LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


viernes, 8 de junio de 2012

AMAR COMO PERSONA

Para amar, debemos ser personas. Pero parece que en nosotros el ser persona y el amar no coinciden. En todos los casos nosotros no somos nuestro amor. Nuestro amor es quizá nuestro ser más esencial. Pero en nosotros, amar y ser no coinciden, así sencillamente. Por el contrario, Dios es amor. Éste no es en Él una "parte de su esencia", porque su esencia no tiene partes. Cuando Dios se entrega a sí mismo, es su amor lo que entrega, por tanto el amor mismo es una persona (domingo de Pentecostés, La Persona del Espíritu Santo, 9-VI1935).


Ciertamente somos personas, pero sin serlo aún del todo. Ya, pero aún no... Muchas cosas en mi son "personales" en el sentido de que las vivo plenamente, físicamente y espiritualmente, concretamente, en función de un proyecto de vida. 


Pero también hay muchas cosas, grandes o pequeñas, físicas o mentales, que están "cosificadas", como dicen los filósofos, y no son de orden personal. No están asumidas de verdad ni vividas realmente, es decir, no están realmente reconocidas, aceptadas, ni asumidas.


Ser persona es la condición del amor, pero es ante todo fruto de él. Dios espera que seamos personales, y nos encomienda que nos "formemos" recíprocamente, unos a otros. Nos encarga que nos "personalicemos" unos a otros. Hace falta la persona -pero no sólo una: no existe una persona- hacen faltan personas para que haya amor.


El amor que uno tiene; pero sobre todo está el amor que uno es. El amor es casi siempre una actitud, un comportamiento, incluso una cualidad. Pero si nuestros corazones humanos experimentan la bondad de modo intermitente es porque aún no han alcanzado completamente la verdad de su ser: el amor, que es Dios. Y esto lo expresa filosóficamente de un modo muy claro: nuestro ser, nuestra sustancia, nuestra "esencia" es el amor


Sólo Dios es íntegramente amor y correlativamente, sólo Él es íntegramente persona, es decir, esencialmente singular y plural, "uno-en-comunidad". Llegar a ser uno mismo significa llegar a ser el otro; y si esta última fórmula no significa evasión o alienación del otro (¡"del que me aprovecho"!), llego a ser yo mismo perdiéndome para ser el otro en el amor por el otro, en el amor que permite al otro llegar a ser él mismo de un modo menos incompleto. Pero yo también necesito el mismo  impulso hacia mí por parte del otro...


Los sujetos humanos son personas: esto significa para nosotros que Dios hay querido encomendarlos unos a otros, unas a otras. Toda la filosofía de Edith Stein presiente y trata de establecer racional y espiritualmente que ser persona es ser único-en-comunidad. Cada no de nosotros está llamado a ser íntegramente él mismo a través de la química  paradójica del amor.  


15 días con Edith Stein. Michel Dupuis.
Resumen del sexto día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario