31. Si tú en tu amor, ¡oh buen Jesús! no suavizas el alma, siempre perseverará en su natural dureza.
32. El que la ocasión pierde, es como el que soltó el ave de la mano, que no la volverá a cobrar.
33. No te conocía yo a ti, ¡oh Señor mío!, porque todavía quería saber y gustar cosas.
Si leemos con atención al maestro espiritual, nos daremos cuenta que no es posible ser buen seguidor de Jesús y seguir gustando las cosas de este mundo. Que no progresaremos en la vida del Espíritu, si Jesús no suaviza el alma, quitando asperezas y durezas. Por nuestras solas fuerzas no es posible avanzar en este camino. Si no te das cuenta de esto, estarás perdiendo el tiempo y lo vivido será en vano.
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