Era el Verbo, la significación más profunda y admirable de aquello que es lo esencial del Padre Altísimo. La creación entera es una maravillosa expresión de la bondad de Dios. Pero no de una manera inerte, insensible y callada, sino que en ella resonaba toda la fuerza de la acción salvadora que el Padre quería realizar en sus hijos.
Estaba convencido de que la página que quedara entre sus dedos manifestaría claramente la voluntad de Dios. La respuesta que encontraba en la Palabra de Dios iluminaba su camino y lo iba sembrando con la luz de la esperanza. Bien sabía el pobre de Asís donde estaba la mesa en la que podía encontrar el pan que alimentaba su vida: en el Eucaristía y en la Palabra.
En la Palabra, Dios se manifestaba en toda su esencia y bondad. En el Evangelio se tendría la inspiración necesaria para vivir conforme a la vocación a la que el Altísimo lo había llamado. Nadie me decía lo que tenía que hacer, pues el Señor me inspiraba con su Palabra. No había más que abrir el libro de los Evangelios, leer la Palabra de Dios e inmediatamente ponerla dentro del corazón, alimentarse con ella, y seguir un camino guiado por la mano del Señor. No leía simplemente para ilustrarse, para tener un conocimiento de las cosas, sino para hacer vida aquello que dictaban las palabras de la Palabra.
La fuerza de la Palabra de Dios, que es lámpara y luz metidas en el corazón de Francisco, alumbraría el convencimiento de que Dios guiaba cada uno de sus pasos en este mundo. La luz que recibe no podía tener otro origen que lo más luminoso y ardiente, que genera el manantial inagotable de todas las bendiciones: el mismo corazón de Dios, manifestado y vivido en el Señor Jesucristo.
La Palabra de Dios conduce a la fe, y quienes la reciben quedan santificados por la unidad, pues todos ellos juntos van a recibirla formando un solo pueblo. Para recibir y acatar la Palabra de Dios lleva consigo una serie de obligaciones, como ponerla en práctica por obra de la humildad y caridad. Se trata de obedecer a la voz del Hijo de Dios y guardar sus mandamientos y consejos.
Una obligación incuestionable es anunciar la Palabra de Dios para que llegue a todos los hombres y mujeres y convierta su corazón y sean buenos cristianos. Si Jesús es el camino, la verdad y la vida, quedémonos con su Evangelio porque es lo único que puede hacer al hombre feliz y heredero del premio eterno.
15 días con Francisco de Asís. Card. Carlos Amigo Vallejo.
Resumen del sexto día.
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