El mundo tiene corazón de lobo
y es el rencor su garra y su cadena.
Doble fulgor de aullidos y clamores
llena su historia: páginas inmensas
de destrucción, de muerte, de congoja;
negra nube que azota
las alas de la tierra
y no la deja levantar el vuelo
hacia tu amor, hacia tu luz serena.
Esta es la dura suerte
del hombre, sus afanes.
Lo sabes bien, Jesús, por experiencia.
Y mandas sin cesar, heróicamente,
entre lobos, las tímidas ovejas.
Si es éste siempre, mi Señor,
tu modo de proceder, hazme paloma,
sella en dulce paz mi corazón.
No existe otra razón
de gloria en esta tierra
más que el amor sencillamente puro
que opone al mal pasiva resistencia.
Dame, Señor,
un alma de cordero como la tuya.
Frena en lo más hondo de mi ser
el lobo, impaciente y feroz,
y extingue su violencia.
P. Jesús Bermejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario