Sentido
de la Semana Santa
La
liturgia ofrece este domingo unan visión general de la pasión de Jesús,
invitándonos a comprender correctamente su sentido.
La
segunda lectura, el himno de Filipenses, ayuda a verla en su contexto completo,
pasión, muerte y resurrección. La luz de la resurrección da sentido a la pasión
y muerte de Jesús. El cristianismo no es masoquista, no busca el dolor por el
dolor. Uno de los signos que realizó Jesús anunciando el Reino de Dios fue la
curación de enfermos, para enseñar que el Reino es un no al dolor y que Dios lo
destruirá y enjugará todas las lágrimas humanas. El dolor es una realidad
presente en la existencia humana desde el primer momento: lo primero que hace
todo ser que viene a este mundo es llorar. Está causado, por una parte, por
nuestra propia naturaleza y, por otra, por causas externas. Jesús asumió el
dolor, no por sí mismo, sino porque era inseparable de la misión que venía a
realizar por amor. Lo que da sentido al dolor es el amor, que lo asume y
transforma. Jesús pudo haber tomado una naturaleza humana glorificada, pero en
este caso no podría haber compartido plenamente nuestra existencia en todo,
menos en el pecado. Por ello asumió por amor nuestra condición frágil y
sometida al dolor. Y por amor asumió todas las contradicciones que tuvo que
afrontar en su ministerio por parte de adversarios de su mensaje y misión, que
lo llevaron a una muerte cruenta: Cristo,
a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios... Por ello su pasión revela su amor
a la voluntad del Padre y, por otra parte, revela el amor del Padre al
entregarnos a su Hijo, sabiendo la pasión y muerte que iba a sufrir.
El cristiano tiene que
seguir el camino de Jesús. Para esto le ayudará la lectura atenta de uno de los
poemas del Siervo sufriente (1ª lectura) que asume las dificultades de su
misión en contexto de oración escuchando como los iniciados; en ella recibe fuerza para afrontar las contradicciones;
así es modelo de todos los abatidos. Igualmente de forma más completa y
concreta el relato de la pasión según san Lucas. Cada uno de los cuatro relatos
de la pasión que contienen los Evangelios contienen los mismos hechos, pero
cada uno lo hace desde una perspectiva concreta. La de Lucas es
fundamentalmente parenética, presentando a Jesús como modelo, haciendo aquello
que ha enseñado, especialmente las enseñanzas más difíciles. Al comienzo
aparece como maestro de oración, pues es el modo de afrontar el modo de hacer
la voluntad del Padre a pesar de los sufrimientos (22,41); junto a esto vive el
proceso en contexto de perdón (22,51; 23,34.43) y de confianza en el
Padre (23,46). Hay además en este relato un detalle interesante: Lucas coloca al
comienzo las negaciones de Pedro, que una vez arrepentido, sigue a Jesús en su
pasión. Es una invitación al lector cristiano, pecador, para que se arrepienta
y así siga la pasión de Jesús.
Ahora
Jesús no sufre, pero continúa sufriendo en sus miembros, que pasan hambre, sed,
y son perseguidos... Jesús nos invita a que lo consolemos en todos los
necesitados que sufren.
La Eucaristía es memorial de la
muerte de Jesús. Participar en ella implica compartir los sufrimientos de
Jesús, haciendo la voluntad del Padre en la tarea que nos ha encomendado a cada
uno.
Antonio Rodríguez Carmona
Sacerdote de la diócesis de Almería
No hay comentarios:
Publicar un comentario