El Magníficat de José
Proclama mi almala grandeza de lo pequeño.
Todo mi ser se alegra ante
el Dios de lo sencillo.
Desde ahora se acordará de mí
el obrero , el trabajador,
porque el Señor ha mirado a los pobres
y los apuntala en el andar
por el camino de los santos.
Él hace bien con su brazo,
nos muestra el valor del silencio,
aleja de nosotros las desconfianzas
y nos levanta en los momentos
de debilidad.
Cuando el salario es injusto
y no alcanza,
el Señor nos llena de otros bienes,
y la riqueza se vuelve a nuestros ojos
toda vacía y superficial.
En los problemas
nos auxilia tiernamente
recorriendo con nosotros
el sendero de la vida,
por eso el corazón ya no vacila
frente al esfuerzo y sudor de cada día.
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