Todos los días, por distintos medios de información, nos llegan noticias de hay un derecho de la madre para interrumpir voluntariamente su embarazo, pero no hay voces, ni noticias que hablen del derecho del no nacido, como sí no fuera parte, también importante en esa situación.
Esta reflexión no quiere ser una ataque a nada, ni a nadie. No pretende juzgar a millones de madres que deciden libremente o bajo presión dar ese paso. Solamente pretendo que nos pongamos, al menos una vez, en la persona del no nacido, y pensar que nos gustaría poder tener la oportunidad de vivir y de conocer a esos seres que me quieren; de poder ver las maravillas que Dios ha creado para todos y no para unos cuantos y privegiados, porque sus madres han dicho sí a la vida; el tener la oportunidad de amar y ser amado; de tener amigos, de disfrutar de los juguetes, de poder aprender, y de mil cosas más.
Nuestra época puede sentirse justamente orgullosa de
muchas cosas: asombrosos adelantos de tipo técnico,
prosperidad económica o la creación de organizaciones
internacionales para tratar conjuntamente los problemas
mundiales. Un mayor compromiso por la naturalesza ya sean
por los animales, como por las plantas. Mayor conciencia de
que si respetamos el mundo en que vivimos, hay una mayor
calidad de vida. Pensamos en un mundo cada vez más
ecológico y más bueno para todos.
Estos logros, sin embargo, pueden enmascarar terribles carencias. La legitimidad y la salud moral de una sociedad se miden, ante todo, por su actitud ante los pequeños y los débiles. Y, en ese aspecto, la situación de nuestro mundo y, en particular, de nuestras sociedades occidentales no podría ser más desoladora.
En todo el mundo, se producen unos 45 millones de abortos provocados al año, es decir, muchas más muertes que en las peores guerras de la Historia.
Y como niño, que tal vez no tenga la oportunidad de nacer y de conocer todo eso, me pregunto: ¿Es más importante la vida de un lince en extinción que mi vida?, ¿Tiene más valor para la gente, una planta de Sierra Nevada para su protección, que mi futuro? ¿Se ponen más medios para salvar esas vidas, que la mia? ¿Matar un animal es un delito, y no darme la posibilidad de vivir, no lo es?
Dicen que vivimos en un país moderno, democrático y tecnológico. ¿Pero es que está reñido lo moderno, lo demócratico con la defensa de la vida?
Tal vez no tenga el derecho a nacer, pero sí os llamo a que penséis muy bien antes de actuar, que a mí, también me gustaria tener la oportunidad de vivir, que es un derecho para todos y poder abrir los ojos a este mundo bello que me espera y oir latir mi corazón ante aquellos que me acogen con amor. ¡Quiero tener la posibilidad de vivir!
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