Este domingo nos habla de la Pasión de Cristo y de sus efectos de salvación. La ley nueva no será escrita en tablas de piedra, sino metida en el pecho, escrita en el corazón; una ley para la comunión de Dios con su pueblo; con efectos de perdón de los pecados y de sabiduría interior para que cada uno pueda ser enseñado por Dios y comprenda desde dentro la voluntad de Yahvé. Y Ezequiel aclarará que se trata de la alianza con el don del Espíritu que se derramará como agua pura.
Jesús como grano de trigo echado en el surco de la tierra, que muere para ser fecundo. Y florecer en una espiga repleta de granos, la Iglesia, su Cuerpo. Grano de trigo eucarístico, roto en la cruz y enterrado en el sepulcro, imagen viva de la muerte-resurrección, inscrita incluso en el ritmo de la naturaleza. El creyente ha de vivir como el Maestro, desde el servicio y el siguimiento más radical, sabiendo que correrá su misma suerte. La norma de vivir de Cristo y del cristiano es la del grano de trigo. La semilla es Cristo mismo que, a través de su muerte, dará la vida a los hombres. Jesús es aquel que muere, resucita y es glorificado; seguirle significa atravesar el mismo camino.
El autor de la carta a los Hebreos ve en Cristo un perfeccionamiento en el camino de la obediencia y en la calidad de su perfección. Invoca ayuda de Aquel que puede liberarlo, pero abandonándose siempre en manos del Padre. Pero esta salvación de todos no ha sido posible más que mediante la obediencia del Hijo hasta la muerte. Por eso el autor quiere afirmar que cuantos obedecen a este Cristo visiblemente cercano a nosotros tendrán la salvación eterna en ese Cristo obediente hasta la muerte.
El grano de trigo es enterrado a su Hora y da su fruto: la obediencia de Cristo proporciona el acceso a la salvación eterna para quienes le siguen y, en la nueva Alianza, Dios olvida los pecados pasados. No existe otro camino para experimentar la alegría y la verdadera fecundidad del Amor: el camino de darse, entregarse, perderse para encontrarse.
La necesidad de la fe y la dinámica del servicio, renuncia y entrega para fructificar que hoy la palabra de Dios ha puesto ante nuestros ojos solo puede ser descubierta y aceptada por medio de la oración.
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