelismo, de ese acercarse al Señor con su sensibilidad de mujer a través de una serie de episodios en los que revela la originalidad de Teresa en sus relaciones con el mensaje de Cristo.

Como la Samaritana. Uno de los episodios evangélicos que mas le han llamado la atención a la Santa desde la niñez es el diálogo de Jesús con la Samaritana (Jn 4). A la evocación de la palabra correspondía también el impacto que le hizo el cuadro que estaba en su casa, que tanto le llamó la atención desde su niñez. Teresa se encariñó con esa escena en la que conoció a Cristo y aprendió a orar pidiéndole al Señor que le diera el agua viva. Nos lo recuerda la Santa en esta confidencia autobiográfica: "Oh qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana, y así soy muy aficionada a aquel Evangelio; y es así cierto, que sin entender como ahora este bien, desde muy niña lo era y suplicaba muchas veces al Señor me diese aquella agua, y la tenía dibujada adonde estaba siempre, con este letrero cuando el Señor llego al pozo: Domine da mihi aquam" (Vida, 30,19). La figura de esta mujer que dialogo con Cristo le será familiar siempre a la Santa, modelo de alguien que quedó saciada en su sed, ejemplo de mujer apostólica que se lanza a anunciar a Cristo desde la experiencia (Meditaciones sobre los Cantares 6,6). No podrá pensar en la oración sino como agua viva que Dios hace brotar en lo hondo del corazón para saciar la sed de Dios que tiene el hombre (cfr.Camino, 19,6; Exclamación 9).

 Como Marta y María en la casa de Betania. Otro episodio que ha llamado la atención a Santa Teresa es la amistad de Jesús con Marta, María y Lázaro. Aquí percibe la Santa la humanidad de Jesús, su capacidad de relación y de amistad sentida, pues se conmueve ante la muerte del amigo y escucha la oración de sus hermanas cuan­do le piden la resurrección (Moradas V, 3,4; Exclamación 10). Ana de Jesús recuerda el impacto que le había dejado a la Santa este episodio, como hubiera querido acoger a Cristo en su casa, y como ahora quería que sus hijas acogieran a los letrados y ministros del Señor como si fuera el mismo Cristo, recibido ahora en la Betania de cada Carmelo. En sus meditaciones acerca de este episodio, y en sus aplicaciones a la vida, en la encarnación vital de este episodio, la Santa ha llegado a dos conclusiones sorprendentes. La primera es la de afirmar una "mística de la comunidad". Cada comunidad es como una Badiana donde el Señor es huésped permanente que viene a estar y a recrearse y a comer con nosotros (Camino, 17,6); con cariñoso diminutivo había escrito: "Pues pensad que es esta Congregacioncita la casa de Santa Marta" (Ib., 5). La segunda aplicación es revoluciona­ria en la exégesis tradicional de este paso; Teresa reivindica los méritos de Marta, su servicio al Señor. Llega incluso a hacer sus observaciones sobre el dolor de Marta por la reprimenda del Maestro (Exclamación 5,2). Valora los méritos del servicio, el Maestro se hubiera quedado sin comer (Moradas, VII, 4,12). Y así, de un plumazo, corta por lo sano la oposición entre Marta y María, entre acción y contemplación, valora la complementariedad de los servicios en la Iglesia y en cada comunidad y pone como centro de todo el amor. Se sirve al Señor en la casa cuando se escuchan sus palabras en la intimidad de la oración como María, y cuando se sirve a los hermanos. Todo es amor de Cristo. En el cristiano perfecto la síntesis de vida alcanzara la complementariedad y la riqueza de una contemplación que se hace servicio a los hermanos. Del Evangelio, con intuición femenina, la Santa ha sacado magníficas consecuencias de vida concreta, con originalidad y osadía.

Como María Magdalena. Es otro personaje con el que la Santa ha sentido una profunda identificación. Desde su experiencia de "pecado" o de gratitud e insensibilidad ante las gracias del Señor, la Santa encuentra en ella un modelo de conversión y de amor a Cristo. Revive con frecuencia, después de la comunión el episodio del perdón de la pecadora en la casa de Simón el fariseo, uno de los episodios más característicos de la libertad de Cristo ante las costumbres de su tiempo (Camino, 34,7). El momento de su conversión esta sellado por esta identificación espontánea: "Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena y muy muchas veces pensaba en su conversión, en especial cuando comulgaba, que como sabía estaba allí cierto el Señor dentro de mí, poníame a sus pies pareciéndome no eran de desechar mis lágrimas..." (Vida, 9, 1-3.) Aquella vez hubo lágrimas y tuvo el gozo y la certeza de un perdón, alcanzado porque en el mucho amor de Teresa hubo un movimiento providencial, el de dejar la confianza en ella y ponerla toda en Dios. Y en este gesto hubo también la audacia de una opción total en la vida, para que Dios la cambiara de una vez para siempre: "Paréceme le dije entonces que no me había de levantar de allí hasta que hiciese lo que le suplicaba" (Ib.). María Magdalena será un personaje familiar para la Santa, modelo de fortaleza ante las dificultades del seguimiento hasta la cruz, mujer defendida con amor por el Maestro, modelo del apostolado de las mujeres ( Moradas VII, 4,13). En el Vejamen recuerda también, junto a la Samaritana y a la Magdalena a la Cananea que con su confiada insistencia fue escuchada por el Señor.

Se podrían multiplicar los episodios evangélicos en los que la Santa encuentra una forma de contemporaneidad y de donde sabe sacar consecuencias de vida inmediata, en una exégesis concreta y vital. Por la originalidad y por la perspectiva que nos abre en el modo de vivir los episodios evangélicos, incluso con alguna aplicación peregrina, vamos a citar dos episodios característicos en los que Teresa hace su exégesis y saca sus consecuencias.

‑ La entrada de Cristo en Jerusalén. Las Semanas Santas fueron siempre el gran banquete espiritual y litúrgico de la Santa. Las citas de los episodios de la pasión se hacen densas en los escritos teresianos, como en los Evangelios, donde la pasión ocupa un lugar detallado y extenso en comparación con los otros episodios. Abre la meditación teresiana la entrada del Señor en Jerusalén. En su exégesis muy original parece que ha notado un fallo de atención al Maestro. Parece que se pregunta: ¿quién ha invitado al Señor a comer después del recibimiento apoteósico? Se lleva una desilusión. El Señor ha tenido que volver a la casa de Betania. Le parece mucha la crueldad de los judíos. Decide reparar la ofensa acogiendo al Señor en su corazón ese día. Se prepara para la comunión y permanece en retiro con Cristo. Da su comida a un pobre para que el gesto sea mas concreto y eficaz. Un día el Señor le paga con creces "el convite que me hacías este día" (Relación 26). Teresa ha sido fiel a este recuerdo durante muchos años, a partir de los primeros de su vida religiosa. Una forma muy concreta de hacer oración desde la vida, acercarse al Evangelio con sensibilidad femenina, traducir en compromisos concretos la lección evangélica aprendida en la oración.

‑ Oración en el huerto de los olivos. Otro episodio clásico de la meditación teresiana es el acercamiento a Cristo en la oración del huerto de los olivos. Fue meditación diaria de Teresa durante muchos años, uno de esos lugares en que la soledad de Cristo le invitaba a acercarse con confianza. En la descripción teresiana, admiramos la capacidad de entrar en la realidad de la escena evangélica y su viva participación: "Me hallaba muy bien en la oración del huerto: allí era mi acompañarle; pensaba en aquella aflicción y sudor que allí había tenido; si podía, deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor, más acuérdome que jamás osaba determinarme a hacerlo, como se me representaban mis pecados tan graves; estábame allí lo mas que me dejaban mis pensamientos con El, porque eran muchos los que me atormentaban..." (Vida, 9, 4). Es una oración que Teresa mantiene con fidelidad incluso en los momentos de crisis y se remonta a los años de su juventud, antes de que fuese monja. Es su testimonio: "Muchos años, las mas noches, antes que me durmiese cuando para dormir me encomendaba a Dios, siempre pensaba un poco en este paso de la pasión del Huerto, aun desde que no era monja, porque me dijeron se ganaban muchos perdones, y tengo para mí que por gano mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era..." (Ib.).

 La iniciación de Santa Teresa a la oración ha tenido, pues, un largo estilo cristológico. Ha personalizado su relación con Dios en Cristo, ha cristologizado su oración y su vida hasta entrar en una relación de intimidad con el Señor que le ha permitido penetrar en sus sentimientos humanos.


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