El hombre está llamado a vivir en su interior y a ser tan dueño de sí mismo como únicamente puede serlo desde allí; sólo desde allí es posible un trato auténticamente humano con el mundo; sólo desde allí puede hallar el hombre el lugar que le corresponde en el mundo. Pero aun siendo esto así, ni el él mismo llega nunca a penetrar del todo en ese interior suyo. Es un secreto de Dios, cuyos velos solo él puede levantar, en la medida que a él le plazca... Y cuando su vida la alimenta de esa interioridad, vive plenamente y calcanza el grado más elevado de su ser (Ciencia de la Cruz, p. 189 y 151).
Es la extraordinaria discreción, la pura desaparición de nuestro Dios en la persona del Espíritu, que no deja ver nada que no sea él mismo, como la luz invisible inunda las cosas y las ofrece a la mirada. Cada uno de nosotros está llamado a crecer, a desplegarse; es una llamada del creador a sus criaturas. Ahí están su gloria y su felicidad y nuestra felicidad y, si queremos decirlo así, nuestra gloria de hijos de Dios.
En la medida en que Dios quiere, estoy llamado a comprender las cosas, las situaciones y a las personas. La luz de la razón penetra en la oscuridad, en los laberintos interiores, en las ambigüedades de la vida y de las relaciones, en los "síes" siempre mezclados con "noes", en al "aún no" mezclado con el "ya"...
La filosofía se convierte en el estilo de vida de los que, instruidos o no, parlanchines o callados, saben vivir desde lo más profundo de su ser, y encuentran en lo íntimo de su corazón este principio de unidad; todo concurre al bien para los que aman a Dios.
Edith Stein, que estudió mucho los mecanismosm de la comprensión de la vida de los demás, nos hacer ver en esto una obra del Espíritu: el consolador actúa en nosotros, es evidente, pero también actúa a través de nosotros: por nuestra comprensión y compasión nos da la posibilidad de compartir las penas y las alegrías. Esta inteligencia del corazón que ciertas personas poseen como un "talento" es un don del Espíritu que nos acerca los unos a los otros, que nos ofrece los unos a los otros en una comunión de hermanos y hermanas del mismo Padre.
15 días con Edith Stein. Michel Dupuis.
Resumen del décimo día.
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