Es la fe la que nos permite reconocer a
Cristo, y es su mismo amor el que impulsa
a socorrerlo cada vez que se hace
nuestro prójimo en el camino de la vida.
Sostenidos por la fe, miramos con esperanza
a nuestro compromiso en el mundo,
aguardando «unos cielos nuevos y
una tierra nueva en los que habite la justicia
» (Ap 21, 1). Dios está en los demás,
sobre todo en los que más necesitados
se encuentran. ¿Seremos capaces de
verle hoy? ¿Estamos dispuestos a renovar
nuestro compromiso con Él en el día
a día a través de aquéllos que nos demandan
auxilio?
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