Cada día, toca aceptar que hay luces y
sombras. Que hay porciones de acierto,
y otros momentos sombríos. Pero,
¿quién querría vivir únicamente en la
cresta de la ola? ¿Quién querría gustar
solo las mieles del éxito, sin probar alguna
vez el sabor de la derrota? ¿Quién
abraza la fe que no tiene su porción de
incertidumbre?
SOLO LA COMPLEJIDAD, LA SUTILEZA,
LA POSIBILIDAD DE EQUIVOCARSE
HACE QUE UNO PONGA, CADA DÍA,
TANTA VIDA EN JUEGO.
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