LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


jueves, 10 de noviembre de 2011

COMENTARIO A LAS LAS LECTURAS DEL 33º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


1ª Lectura  (Proverbios 31, 10-31): Este texto lo que considera es la habilidad de esta mujer que despliega en el servicio de la comunidad; es el motivo de que merezca la alabanza de cuantos reconocen los frutos de su trabajo. Su previsión, su habilidad, su caridad con los demás, hacen de ella un modelo: no descuida sus talentos sino que los utiliza para bien de todos. Un cristiano no puede atenerse a lo  mínimo de lo que se exige, sino que su preocupación debe ser reclamar de sus dones espirituales el máximo rendimiento, so pena de ver cómo se le retira ese mínimo que él quiso conservar al precio del menor esfuerzo y del menor amor.

2ª Lectura (1ªTesalonicenses 5, 1-6): El mundo sigue su vida, inconsciente, como si ese día del Señor no fuera a llegar. El  verdadero cristiano, sin embargo, no puede verse sorprendido. Su vida es constantemente una vigilia, la espera de esa vuelta. Por no pensar así,  nos ocurre también que no tenemos sobre las cosas un verdadero juicio de valor, sino que le damos una importancia que no tienen.

Evangelio de s. Mateo 25, 14-29: El centro de interés es la vigilancia activa y los talentos que hay que hacer fructificar para el bien de la comunidad y del Reino hasta la vuelta del dueño. El problema  es la determinación  de hacer fructificar  el talento que uno prefiere para sí y no para el servicio de los demás. La gracia bautismal que hemos recibido y que ha hecho de nosotros hijos de adopción, exige un crecimiento, no basta con dejarla intacta en nosotros: hay aquí una legítima ambición, que es  un deber, por hacerla crecer. Él nos pide algo más... todo tiene que fructificar, todas nuestras energias y gracias que Dios nos ha dado tienen que demostrar nuestra capacidad de respuesta  y agradecimiento en el obrar. No sucede así, con el que ha recibido un talento, que además de ser vago, es insolente y miedoso.
  • vago porque no se ha preocupado de sacar fruto de lo que se le ha dado.
  • insolente porque a la hora de la cuenta todavía tiene rostro para decirle a su amo que es uno que siega donde no siembra y recoge donde no esparce.
  • miedoso porque no ha querido correr el riesgo de trabajar con el talento y lo ha escondido por temor a perderlo. Ni siquiera tiene  iniciativa de ponerlo en el banco y al menos recoger los intereses.
Es una parábola  de la responsabilidad. La podemos vislumbrar a nivel eclesial y a nivel personal. En definitiva, es más el don de Dios que nuestro trabajo, pero Dios se complace en coronar su obra haciéndonos colaboradores suyos. Un gozo y una reponsabilidad. Hay un talento que tiene siempre la seguridad de fructificar. Es el talento de la caridad. Dios nos ha dado capacidad para amar, de modo que se multipliquen en el mundo los milagros del amor. Es lo que más rinde, lo que mejor fructifica, si la caridad crece cuanto más se difunde, si en definitiva, cuando venga el Señor seremos examinados en el amor. La lealtad  con la que se hicieron cargo de "lo poco" es premiada al ponerles al frente "de mucho" y encomendarle responsabilidades aún  mayores. La eficacia de los dos primeros responde a la actitud de los que se toman en serio la voluntad de Dios y se hacen cargo de sus "intereses". En cambio, los que viven con "miedo" al juicio "entierran" sus propias posibilidades. Su actitud defensiva ante un Dios al que ven como "duro" bloquea su respuesta. Conservan, pero no "ganan".

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