En este tiempo de Adviento, la Iglesia nos llama a la conversión del corazón, a que nos dejemos preparar para recibir al Señor que llega. Un medio necesario es la oración. Aprovechemos este tiempo orando con la Palabra de Dios o meditando algún escrito de cualquier santo para que la lámpara de nuestra vida esté en una actitud vigilante y bien despierta.
55. Mira que, pues Dios es inaccesible, no repares en cuanto tus potencias pueden comprehender y tu sentido sentir, porque no te satisfagas con menos y pierda tu alma la ligereza conveniente para ir a él.
55. Mira que, pues Dios es inaccesible, no repares en cuanto tus potencias pueden comprehender y tu sentido sentir, porque no te satisfagas con menos y pierda tu alma la ligereza conveniente para ir a él.
56. Como el que tira el carro la cuesta arriba, así camina para Dios el alma que no sacude el cuidado y apaga el apetito.
57. No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del mundo, es por la flaqueza de su virtud, porque el alma del perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta.
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