LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


lunes, 7 de mayo de 2012

Y NO QUERÍAMOS TENER MÁS.


El bienaventurado Francisco sentía una auténtica y santa envidia de quienes veía más pobres, más desvalidos, más débiles que él. Es la envidia de la pobreza, que no desprecia al que tiene bienes de este mundo sino que ama con todo el corazón a los más desposeídos, porque están en ese espacio del vaciamiento de las cosas del mundo, en el que la providencia de Dios puede hacerse más visible.

Es tener a Dios, y sentirse protegido, amparado y querido por Él. La pobreza es carga ligera, suave, buscada y querida. Pero no por ello deja de ser muy pesada, y solamente el amor de Cristo y su cruz la hacen liviana, llevadera y motivo de gozo y de honra. ¡Siempre la pobreza! Honra y cruz de los seguidores de Francisco. "¡y no queríamos tener más!" (Testamento 17).

Francisco no critica a los que viven de otro modo y visten y festejan con la abundancia de las cosas y de los honores, sino que su respuesta no es otra que Jesucristo: ¡Él me ha enseñado a vivir así! Una manera de estar así en el mundo suscita en unos la admiración, en otros el desprecio y en los más la indiferencia, al pensar que se trata de un iluminado más de los muchos que había, o simplemente de un perturbado sin remedio para su enfermedad. 

La pobreza franciscana es ante todo una experiencia de fe, es sentir y palpar muy de cerca la vida y el ejemplo, el mensaje y la entrega de Jesucristo, el Hijo del Altísimo Dios. El Verbo de Dios se hizo hombre y asumió todas las heridas y desgarrones que la naturaleza humana tenía a causa del pecado. Pero la Palabra de Dios resonaba con fuerza y exponía el camino de la auténtica liberación, de la verdadera felicidad¡Dichosos los pobres porque de ellos es el reino de Dios!

Es la radicalidad de la existencia, en exclusión total de todas las cosas, para encontrarse y vivir y experimentar la identificación completa con Jesucristo. La identificación era perfecta: Dios quiso que su Hijo fuera un pobre. Mucho tuvo que luchar, y no pocas batallas entre lo que Dios quería y los obstáculos que se presentaban para seguir una nueva y admirable vocación cristiana. Abrázate al pobre y encontrarás a Dios. Lo de san Agustín: si quieres ver el misterio de la Trinidad, practica la caridad.

A Francisco, el Señor le reveló que debía ser pobre y vivir como pobre. Había que abandonar cualquier actitud orgullosa y egoísta.  Pero no bastaba. Porque la pobreza de Francisco no es una pobreza negativa de rechazo, sino de elegir libremente, y con un corazón muy grande, lo mejor que se encuentra: el amor de Dios manifestado en el Señor Jesucristo.

El hermano menor no se pertenece a sí mismo, sino que sobre él tienen título de propiedad los demás, especialmente los excluidos y pobres de este mundo, que son los auténticos señores.

15 días con Francisco de Asís. Card. Carlos Amigo Vallejo.
Resumen del octavo día.

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