LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


martes, 5 de junio de 2012

SOLIDARIDAD CON LOS HERMANOS


Llegué a pensar que llevar una vida religiosa significaría dejar de lado todo lo terreno y vivir teniendo el pensamiento única y exclusivamente en cosas divinas. Que Cuanto más profundamente alguien está metido en Dios, tanta más debe en este sentido, "Salir de sí mismo", es decir, adentrarse en el mundo para comunicarle la vida divina.

Basta un poco de espacio, un rincón tranquilo, y tener la buena costumbre, cada día por la mañana... Pero con ese modo de expresarse, que parecerá algo ingenuo, Edith Stein apunta a una cosa esencial que, como filósofa, conoce bien. Los hombres y las mujeres vivimos el tiempo; nuestra existencia, es decir, nuestros deseos, proyectos y temores, nuestras alegrías y debilidades.

Mañana tras mañana, un momento tras otro, nos confía su proyecto y comparte nuestros proyectos.  La experiencia del padre Elías en el desierto nos lo ha enseñado: la única morada que cuenta es el rostro del Señor. Pero cultivar la complicidad con dios, en la disponibilidad más libre que que se pueda dar, no se queda en una conversación aparte de los hombres.

Edith Stain comprendió poco a poco cómo circula el amor, cuál es su circuito o su movimiento, y descubrió esta dimensión esencial de la oración de la Iglesia: delante de Dios uno siempre está solo y es único, y a la vez estamos siempre juntos.

Como Teresa de Jesús y su visión del infierno, Edith Stein percibe el infierno en las tribulaciones  de un mundo desorientado, en manos de políticos sectarios y racistas. Ante el auge del nazismo en su país, Edith siente en su propia carne las injusticias de las miradas partidistas, la crueldad siempre cerca.

También conoce la desesperanza y la inquietud, la descristianización y la pérdida de las intuiciones sencillas de la vida evangélica.Tiene el presentimiento que llega la hora de los mártires, como si en adelante la Sagrada Escritura no se dejase transcribir más que con la sangre de los que deben mostrar el camino.

15 días con Edith Stein. Michel Dupuis.
Resumen del cuarto día.

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