Salmo 103
Bendice, alma mía, al Señor,el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
nunca olvides sus beneficios.
Él, que tus culpas perdona,
que cura todas tus dolencias,
rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura,
llena de bienes tu existencia,
y tu juventud se renueva
como la del águila.
El Señor es clemente y compasivo,
lento a la cólera y lleno de amor;
no se enoja eternamente,
ni para siempre guarda rencor;
no nos trata según nuestros errores,
ni nos paga según nuestras culpas.
Como se alzan sobre la tierra los cielos,
igual de grande es su amor con sus hijos;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros crímenes.
Como un padre se encariña
con sus hijos,
así de tierno es el Señor
con los que en Él confían;
que él conoce de qué estamos hechos,
sabe bien que sólo somos polvo.
¡Bendice, alma mía, al Señor!
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