76. No te alegres vanamente, pues sabes cuántos pecados has hecho y no sabes cómo está Dios contigo, sino teme con confianza.
77. Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber empleado este tiempo en servicio de Dios, ¿por qué no le ordenas y empleas ahora como lo querrías haber hecho cuando te estés muriendo?
78. Si quieres que en tu espíritu nazca la devoción y que crezca el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de todo apetito y asimiento y pretensión, de manera que no se te dé nada por nada. Porque, así como el enfermo, echado fuera el mal humor, luego siente el bien de la salud y le nace gana de comer, así tú convalecerás en Dios si en lo dicho te curas; y sin ello, aunque más hagas, no aprovecharás.
Reflexión
Siempre se ha dicho: "que nunca es tarde si la dicha es buena". También sabemos por experiencia, que cuando tenemos una habitación que queremos arreglar, hace falta ponerse manos a la obra. Las cosas no se arreglan solas. Es muy alentador este ejemplo: Si queremos llenar una vasija de un perfume y ésta a su vez está llena de vinagre, ¿Qué podemos hacer?. Primero, vaciar el contenido y segundo limpiarla bien, para que no quede restos, ni olores del vinagre. Así podremos llenarlo del exquisito perfume. Esto mismo quiere Dios hacer con nosotros, vacíar nuestra vida de las cosas que impiden que seamos felices y llenarla de sus cosas, mejor de su vida, y entonces sí seremos felices y dichosos. Esto es lo que nos viene a decir s. Juan de la Cruz, en estos números que tenemos ante nuestros ojos. Que este tiempo de Adviento, sea un tiempo para dejar que Dios intervenga en nuestras vidas y nos abra el corazón a su Espíritu,
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