Señor, al volver a leer esta parábola, me
he quedado bloqueado. Estoy pensando
si mi oración va a ser la del fariseo o la
del publicano. No sé por donde empezar.
Siento que llevo dentro un fariseo y un
publicano. Me estoy haciendo un lío.
Pero te voy a decir una cosa: desde que
he caído en la cuenta de que lo que importa
es que Tú me quieres… me he
quedado muy tranquilo.
Quiero hacer como el fariseo y como el
publicano: me quiero acercar a Ti para
rezar. Me acerco porque sé que eres mi
amigo, que me escuchas, que me acoges,
que me acompañas.
Tu forma de actuar me muestra el camino
que debo seguir. No te importan tanto
las obras buenas que yo pueda hacer. Lo
que te importa es el amor que ponga en
lo que hago. Me gustaría ver a la gente,
al mundo, a la sociedad con tus ojos.
¡Quiero atreverme a mirar con tu mirada!
No quiero cerrar los ojos a la realidad
que me rodea. Quiero ver lo que
pasa a mi alrededor: los problemas de
la gente, sus necesidades, las situaciones
tan complicadas que están viviendo
muchas familias…
Quiero mirar con tus ojos, es decir, con
amor, con un amor compasivo y comprometido.Lo voy a intentar, Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario