He aquí algunas enseñanzas de la Madre Teresa sobre la oración.
1. La oración de S. Teresa es personal.
No ora a un ser impersonal, sin rostro, o a algo; es un encuentro con un ser personal, lo hace con Dios –el Dios Trinitario: Padre, Hijo y Espíritu Santo- y esa relación es de Persona divina a persona humana. Pero es el encuentro de dos seres con entidad propia, con libertades y con conciencia de lo que hacen: buscan el encuentro con la otra persona en el amor y por amor. No es por tanto una relación de un ser personal con un algo abstracto; es una búsqueda desde la fe, al encuentro de un Dios personal que pueda dar respuesta al anhelo que hay en el corazón de todo hombre, en todos los tiempos y circunstancias.
El padre Jesús Castellano, tratando este tema, dirá: “La oración teresiana, por partir de la revelación evangélica, tiende al encuentro interpersonal, a la comunicación con Cristo y por El con el Padre en el Espíritu Santo, a la relación amorosa fundada en la caridad teologal que se viste de todas las formas del amor cristiano (filial, fraterno, esponsal, de amistad) y que supone siempre la revelación de Dios que nos precede en el amor. Relación que tiene como principio, camino y meta, el contacto con Cristo en su humanidad sagrada y se abre a la relación trinitaria. La oración teresiana tiene el sello inconfundible de la revelación trinitaria a través del misterio de Cristo”.
El Dios de Teresa, es Amor, como ya he desarrollado anteriormente, por eso su oración estará llena de ternura, de amor y la entenderá como una auténtica relación en el amor, “se siente amada” y corresponde con amor. El amor que Dios siente por ella y que ella corresponde también con amor, le llevará a tener un relación profunda y sincera de amistad con Él. Ella tiene presente, que el Dios de la Biblia, que ella conoce muy bien, es un Dios infinitamente comunicativo y ella quiere responderle también desde una vida de oración teologal.
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