LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


viernes, 15 de junio de 2012

LA EPIFANÍA QUE SE NOS HA CONFIADO


La epifanía de Dios es para nosotros la frágil figura de un niño al que se acercan los humildes y ante el que se inclinan los poderosos. En cualquier caso, la aparición de Dios no es una "lección". La manifestación externa no encuentra sentido más que a partir de lo interior, que es fuente de una vida secreta y fecunda. La epifanía que tanto necesita el mundo exige el retiro, la interiorización con Dios.

Se trata simplemente de que, en el inmenso misterio de la libertad de Dios y de los hombres, el infinito nos ama lo suficiente como para hacerse entender poco a poco y nuestra medida, al ritmo de nuestra marcha. Entonces se comprende mejor que la humildad habla claro y en voz alta de Dios: va directamente a la esencia de Dios, que es el amor, el don de sí. Todas las cualidades divinas no tienen sentido más que en el amor, y podríamos equivocarnos si razonásemos únicamente como hombres que somos.

Edith Stein insiste en esta continua elección de Dios, pues se trata de elegir y volver a elegir a Dios a medida que se nos manifiesta: Nosotros conocíamos ya a Dios, sin embargo sentíamos que Él quería ser buscado y encontrado de una manera nueva. Por eso íbamos a la búsqueda de una estrella que nos indicara el camino recto. Y ésta brilló para nosotros en la gracia de la vocación. La hemos seguido y hemos encontrado al Niño divino (Vida escondida y epifanía: cf. Obras selectas, p.246).

La epifanía es la comunicación de Dios conmigo mismo, su llamada dirigida especialmente a mí, la invitación a reunirme con Él en su novedad permanente e infinita. Edith Stein está convencida de que la manifestación externa procede del corazón y no de la superficie, del interior y no del exterior, del hogar y de la fachada. La epifanía está unida a la discreción. El Verbo de Dios necesita silencio. La epifanía es cosa de María: Dios mismo se confió a discreción amorosa, al servicio concreto, a un silencio lo suficientemente grande para albergar al "logos".

15 días con Edith Stein. Michel Dupuis.
Resumen del duodécimo día.

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