LA NAVIDAD TIEMPO HERMOSO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DEL DIOS HECHO CARNE

Este espacio quiere ser un ventana abierta al infinito que es Dios o una puerta abierta al finito, que somos cada uno de nosotros. Todos podemos comunicarnos con Él, porque la oración es el medio que tenemos para expresar lo que sentimos en cada momento. Dios que es amor, ha derramado, gracias a la muerte en la cruz y resurrección de su Hijo, la fuerza y la grandeza de su Espíritu Santo. Santa Teresa de Jesús define la oración: "tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama" (V 8,5). No podemos olvidar que Dios nos ha regalado un año nuevo para que lo aprovechemos en bien de los demás y seamos cada uno de nosotros lo que Dios quiere y espera de nosotros. ¡Disfrutemos de esta nueva oportunidad!
DIOS ES AMOR Y NOSOTROS TENEMOS QUE SER REFLEJO DE SU AMOR ALLÁ DONDE ESTEMOS.


jueves, 3 de noviembre de 2011

ORAMOS CON LA LECTIO DIVINA ( LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS)


La lectio divina en la iglesia

a. El gran Orígenes, una de las mentes más preclaras de la humanidad, ha sido el pionero en acuñar la expresión lectio divina.
¿Qué es la Lectio Divina? La lectio divina es una lectura, personal o comunitaria, de la Biblia. Acogida como Palabra de Dios, y que se desarrolla bajo la inspiración del Espíritu Santo en meditación, oración y compromiso cristiano. Lectio  divina  equivale a decir lectura de la Palabra escrita de Dios. Dos son los dones que proporciona la lectio: la instrucción de la mente y la orientación hacia el amor de Dios.

Dos son los dones que proporciona la lectio: la instrucción de la mente y la orientación hacia el amor de Dios.
Nadie puede conocer el sentido de la Escritura, sino familiarizándose con la lectio de la misma. (San Isidoro de Sevilla)

b. EJERCICIO PRÁCTICO DE LECTIO DIVINA: Urge crear el ambiente espiritual, ir caldeando el corazón. Se requiere unos momentos de silencio. Es necesario un recogimiento imprescindible. CLIMA DE FE. EPÍCLESIS: INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTO. Solo él puede caldear nuestro mezquino corazón y realizar el  fecundo milagro de la encarnación de la Palabra en nuestra vida.

1. LECTURA (LECTIO): LO QUE EL TEXTO DICE. Consiste en leer y releer el texto. Lee el texto con atención, sin prisas. Lee también los lugares paralelos que cualquier Biblia te ofrece, ayúdate de algunos instrumentos exegéticos. Evitar dos grandes peligros:
a.    El fundamentalismo: interpretar la Biblia al pie de la letra.
b.     El espiritualismo  desencarnado: pensar que Dios me habla al instante y sin mediaciones humanas ni un previo discernimiento.
2. MEDITACIÓN (MEDITATIO): LO QUE EL TEXTO ME DICE. Permite que lo leído baje hasta el corazón y encuentre en él un centro de acogida donde pueda resonar con todas las vibraciones posibles. Se trata de una rumia que hace posible que la Palabra vaya calando dentro, hasta quedar del todo hecho propia carne. Déjate, más bien, seducir por la Palabra. Es Dios mismo quien te atrae y te habla al corazón. Quédate con algún verso o frase.
3. ORACIÓN (ORATIO): LO QUE YO DIGO AL SEÑOR Y LO QUE DIOS ME DICE A MÍ A PARTIR DEL TEXTO. HABLA, SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA. Habla Dios ahora. La oración es la respuesta a las sugerencias e inspiraciones, al mensaje que Dios te ha dirigido en su Palabra. Orar es permitir que la Palabra acogida en el corazón se exprese con los sentimientos que ella misma suscita: acción de gracias, alabanza, adoración, súplica, arrepentimiento. Basta dejarse mirar por Dios y admirar su grandeza. Es quedarse en contemplación gozosa de su presencia buena, ante el misterio de Dios-Santísima Trinidad.
 4. ACCIÓN MISIONERA (ACTIO): HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA. MARÍA SE PUSO EN CAMINO RUMBO A LA MONTAÑA. Todo encuentro con el Señor de la vida, presente en su Palabra, culmina en la misión. Hay que cumplir la Palabra para no ser condenado por ella. La Palabra es semilla que no puede quedarse enterrada infecunda en la intimidad, sino que crece, se desarrolla y da fruto. El fruto esencial de la Palabra es la caridad: la caridad que nos urge y empuja a la evangelización universal, al cuidado solícito de nuestros hermanos más pobres y necesitados. Hay que desconfiar de todo compromiso apostólico que no esté enraizado en la fe, en una fe alimentada por la escucha de la Palabra. Así lo hizo María, nuestra madre, quien, tras escuchar la Palabra y darle su aceptación, se puso en camino. (Lc 1,39)
c. La Palabra de Dios en nuestra vida. ¿Merece la pena la lectio divina?
  • Para preparar con más dignidad la celebración del domingo.
  • La lectio divina revitaliza nuestra liturgia dominical, culmen y fuente de nuestra vida de fe.
Por conocer mejor la Biblia. Sólo se ama lo que se conoce. La Biblia, leída y orada, engancha. Ya no se escapa de ella, sino leyéndola más a menudo, estudiándola más profundamente y orándola con más fe. Por el hecho de conocer que somos hermanos, comunidad creada por la Palabra. Sentir nuestra identidad de Iglesia que se reúne y compartir con los hermanos en su más profunda dimensión de creyentes. Por congregarnos en torno a la Palabra de Dios, y escuchar la voz de nuestro Dios Trinidad, familia que nos crea a su imagen. Que nuestra intervención brote de forma transparente de la profundidad del corazón, que ha sido tocado por la gracia de la Palabra de Dios.

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