Verdad y misericordia se han encontrado en la obra de la Redención. Ambas son una sola en Dios. El horror del pecado y la fuerza de las tinieblas se han hecho manifiestas en el sufrimiento y la muerte de Jesús. Ya no perecemos sino que por sus heridas seremos curados, por su abandono conducidos al Padre, por su muerte ganaremos la vida, ésa es la misericordia.
La joven es fiel a esta vocación: a la verdad, cualquiera que sean las circunstancias de su trabajo y de su docencia. La verdad se transfigura, se desvela, se convierte en un rostro y en una palabra. Mirar atentamente, intentar, comprender ya es amar, ya es rezar.
Y uno puede decir que, en muchos casos, más valdría no saber nada, no decir nada, ignorarlo todo.... En Dios la luz recobra su cualidad de calor: es precisamente el calor lo que ilumina, lo bueno hace lo verdadero. El amor es la última palabra de las cosas.
Pues, según creemos, toda la verdad ha sido entregada al mundo, pero el mundo está lejos de haberse dado cuento de todo. ¡Cuántos desastres se han cometido y tolerado con el pretexto de la verdad adquirida! ¡Cuántas catástrofes y decepciones con el pretexto de que la verdad es inaccesible! Ya es nuestra, pero aún no...
Edith Stein considera que la verdad plena no pertenece más que a Dios, y -por suerte para nosotros- para Dios nada es imposible. El día de su profesión religiosa, Edith sentirá claramente a su lado la presencia espiritual de su madre.
Estos dolores por las verdades no compartidas no son más que algo accesorio, que se podría superar mediante una especie de consenso universal. El primer don del perdón es la verdad entregada, ofrecida. A fin de cuentas, la única verdad es la del amor de bondad. La verdad de lo que soy me acerca al corazón de mi Dios.
La joven es fiel a esta vocación: a la verdad, cualquiera que sean las circunstancias de su trabajo y de su docencia. La verdad se transfigura, se desvela, se convierte en un rostro y en una palabra. Mirar atentamente, intentar, comprender ya es amar, ya es rezar.
Y uno puede decir que, en muchos casos, más valdría no saber nada, no decir nada, ignorarlo todo.... En Dios la luz recobra su cualidad de calor: es precisamente el calor lo que ilumina, lo bueno hace lo verdadero. El amor es la última palabra de las cosas.
Pues, según creemos, toda la verdad ha sido entregada al mundo, pero el mundo está lejos de haberse dado cuento de todo. ¡Cuántos desastres se han cometido y tolerado con el pretexto de la verdad adquirida! ¡Cuántas catástrofes y decepciones con el pretexto de que la verdad es inaccesible! Ya es nuestra, pero aún no...
Edith Stein considera que la verdad plena no pertenece más que a Dios, y -por suerte para nosotros- para Dios nada es imposible. El día de su profesión religiosa, Edith sentirá claramente a su lado la presencia espiritual de su madre.
Estos dolores por las verdades no compartidas no son más que algo accesorio, que se podría superar mediante una especie de consenso universal. El primer don del perdón es la verdad entregada, ofrecida. A fin de cuentas, la única verdad es la del amor de bondad. La verdad de lo que soy me acerca al corazón de mi Dios.
15 días con Edith Stein. Michel Dupuis.
Resumen del séptimo día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario