Padre: has de oír este decir que se me
abre en los labios como flor. Te llamaré
Padre, porque la palabra me sabe a más
amor. Tuyo me sé, pues me miré en mi
carne prendido tu fulgor.
Me has de ayudar a caminar, sin deshojar
mi rosa de esplendor. Por cuanto soy
gracias te doy: por el milagro de vivir. Y
por el ver la tarde arder, por el encantamiento
de existir.
Y para ir, Padre, hacia ti, dame tu mano
suave y tu amistad. Pues te diré: solo no
sé ir rectamente hacia tu claridad.
Tras el vivir dame el dormir con los que
aquí anudaste a mi querer. Dame, señor,
hondo soñar. ¡Hogar dentro de ti nos has
de hacer!
Liturgia de las Horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario