Permanecer ante el rostro del Dios vivo: ésa es nuestra vocación. Asumimos un pequeño riesgo: nos separamos por un momento de las preocupaciones de la vida normal y volvimos los ojos hacia dentro, elegimos el camino de Dios y de sus deseos. Siguiendo a Jesús, descubrimos que nuestro Dios tiene un rostro de Padre, que nos llama a Él, que se da, que se muestra.
Edith Stein descubre en ese cara a cara el único deber de su existencia, el verdadero sentido de su vida. Con el tiempo y con ayuda de la gracia y la misericordia, se trata de ser un poco parecido a Dios, Padre misericordiosa, Hijo crucificado, Espíritu de sabiduría.
Quien permanece en Dios está siempre en este cara a cara: el vaso de agua ofrecido al más pequeño se ofrece a Dios que tiene sed. Cuando estoy con ante el Padre reconozco mi miseria, mi pecado, mi deseo. Es su misericordia lo que me hace volver a mí mismo, y me descubro pecador perdonado.
Lo más eficaz es desde luego lo más discreto: el que permanece cerca del Todopoderoso contribuye a engendrar maravillas y obtiene para sus hermanos lluvia y rocío.
Edith Stein descubre en ese cara a cara el único deber de su existencia, el verdadero sentido de su vida. Con el tiempo y con ayuda de la gracia y la misericordia, se trata de ser un poco parecido a Dios, Padre misericordiosa, Hijo crucificado, Espíritu de sabiduría.
Quien permanece en Dios está siempre en este cara a cara: el vaso de agua ofrecido al más pequeño se ofrece a Dios que tiene sed. Cuando estoy con ante el Padre reconozco mi miseria, mi pecado, mi deseo. Es su misericordia lo que me hace volver a mí mismo, y me descubro pecador perdonado.
Lo más eficaz es desde luego lo más discreto: el que permanece cerca del Todopoderoso contribuye a engendrar maravillas y obtiene para sus hermanos lluvia y rocío.
15 días con Edith Stein. Michel Dupuis.
Resumen del tercer día.
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