1ª Lectura (Proverbios 31, 10-31): Este texto lo que considera es la habilidad de esta mujer que despliega en el servicio de la comunidad; es el motivo de que merezca la alabanza de cuantos reconocen los frutos de su trabajo. Su previsión, su habilidad, su caridad con los demás, hacen de ella un modelo: no descuida sus talentos sino que los utiliza para bien de todos. Un cristiano no puede atenerse a lo mínimo de lo que se exige, sino que su preocupación debe ser reclamar de sus dones espirituales el máximo rendimiento, so pena de ver cómo se le retira ese mínimo que él quiso conservar al precio del menor esfuerzo y del menor amor.
2ª Lectura (1ªTesalonicenses 5, 1-6): El mundo sigue su vida, inconsciente, como si ese día del Señor no fuera a llegar. El verdadero cristiano, sin embargo, no puede verse sorprendido. Su vida es constantemente una vigilia, la espera de esa vuelta. Por no pensar así, nos ocurre también que no tenemos sobre las cosas un verdadero juicio de valor, sino que le damos una importancia que no tienen.
Evangelio de s. Mateo 25, 14-29: El centro de interés es la vigilancia activa y los talentos que hay que hacer fructificar para el bien de la comunidad y del Reino hasta la vuelta del dueño. El problema es la determinación de hacer fructificar el talento que uno prefiere para sí y no para el servicio de los demás. La gracia bautismal que hemos recibido y que ha hecho de nosotros hijos de adopción, exige un crecimiento, no basta con dejarla intacta en nosotros: hay aquí una legítima ambición, que es un deber, por hacerla crecer. Él nos pide algo más... todo tiene que fructificar, todas nuestras energias y gracias que Dios nos ha dado tienen que demostrar nuestra capacidad de respuesta y agradecimiento en el obrar. No sucede así, con el que ha recibido un talento, que además de ser vago, es insolente y miedoso.
- vago porque no se ha preocupado de sacar fruto de lo que se le ha dado.
- insolente porque a la hora de la cuenta todavía tiene rostro para decirle a su amo que es uno que siega donde no siembra y recoge donde no esparce.
- miedoso porque no ha querido correr el riesgo de trabajar con el talento y lo ha escondido por temor a perderlo. Ni siquiera tiene iniciativa de ponerlo en el banco y al menos recoger los intereses.
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