En el nombre del Señor empezamos con gozo el nuevo camino del año litúrgico, la gran peregrinación anual de la Iglesia, a través de los misterios del Señor. No caminamos en vano hacia adelante. No nos espera el vacío de un túnel del tiempo sin salida y sin perspectiva. El futuro será un encuentro para el que nos tenemos que preparar. Nadie espera sin estar en vilo, sin estar en vela. "Vigilad, porque no sabéis cual es el momento. Velad, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de la casa. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos, ¡Velad!"
Así, con esa palabra solemne de la vigilancia, la Iglesia pone en pie a todos los cristianos, los despierta de su sueño, los convoca a la peregrinación anual del Adviento. Los invita a encender la lámpara de la esperanza, si es que se ha apagado en el corazón y si es que no se sabe ya en concreto qué es lo que significa esperar, o si es que de verdad no esperamos nada.
Tiempo de Adviento, tiempo de oración. Porque es tiempo para escuchar, para acoger. Porque es tiempo para decirle a Dios, desde lo más profundo del corazón, nuestras esperanzas y necesidades. Esperamos, dice s. Pablo, la manifestación, "parusía" de nuestro Señor Jesucristo.
Esta enseñanza, lejos de ser una propuesta para vivir en el temor de un futuro incierto, es para la comunidad de Marcos una invitación a la esperanza, a revitalizar la fe. No se sabe la hora porque todas las horas son buenas para abrirse al Evangelio y comprometer la existencia. Mantenerse vigilantes y fieles al mensaje de Jesús en el presente es una forma de prepararse para el futuro que sin duda aguarda. No es una llamada a la angustia sino a estar alerta. Vivir en vigilancia constante.
Los padres de la Iglesia hablaban de tres venidas del Señor:
Así, con esa palabra solemne de la vigilancia, la Iglesia pone en pie a todos los cristianos, los despierta de su sueño, los convoca a la peregrinación anual del Adviento. Los invita a encender la lámpara de la esperanza, si es que se ha apagado en el corazón y si es que no se sabe ya en concreto qué es lo que significa esperar, o si es que de verdad no esperamos nada.
Tiempo de Adviento, tiempo de oración. Porque es tiempo para escuchar, para acoger. Porque es tiempo para decirle a Dios, desde lo más profundo del corazón, nuestras esperanzas y necesidades. Esperamos, dice s. Pablo, la manifestación, "parusía" de nuestro Señor Jesucristo.
Esta enseñanza, lejos de ser una propuesta para vivir en el temor de un futuro incierto, es para la comunidad de Marcos una invitación a la esperanza, a revitalizar la fe. No se sabe la hora porque todas las horas son buenas para abrirse al Evangelio y comprometer la existencia. Mantenerse vigilantes y fieles al mensaje de Jesús en el presente es una forma de prepararse para el futuro que sin duda aguarda. No es una llamada a la angustia sino a estar alerta. Vivir en vigilancia constante.
Los padres de la Iglesia hablaban de tres venidas del Señor:
- La que tuvo lugar cuando se encarnó.
- Es la que tendrá lugar al final de los tiempos.
- Es la venida a cada uno de nosotros.
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