"El fruto del silencio es la oración; el fruto de la oración es la fe; el fruto de la fe es el amor; el fruto del amor es el servicio; el fruto del servicio es la paz".
A pesar de de su avanzada edad, de las pruebas espirituales y físicas y de varias enfermedades físicas muy graves (en especial varios infartos), la madre Teresa viaja, reza, trabaja y habla para reconfortar y para extender el amor de Dios. Para ella uno de los frutos de la oración es el amor o la caridad por cada persona necesitada, porque en cada pobre, enfermo o moribundo ella ve disfrazado a Jesús en cada persona.
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